domingo, 24 de octubre de 2010

ROMEO Y JULIETA. Sergéi Prokófiev





El ballet y la ópera son géneros musicales en los que el canto y la danza clásica se asocian al teatro en un todo armonioso y magnífico. Por desgracia este tipo de espectáculos requieren un montaje costoso y hasta hace poco no era frecuente verlos fuera de las grandes ciudades como Madrid o Barcelona.
Este panorama ha cambiado en los últimos años gracias a las giras por España de algunas compañías rusas. Son grupos formados en la última década, que quizás operan como escuela y cantera de los grandes teatros de Moscú o San Petesburgo y están integrados por cantantes o bailarines jóvenes bajo la dirección de alguno de ellos ya consagrado. Se acompañan de pequeñas orquestas también rusas o de países centroeuropeos como Eslovaquia, Croacia o Chequia. Sus primeras figuras son jóvenes que han conseguido ya algunos premios de interpretación y se consagran o hacen curriculum en estas giras internacionales.

 Gracias a este tipo de compañías de bajo presupuesto, hemos podido disfrutar en capitales de provincia de algunas buenas óperas y ballets, algo increíble hasta hace muy poco. No obstante, la crisis económica parece que también afecta a estos espectáculos y para ahorrar gastos ahora prescinden de la orquesta y nos ofrecen “música enlatada” con lo que claramente se empobrecen porque la peor de las orquestas es siempre superior al mejor de los equipos de sonido. De ahí mi decepción al comprobar que era el caso de esta representación del “Romeo y Julieta” de Prokofiev, con una música de enorme riqueza y expresividad artística que hubiera merecido la interpretación en directo.

Tras su publicación en 1935, la partitura de este autor ruso fue considerada “imbailable” por los directores del Bolshoi de Moscú debido a su complejidad y cierto carácter de música experimental. El tiempo no les dio la razón y tengo que decir que la coreografía de nuestra representación era excelente y se adaptaba perfectamente a la música. Para seguir en positivo debe destacarse la excelente actuación de la “primera bailarina” (Julieta) que nos deleitó con una excelente ejecución además de manifestar grandes dotes interpretativas en un papel de intensa emotividad. También destacable el bailarín que interpretó a Mercucio y bastante más modesto en su actuación el Romeo.

La representación de este “Romeo y Julieta” en nuestra ciudad pagó su deficiencia musical al precio de una baja asistencia de espectadores que apenas llenaron un tercio del aforo.

Montescos y Capuletos: 
Danza de los Caballeros 
 

viernes, 22 de octubre de 2010

ENSAYO SOBRE LA TOLERANCIA. Voltaire



Hace más de doscientos años, los escritores de la Ilustración francesa definieron los conceptos políticos, éticos, y filosóficos que son la base de nuestra actual civilización occidental; división de poderes, laicismo estatal, contrato social, predominio de la razón, progreso científico, y tolerancia. En concreto esta última me sugiere una reflexión.

Desde que se formularon estos principios hemos sufrido en Europa toda clase de conflictos; revoluciones, dictaduras, guerras civiles, totalitarismos genocidas. Y cuando creíamos superados todos los fanatismos y estábamos cómodamente instalados en la democracia, el estado de derecho y del bienestar, basta una crisis económica para ver de nuevo el rebrote de la sinrazón en forma de xenofobia e intolerancia religiosa.
       Por eso me resultó atractiva la lectura de este pequeño “Tratado sobre la tolerancia” que casualmente vino a mis manos. Y es que la tolerancia religiosa fue una de las ideas directrices del pensamiento de Voltaire (1694–1778), uno de aquellos ilustrados; escritor además de filósofo, historiador, abogado y precursor del periodismo, entre otras facetas. Sus escritos le llevaron a enfrentarse con la Iglesia católica, pero también con los calvinistas y hugonotes franceses. Fue encarcelado por este motivo y sufrió por ello exilio en Inglaterra hasta que finalmente fijó su residencia en Ginebra, fuera del alcance de los católicos franceses. Se le consideró ateo cuando en realidad era sólo deísta y creía en un Ser Superior no mediatizado por las religiones.
       El autor introduce su ensayo mediante un caso judicial, el de Jean Calas un hugonote de Tolouse que en 1761 fue acusado y ajusticiado por el asesinato de su hijo que supuestamente quería convertirse al catolicismo. Voltaire escribió y publicó sobre este caso toda una serie de artículos denunciando un flagrante error judicial propiciado por los prejuicios fanáticos del vecindario católico de la víctima. Lo que hoy llamamos un “juicio paralelo” popular. Mediante una hábil campaña periodística en Paris consiguió la revisión del caso por la Corte real y la rehabilitación de Calas y su familia injustamente acusados. A continuación el filósofo ilustrado desarrolla su ensayo explicando las ventajas prácticas de la tolerancia religiosa, las consecuencias del fanatismo religioso en Francia durante el siglo anterior (guerras de religión, matanza de San Bartolomé). Hace historia y explica la tolerancia que en la antigüedad tuvieron griegos y romanos en materia de religión (excepto el caso de Sócrates). Mantiene que Cristo nunca fue intolerante y que tanto los Evangelios como los escritos apologéticos predican la indulgencia. Denuncia el fanatismo religioso medieval, fruto de la ignorancia, de la superstición y de las disputas teológicas estériles de los primeros siglos de cristianismo. Expone las ventajas sociales y políticas de la tolerancia religiosa, de su utilidad para el Estado y que la misma es acorde con el derecho natural y necesaria para el desarrollo de la razón y de la ciencia. Termina finalmente el ensayo haciendo una apología de la tolerancia universal y con una plegaria a Dios pidiendo el triunfo de la misma.
El estilo del texto es claro y sencillo, alejado de toda grandilocuencia. En ningún momento ataca la fe y las creencias católicas aunque manifiesta una fina ironía al exponer las consecuencias del fanatismo católico. Parece que escribió el libro bajo seudónimo y nunca admitió claramente su autoría quizás para evitar las represalias de la Iglesia que finalmente cayeron sobre toda su obra literaria.
      Si hemos de juzgar por este ensayo, considero injusto el estigma de “ateo” que se le adjudicó a Voltaire. Mas bien pienso que algunas de sus frases e ideas deberían ser incluidas en los contenidos educativos, por ejemplo en esa asignatura de “Educación para la ciudadanía” tan controvertida y denostada en nuestra enseñanza actual.

domingo, 10 de octubre de 2010

EN TIERRAS BAJAS. Herta Müller



Si revisamos la biografía de Herta Müller estaremos de acuerdo en que su infancia no debió ser demasiado afortunada. Nació en el Banato, una región al oeste de Rumania rodeada de ríos, entre ellos el Danubio, pero de tierras pobres en las que a penas se podía cultivar algo más que patatas, remolacha y maíz. Tan pobres que en el siglo XVIII estaban despobladas y sus penúltimos dueños, los austrohúngaros, las repoblaron con campesinos desposeídos del sur de Alemania. En el seno de esta minoría étnica germanoparlante, conocida como “los suabos del Banato” nació nuestra autora ocho años después de acabada la Segunda Guerra Mundial, cuando la región fue adjudicada en su mayor parte a Rumania. Igual que los sudetes de Checoslovaquia, estos alemanes pagaron las culpas del régimen nazi en la nueva Rumania comunista surgida de la guerra. Como ilustración de este pasado conflictivo destacaremos que el padre de la escritora fue miembro de las Waffen-SS y su madre fue deportada en 1945 a Rusia donde pasó cinco años en un campo de trabajo. Con estos antecedentes, y educada en la cultura alemana, es lógico que en su juventud se enfrentara al dictatorial régimen de Ceaucescu, siendo interrogada y acosada muchas veces por la policía. Esta oposición de la autora a la dictadura comunista se refleja en toda su obra y al parecer fue decisiva para que se le premiara en 2009 con el Nobel de literatura.

“En tierras bajas” fue su primera obra publicada (1982). Se trata de una colección de cuentos en los que se muestra las duras condiciones de vida de los campesinos alemanes y las difíciles relaciones familiares que la pobreza condiciona, todo esto visto por una niña y mezclado con sus ensoñaciones personales. La resultante es una muestra de fantasía y realidad que recuerda algo el llamado “realismo fantástico” de algunos escritores latinoamericanos. Con estos mimbres se podrían haber elaborado unos relatos conmovedores, pero la impresión que causan es bien distinta. Estos cuentos, mas que narraciones son mera descripción fría y minuciosa, carente de emotividad, que en ocasiones se recrea en los aspectos más sórdidos y escatológicos. Quizás la autora pretende destacar así la dureza de su tierra natal, pero la consecuencia, al menos en mi caso, es que acaba provocando el desinterés del lector.

Cierto que es injusto juzgar toda la obra de Herta Muller por estos relatos, pero tengo la impresión de que el Nobel ha premiado en ella el compromiso político antes que la buena literatura.

viernes, 1 de octubre de 2010

LA SOLEDAD DE LOS NUMEROS PRIMOS. Paolo Giordano

El acceso de Paolo Giordano (1982) al mundillo literario fue aquello del dicho: “llegar y besar el santo”. En efecto, con sólo 26 años publicó ésta, su primera novela, que le hizo famoso. Éxito de ventas, ganadora de prestigiosos premios y traducida a varios idiomas. Parece que este joven escritor italiano es además un científico de cierto nivel, especialista en física nuclear y ha colaborado en causas humanitarias con diversas ONG. Ha publicado desde entonces dos novelas más y muchos relatos cortos en prensa.
En mi opinión, La soledad de los números primos (2008) es un merecido triunfo para un relato original y un tanto inquietante. La historia de un amor imposible entre dos adolescentes, Alice y Mattia, marcados ambos por sucesos terribles ocurridos en su infancia, secretos inconfesables, de los que imprimen su huella para siempre y los conducen al aislamiento social y familiar, a una soledad deseada y temida al mismo tiempo.
El título, alusivo a las matemáticas, es una metáfora del propio relato. Los números primos, solo divisibles por sí mismos y por la unidad, aparecen de forma ocasional sin ninguna relación periódica en la serie de los números. En algunas ocasiones se presentan como primos gemelos, es decir, en parejas, pero no de forma sucesiva sino separados por otro número no primo. Los protagonistas son como esas parejas, arrastran su soledad y casi contactan sin llegar a juntarse. Se reconocen en su aislamiento, se comprenden y se atraen, pero el peso de sus secretos y sus traumas les impide unirse. Son como las líneas paralelas, iguales pero destinadas a no contactar nunca.
La trama argumental se desarrolla de forma lineal en el tiempo, dividida en grandes capítulos, señalados con fechas anuales que encuadran la evolución de los protagonistas desde la infancia a la edad adulta. Éstos a su vez se subdividen en otros, numerados y más cortos, que enfocan la acción hacia cada uno de ellos a modo de escenas muy visuales en lo descriptivo y con diálogos cortos. El narrador en tercera persona nos muestra sus sentimientos y actitudes en las que hay de todo; sufrimiento, culpa, autolesión, venganza y soledad.
El tono del relato no es trágico, pero está salpicado de momentos francamente angustiosos que pueden provocar inquietud en el lector. Pienso que esto se debe a que, de alguna forma, nos reconocemos en los sentimientos de los personajes que, en mayor o menor medida, todos hemos experimentado alguna vez. El deseo imposible de comunicarse con otros, la atracción frustrada por la timidez, los pequeños o grandes secretos que guardamos en nuestro interior y nunca compartimos por vergüenza o miedo a ser juzgados por ellos.
La soledad de los personajes carece de aspectos positivos, es opresiva, pero en cierto sentido deseada por los protagonistas como un medio de redención de sus culpas que en el fondo los conduce a la serenidad y la paz interior. Rechazan el amor y la comprensión y se conforman con la complicidad de saberse iguales.
En fin, se trata de una estupenda historia relatada con sencillez, sin artificios literarios, que agobia en algunos momentos, pero no te deja indiferente y te engancha hasta el final.