miércoles, 23 de noviembre de 2011

DIEZ DÍAS QUE ESTREMECIERON AL MUNDO. John Reed


“Diez días que estremecieron al mundo" no es estrictamente un ensayo histórico, entendiendo historia en su sentido de ciencia, como análisis e interpretación de los hechos históricos utilizando criterios de objetividad. No obstante, esta obra tiene, en mi opinión, valor y consideración de auténtica fuente histórica referida a la revolución rusa de octubre de 1917.
           El norteamericano John Reed (1887-1920) no es desde luego un historiador objetivo. Era periodista, poeta, y desde joven simpatizó con las ideas marxistas militando en algunos grupos activistas de su país. Como corresponsal de guerra siguió los principales eventos de la revolución mexicana iniciada en 1910 y después de 1914 los acontecimientos de la Gran Guerra europea. En 1917 llegó a Rusia justo a tiempo para ser testigo de la revolución bolchevique en octubre de ese año. Acreditado como periodista hizo un seguimiento diario y minucioso de  aquellas jornadas revolucionarias y las dejó plasmadas en la obra que nos ocupa. El propio autor reconoce en la introducción sus simpatías por el movimiento de los soviets pero eso no menoscaba la objetividad del relato de los sucesos de esos diez días en Petrogrado; una narración detallada, que se pretende lo más objetiva posible y apoyada por abundante material de discursos, proclamas y artículos de prensa insertados en el texto o como notas en el apéndice final. Son escasas las opiniones personales del autor, testigo directo de los acontecimientos. Con la perspectiva histórica actual podemos criticar un cierto grado de ingenuidad idealista respecto a los logros futuros de la revolución, pero hay que recordar que en aquellos momentos el movimiento comunista fue la gran esperanza de las sociedades oprimidas. El triunfo bolchevique fue el segundo acto de la Revolución Rusa que pasó de ser antimonárquica a anti-burguesa. No es este el sitio donde analizar las causas profundas y complejas de esta revolución, pero los hechos de octubre del 17 pusieron de manifiesto algo que me parece claro, la burguesía rusa estaba poco desarrollada como clase y su implicación con el zarismo hubiera hecho casi imposible la instauración de una democracia de tipo occidental.
Insisto en la idea inicial, esta crónica periodística, tiene el interés de la experiencia histórica, de los hechos vividos personalmente, en este caso con cierto grado de entusiasmo y emoción. Para mí es también historia. A fin de cuentas, la objetividad e imparcialidad total es una pretensión casi utópica de la historia, una cualidad valorable en el escritor; pero es sin duda el lector quien, en última instancia, debe utilizar su capacidad crítica para discernir sobre el grado de imparcialidad de cualquier historia. Y a fin de cuentas, se pueden obtener conclusiones válidas incluso de la parcialidad de una fuente histórica.

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