domingo, 26 de diciembre de 2010

CANTA LA HIERBA. Doris Lessing


Cuando Doris Lessing recibió en 2007 el Nobel de Literatura era para mí una perfecta desconocida, a pesar de que por entonces había recibido ya el reconocimiento internacional a su dilatada carrera literaria y un abundante palmarés de premios europeos mucho menos mediáticos, entre ellos el Príncipe de Asturias de 2001. Me sorprendió entonces verla por TV cuando los periodistas fueron a darle noticia del prestigioso premio. Era una anciana de aspecto frágil,  humilde  y sencillo, que reflejaba mucha serenidad en sus respuestas.  Y sin embargo el comienzo de su andadura vital no fue en absoluto apacible. Pasó su infancia y juventud en la colonia africana de Rodesia agobiada por una madre, autoritaria en exceso, que la llevó a independizarse con trece años y a educarse de forma autodidacta. Desempeñó varios trabajos y  entre los 19 años y los 30 años tuvo dos matrimonios y tres hijos, fue militante marxista y tomó conciencia de los conflictos raciales de la colonia. Finalmente a los 36 años se fue a vivir a Londres donde inició su carrera literaria, en una primera fase de marcada tendencia social, anticolonialista y antisegregacionista lo que le valió  la prohibición de entrada en Sudáfrica y Rodesia. En la década de los 60, abandonó desilusionada el marxismo y en su obra más conocida, “El cuaderno dorado” adopta posturas feministas.
En resumen, Doris Lessing es una escritora de fuerte personalidad muy marcada por su propia experiencia vital que transmite en toda su obra. Como aspecto negativo algunos le han criticado su dedicación en los últimos años a la literatura de ciencia ficción de escasa calidad.

“Canta la hierba” (1950) fue su primera novela y en ella muestra ya una calidad literaria propia de una escritora madura. Comienza con el relato de un crimen que parece anunciar una trama de investigación policial y entonces nos sorprende con lo que en literatura se llama analepsis, (flashback en cine), una técnica retrospectiva que altera la secuencia cronológica de la historia  volviendo la acción al pasado. De esta forma la escritora se centra en narrar  la experiencia de los personajes y como se ven arrastrados al dramático final. Destaca el profundo análisis psicológico de la protagonista central, Mary Turner, en el que manifiesta una clara inspiración autobiográfica.
La acción se desarrolla en Rodesia durante los años 40. Los Turner son un matrimonio de colonos agrícolas que fracasan en su empeño de rápido enriquecimiento y son considerados por sus vecinos como “blancos pobres”, es decir, el máximo exponente del fracaso social. La narración avanza mostrando el lento proceso de autodestrucción de los protagonistas provocado por la rutina, el aislamiento, los prejuicios sociales y el fracaso en la relación con los nativos. En este ultimo aspecto destaca el ambiente de tensión racial impuesto por el racismo de los colonos y el régimen de segregación racial (apartheid). En cuanto al marco geográfico también desempeña un papel destacado en el hundimiento de los personajes. La autora describe las tierras de Rodesia de forma ambivalente; admira la belleza natural de la sabana africana (veld), del paisaje desolado y agreste, la maravilla de color de los amaneceres, pero detesta la dureza del clima, el calor y la sequía. En este ambiente de aislamiento rural y de precariedad de vida, la sucesión de las estaciones y los duros condicionantes climáticos contribuyen también a la desintegración y hundimiento psicológico de los personajes.

Se trata pues de una obra con importante matiz autobiográfico, cuyo eje central es un profundo retrato de la psicología femenina y también una evidente crítica del racismo. Una buena novela, realista y dura, no demasiado apropiada para lectoras con tendencia depresiva.

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