lunes, 26 de diciembre de 2011

MANUSCRITO ENCONTRADO EN ZARAGOZA. Jan Potocki


La vida del conde Jan Potocki (1761-1815) fue en sí misma toda una aventura capaz de colmar las expectativas de una buena obra biográfica. Nacido el seno de una familia de la alta nobleza polaca recibió de desde joven una esmerada educación en Suiza, dominaba varios idiomas además de las lenguas clásicas. En Francia frecuentó los círculos ilustrados y enciclopedistas y desarrolló su afición por las ciencias. Hizo muchos viajes a Turquía, Egipto, Grecia, Túnez y España y todos le aportaron una cierto sentido cosmopolita. En su mentalidad política se alejó del  conservadurismo de la aristocracia y abrazó  ideas progresistas y liberales. Era partidario de una especie de revolución pacífica propiciada desde arriba por la monarquía polaca de Estanislao II, último rey de Polonia de mentalidad ilustrada y liberal. Jan Potocki vivió pues entre los siglos XVIII y XIX y de acuerdo con las tendencias culturales de aquella época fue una mezcla de racionalista ilustrado y aventurero romántico.  Mostró una entusiasta afición por los avances científicos pero también por el esoterismo y las ciencias ocultas. Fue escritor, historiador, etnógrafo, pero sobre todo viajero y aventurero. Su vida estuvo llena de contradicciones ya que siendo liberal y nacionalista polaco sirvió al zar ruso Alejandro I en el preciso momento en que los polacos se unieron a Napoleón para recobrar sus libertades, con el resultado final de sobra conocido. Quizás fue también víctima de estas contradicciones cuando puso fin a su vida al estilo romántico, disparándose una bala de plata que el mismo fabricó.
El “Manuscrito encontrado en Zaragoza” es la obra más famosa del escritor polaco. Se trata de una novela gótica, un subgénero que se puso de moda a finales del XVIII, a partir de la publicación de “El castillo de Otranto” de Horace Walpole, considerada la primera de este estilo. Eran novelas de suspense ambientadas en escenarios tales como ruinas de castillos, criptas y sótanos de monasterios, bosques tenebrosos habitados por seres fantásticos, fantasmas, demonios etc. En general mostraban un gusto desmedido por lo medieval (de ahí lo de gótico), pero también por lo exótico y oriental. Se ha considerado que la novela gótica fue el precedente de la novela romántica. Actualmente aún sobrevive el subgénero gótico aunque muy mermado en calidad literaria y con un componente de “terror” sobredimensionado.
En “Manuscrito encontrado en Zaragoza” el autor nos muestra su visión de España, y sobre todo de Andalucía que conoció bastante bien en el curso de sus viajes. Antes que los viajeros del XIX como Merimé, fue Potocki el primero en ofrecer la imagen tópica y típica de una España de contrabandistas, bandoleros, toreros, bailaoras,  gitanos, brujas, cabalistas, inquisidores etc. En fin, la España de “charanga, pandereta, y sacristía” que tanto ha perdurado en el tiempo.
La narración tiene una estructura parecida a “Las mil y una noches” o “El Decamerón”, es decir, historias y relatos incluidos a su vez dentro de otros relatos. La acción se desarrolla en un marco histórico y temporal concreto, la España de comienzos del siglo XVIII, durante el reinado del primer Borbón, Felipe V. A partir de ahí, el personaje principal, en viaje por Sierra Morena, vive toda una serie de experiencias fantásticas y contacta con otros personajes que le cuentan sus historias. A lo largo de la novela el escritor demuestra sus saberes enciclopédicos y su conocimiento de la España de aquella época, la mentalidad popular etc. Algunos relatos son la justificación para exponer sus ideas en torno a la ciencia y los avances científicos, otros muestran su gusto por el esoterismo, en particular por la cábala hispanojudía. La mayoría no obstante reflejan la afición del autor por  brujas, demonios, vampiros, muertos vivientes y toda una completa galería de seres fantásticos. En la narración se aprecian además otros aspectos tales como la concepción nobiliaria del honor y su salvaguarda mediante instituciones como el duelo. En fin, una obra amena y rica en matices. Como curiosidad destacar que Potocki solo comete un error geográfico de bulto cuando considera que Sierra Nevada es la prolongación de Sierra Morena.

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