miércoles, 29 de diciembre de 2010

ORQUESTA DE UDMURTIA


Ayer fui invitado a un concierto de música clásica patrocinado y sufragado por  una conocida institución bancaria, cosa muy de agradecer  en vista a “lo que está cayendo” con la crisis económica. Aunque sea ocasionalmente, alegra ver que no se ha olvidado del todo aquello de la “obra social” uno de cuyos objetivos era la promoción de la cultura.
       
Los interpretes eran la Orquesta de Udmurtia y tengo que reconocer que ante este nombre, entre peliculero y cómico, tuve mis dudas ya que era día 28 de diciembre. Fiel al principio de “lo que no está en Internet no existe”, consulté con el oráculo de Wikipedia que me confirmó la existencia de la república del mismo nombre, perteneciente a la Federación Rusa y situada en los confines orientales de la estepa, próxima al Asia Central. Sus habitantes son rusos eslavos en su mayoría, pero también nativos, los udmurtios, al parecer de raza turcomana, primos de sus vecinos asiáticos, los cazakos, uzbekos, tayikos etc. A pesar de tener su propia historia, quien sabe si grandiosa, su única proyección mediática a nivel internacional es el haber sido el lugar donde nació Tchaikovsky. En fin,  la consulta  confirmó la validez del principio antes mencionado (Udmurtia también existe) y mi propia  incultura geográfica.

El programa era el típico de los conciertos navideños, piezas cortas de música clásica junto a temas modernos del cine, en todo caso obras muy conocidas del público. Estaba dividido en dos partes que fueron interpretadas sin solución de continuidad, e integrado por piezas casi coincidentes con lo indicado en el folleto; se omitió  el vals “Danubio Azul”, y se añadió “Candilejas” de una conocida película de Chaplin.  Se comenzó con obras clásicas entre ellas fragmentos de Tchaikovsky, de la ópera “Carmen”, el “Capricho Español” de Rimsky-Korsakov y alguna más. Se pasó luego a un bloque de música de películas, para mi gusto el más deficiente, con algunas versiones bastante discutibles. Terminaron en plan “Concierto de Año Nuevo” vienés,  con obras de Strauss, entre ellas el “Vals del Emperador”, la “Marcha Napoleón”, un grupo de animadas polkas, para terminar con la tradicional  “Marcha Radezky” y un final navideño a base de “Jingle bells”.
El director era un auténtico histrión que no sólo animó a la participación del público incitándolo al acompañamiento con palmas sino que  subió al escenario a varios espectadores para dirigir la orquesta e incluso montó algunas escenas cómicas en las que se desentendía de los músicos que iban por libre tocando sin su ayuda.

En conclusión, un concierto muy ameno y adecuado a estas fiestas navideñas. Confirma que la música clásica no sólo es un goce para los sentidos, produce sensaciones, o exalta la emotividad; también puede ser un espectáculo divertido.

domingo, 26 de diciembre de 2010

CANTA LA HIERBA. Doris Lessing


Cuando Doris Lessing recibió en 2007 el Nobel de Literatura era para mí una perfecta desconocida, a pesar de que por entonces había recibido ya el reconocimiento internacional a su dilatada carrera literaria y un abundante palmarés de premios europeos mucho menos mediáticos, entre ellos el Príncipe de Asturias de 2001. Me sorprendió entonces verla por TV cuando los periodistas fueron a darle noticia del prestigioso premio. Era una anciana de aspecto frágil,  humilde  y sencillo, que reflejaba mucha serenidad en sus respuestas.  Y sin embargo el comienzo de su andadura vital no fue en absoluto apacible. Pasó su infancia y juventud en la colonia africana de Rodesia agobiada por una madre, autoritaria en exceso, que la llevó a independizarse con trece años y a educarse de forma autodidacta. Desempeñó varios trabajos y  entre los 19 años y los 30 años tuvo dos matrimonios y tres hijos, fue militante marxista y tomó conciencia de los conflictos raciales de la colonia. Finalmente a los 36 años se fue a vivir a Londres donde inició su carrera literaria, en una primera fase de marcada tendencia social, anticolonialista y antisegregacionista lo que le valió  la prohibición de entrada en Sudáfrica y Rodesia. En la década de los 60, abandonó desilusionada el marxismo y en su obra más conocida, “El cuaderno dorado” adopta posturas feministas.
En resumen, Doris Lessing es una escritora de fuerte personalidad muy marcada por su propia experiencia vital que transmite en toda su obra. Como aspecto negativo algunos le han criticado su dedicación en los últimos años a la literatura de ciencia ficción de escasa calidad.

“Canta la hierba” (1950) fue su primera novela y en ella muestra ya una calidad literaria propia de una escritora madura. Comienza con el relato de un crimen que parece anunciar una trama de investigación policial y entonces nos sorprende con lo que en literatura se llama analepsis, (flashback en cine), una técnica retrospectiva que altera la secuencia cronológica de la historia  volviendo la acción al pasado. De esta forma la escritora se centra en narrar  la experiencia de los personajes y como se ven arrastrados al dramático final. Destaca el profundo análisis psicológico de la protagonista central, Mary Turner, en el que manifiesta una clara inspiración autobiográfica.
La acción se desarrolla en Rodesia durante los años 40. Los Turner son un matrimonio de colonos agrícolas que fracasan en su empeño de rápido enriquecimiento y son considerados por sus vecinos como “blancos pobres”, es decir, el máximo exponente del fracaso social. La narración avanza mostrando el lento proceso de autodestrucción de los protagonistas provocado por la rutina, el aislamiento, los prejuicios sociales y el fracaso en la relación con los nativos. En este ultimo aspecto destaca el ambiente de tensión racial impuesto por el racismo de los colonos y el régimen de segregación racial (apartheid). En cuanto al marco geográfico también desempeña un papel destacado en el hundimiento de los personajes. La autora describe las tierras de Rodesia de forma ambivalente; admira la belleza natural de la sabana africana (veld), del paisaje desolado y agreste, la maravilla de color de los amaneceres, pero detesta la dureza del clima, el calor y la sequía. En este ambiente de aislamiento rural y de precariedad de vida, la sucesión de las estaciones y los duros condicionantes climáticos contribuyen también a la desintegración y hundimiento psicológico de los personajes.

Se trata pues de una obra con importante matiz autobiográfico, cuyo eje central es un profundo retrato de la psicología femenina y también una evidente crítica del racismo. Una buena novela, realista y dura, no demasiado apropiada para lectoras con tendencia depresiva.

viernes, 17 de diciembre de 2010

NOVENA SINFONÍA "CORAL" // CARMINA BURANA


El último concierto al que he asistido ofrecía una programación interesante, dos obras de gran popularidad con destacada participación de coros y solistas; nada menos que la Sinfonía nº 9 de Beethoven y los Carmina Burana de Carl Orff interpretadas por una orquesta ucraniana y coros de Bielorrusia.
       
La Novena es quizás la sinfonía de Beethoven más famosa y reconocible por el público. Fue estrenada en 1824 y en su época sorprendió por su ultimo movimiento, un inusual final coral basado en la “Oda a la Alegría” de Schiller que desde entonces se ha convertido en símbolo de hermandad y libertad, alcanzando el honor de ser actualmente el himno oficial de la Unión Europea. 
Cuando oyes interpretar esta obra, en mi caso es la tercera  vez, te vienen a la mente palabras como grandiosa, sublime o apoteosis pero sobre todo comprendes lo que significa genialidad, la de un hombre al final de su vida, aquejado por las enfermedades y completamente sordo que es capaz de componer música de una belleza inigualable. El recitativo y los coros de la “Oda a la Alegría” es una de las pocas composiciones musicales que me produce al oírla un escalofrío de emoción.
Y aún así, tengo que reconocer que esta última interpretación de la “Coral” me ha gustado menos que las anteriores. Para empezar, el desarrollo o la ejecución de la melodía era más lento de lo habitual  lo que le restaba energía y brillantez al conjunto de la obra. En cuanto al bajo, el solista mas destacado, era deficitario en volumen de voz y tenía una tesitura más parecida a la de barítono, es decir más aguda, y por eso fracasó en el recitativo inicial de la “Oda a la Alegría”, un solo que sorprende por su tono grave sin apenas acompañamiento musical. A este bajo se le podía aplicar sin duda la primera estrofa de su recitativo “O Freunde, nicht diese Töne!“ (¡Oh amigos, no en esos tonos¡). 
La interpretación correcta es la que sigue:


Oda a la alegria. "O Freunde"

Me gustó bastante más la segunda parte del programa, los  Carmina Burana. El coro tuvo una estupenda actuación, como en la obra anterior, y entre los solistas, la soprano era muy buena. En un momento de su interpretación sostuvo una nota durante tanto tiempo que pensé que estaba al borde de la apnea. El supuesto tenor tenía una clara tesitura de contratenor, es decir la voz masculina mas aguda y parecida a la femenina, típica de los antiguos “castrati“, pero en este caso su actuación fue corta y además no desmejoraba el conjunto.
La obra de Carl Orff fue compuesta en 1936 y se define como cantata escénica porque además de la participación de orquesta, coros, y solistas, puede ser representada en escenas, aunque esto último no suele ser habitual.  Está compuesta por 25 canciones, la mayoría en latín (carmina), seleccionadas de una colección de cantos goliardos, de los siglos XII y XIII, encontrados en la abadía benedictina de Beuern (Bura en latín). Son poemas en los que se exalta el goce de vivir, los placeres carnales y el disfrute de la naturaleza, junto a sátiras contra los poderosos y los eclesiásticos. Los cantos están agrupados en tres bloques dedicados a la primavera, los placeres de la bebida, y los amorosos. El prólogo, repetido al final  es el famoso canto “Fortuna imperatrix mundi” que destaca el papel de la suerte y el destino en la vida humana.
En la obra la participación de la orquesta se reduce al mínimo aunque es destacable la importancia y riqueza de la percusión. La melodía suele ser repetitiva a lo largo de las estrofas de las canciones y destaca el ritmo que da variedad y riqueza al conjunto que adquiere así un aspecto de música elemental y primitiva muy acorde con la ambientación medieval de los cantos.
        Es la primera vez que asisto a la interpretación de los “Carmina Burana” y no me ha decepcionado. Es tan espectacular como esperaba.

Fortuna Imperatix mundi

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL ÚLTIMO CATÓN. Matílde Asensi


Desde siempre he sentido cierto recelo hacia los best seller porque entiendo que calidad literaria  y éxito de ventas no van siempre de la mano. Antes de decidirme a  leerlos acostumbro a esperar varios años y durante ese tiempo valoro las críticas y las opiniones de otros lectores sin que ello suponga objetividad por mi parte ya que mi decisión final suele ser fruto de un impulso más que del análisis.
Así ha ocurrido con “El último Catón” un absoluto éxito editorial desde que fue publicada en 2001.  Matilde Asensi  es una buena escritora de novela histórica y de aventura. Ésta pertenece a un género que podíamos llamar  de “suspense esotérico” que llegó a su máxima popularidad en 2003 con otro gran best seller, “El  código da Vinci” de Dan Brown, y que desde entonces ha propiciado la aparición de muchas novelas de este tipo, no todas buenas y muchas incluso lamentables, amparadas en la adhesión del público hacia esta literatura mezcla de misterio, fantasía, y divulgación.

Ciertamente el esoterismo es un auténtico filón para este tipo de literatura. Todo un conjunto de cultos  iniciáticos, filosofías mistéricas, antiguas sectas heréticas, órdenes militares con rituales sincréticos, organizaciones esotéricas elitistas, textos sagrados apócrifos rechazados por la religión oficial y un largo etcétera. Toda esta tradición mistérica se manifestó a lo largo de la historia mediante una exuberante simbología, fruto de la ilegalidad, la persecución, o el elitismo de los iniciados, y en todo caso confusa por cuanto se presta a múltiples interpretaciones. En fin, las ciencias esotéricas son de  difícil estudio histórico pero muy aptas para estimular la fantasía del lector.

El esquema de estas novelas suele ser muy parecido. Pueden comenzar con un suceso de tipo policíaco rodeado de misterio pero también de símbolos. Los protagonistas, muy cultos y con trabajos relacionados con el arte, emprenden una investigación deductiva basada en estos símbolos que a veces los lleva a soportar pruebas peligrosas y a profundizar en sucesivos misterios encadenados. Algo parecido a un camino iniciático en el que aparece velada y semioculta la presencia de una supuesta secta esóterica que pretende ser la guarda y defensora de un importante secreto que debe ser desvelado.
Aunque el lector espera impaciente el desenlace, la trama se hace a veces tan complicada que se necesita un final rápido que corte y explique de lleno la maraña argumental; algo parecido al  “deus ex machina” de las antiguas tragedias latinas. Con frecuencia este final  desilusiona un poco a veces por ingenuo, otras por excesivamente fantástico, y suele dejar algunos puntos oscuros si se pretenden explicar todos los misterios argumentales. Cuando se produce el desenlace el lector comprende que en realidad es lo que menos importa. Lo interesante es en suma el proceso de búsqueda, rico en simbología y fantasía, es el camino y no la meta.

Para terminar, debo de aclarar que después de “El código da Vinci” he leído unas cuantas novelas de este género, casi todas bastante malas, a veces rozando lo ofensivo para la inteligencia de un lector medio. Por comparación esta de Matilde Asensi me parece buena, bien construida y en muchos aspectos superior a la más popular de Dan Brown. Se lee con facilidad e interés.

domingo, 5 de diciembre de 2010

ESPAÑA, SUEÑO Y VERDAD. María Zambrano


María Zambrano (1904-1991) fue una figura destacada de la intelectualidad española del pasado siglo y no obstante la gran desconocida para una amplia mayoría de lectores, debido en parte a un prolongado exilio de nuestro país (1937-1984) y a su filiación política republicana, algo decisivo en su biografía pero poco importante en el contenido de su obra literaria esencialmente dedicada a la filosofía.

Fue discípula de Ortega y Gasset y durante su formación mantuvo contacto y amistad con intelectuales de las generaciones del 98 y del 27, entre otros con los poetas Antonio Machado, Luis Cernuda y Miguel Hernández. En su juventud vivió en Segovia, Madrid, Valencia y Barcelona y en su exilio viajó y residió en Chile, México, La Habana, París, Roma y otros lugares de Francia e Italia. Era pues una mujer cosmopolita lo cual sin duda enriqueció su pensamiento que partiendo de la filosofía de Ortega, ecléctica entre racionalismo e idealismo (“razón vital”, “perspectivismo”), evolucionó hacia otro eclecticismo que podría definirse como “racionalismo poético” una filosofía con fuerte tendencia mística.
Para Zambrano la razón, que es duda y pregunta a un tiempo, es  el método para explicar parte de la realidad, la de las cosas (verdad científica). Pero el racionalismo es insuficiente cuando buscamos la esencia de lo humano porque en el hombre subyace un fondo oculto y misterioso, caótico, primigenio y no revelado, algo que ella llama “sagrado” o “poético”.  La “razón poética” es el método a seguir en la búsqueda de dicha esencia. Un método pasivo, basado en el ensimismamiento que conduce a una especie de revelación.

La presente obra está integrada por una serie de ensayos en los que la autora analiza algunos de los temas y personajes más sobresalientes de la cultura española. Mitos muy nuestros como Don Juan o el Quijote,  personajes legendarios como el Cid; otros sobre la “mujer literaria” de Galdós, las ideas contrapuestas sobre la vida en Ortega (filosofía vital) y Unamuno (sentimiento trágico), y algunos  dedicados a pintores como Picasso o  a la ciudad de Segovia. En todos estos ensayos aparecen algunas de las ideas directrices de su filosofía que antes he intentado resumir, expresadas en un lenguaje muy parecido a la prosa poética.
Tengo que reconocer que es una obra interesante por su contenido e incluso por su estética, pero de difícil lectura, al menos para mí. Y es que me resulta complicado profundizar en la densa complejidad conceptual del lenguaje metafísico y más aún en el poético, tan dado a la introspección, tan intimista y, por tanto, tan personal del autor. Tengo pues que suponer que no estoy especialmente bien dotado para penetrar en el fondo de la especulación filosófica ni en la poesía, por más que pueda disfrutar de los aspectos formales y estéticos de esta última.

Repito, un libro interesante que obliga a una lectura detenida y profunda. Muy adecuado para aquellos aficionados a “la funesta manía de pensar”.