martes, 1 de mayo de 2012

PARA LEER AL ANOCHECER. Charles Dickens


Es bastante difícil comentar algo nuevo sobre Charles Dickens  (1812-1870), su vida fue novelesca en muchos aspectos y su obra es de las más extensamente conocidas de la literatura universal. La mayoría de los personajes que inventó trascendieron sus novelas y actualmente los conocemos  a través de múltiples versiones  en comic, cine, y televisión; tal es el caso de Oliver Twist, David Copperfield, Mrs. Scrooge (Cuento de Navidad), o Charles Darnay (Historia de dos ciudades). Esta última novela es la única que he leído del genial escritor inglés y, no obstante, podría comentar el argumento de algunas otras tal es la popularidad y difusión que han alcanzado en los medios audiovisuales. La obra de Dickens  no se puede encuadrar fácilmente en uno de los dos grandes movimientos literarios del siglo XIX. Por su crítica de la rígida estratificación de la sociedad victoriana y la miseria de los marginados en las grandes urbes industriales se han calificado muchas de sus novelas como “realismo social”, pero sus personajes están impregnados de un fuerte idealismo y a menudo descritos con tintes melodramáticos, lo cual le aproxima a postulados románticos. La edición de sus novelas por entregas y su afición por los relatos góticos también lo posicionan en el romanticismo.
          Chales Dickens produjo además multitud de relatos cortos que fueron editados en distintos periódicos y alcanzaron gran popularidad en su momento. Es ésta una faceta menos conocida del escritor y  eso atrajo mi curiosidad hacia esta antología de cuentos góticos titulada, como es costumbre, con el primero de la serie, “Para leer al anochecer”, que tienen como nexo común el ser historias de fantasmas. De la afición del escritor por los mismos es un ejemplo su popular “Cuento de Navidad” en el que aparecen hasta cuatro de ellos. Su actitud  frente a lo que  llama “vida espiritual”, entendida aquí no como fe y práctica religiosa sino como  creencia en  la existencia de aparecidos y seres de ultratumba, es escéptica. A menudo nos lleva a dudar si se trata de apariciones fantasmales o hechos casuales (La visita del señor Testador),  y casi todos los relatos contienen una cierta dosis de ironía que en muchos casos llega a ser parodia (El letrado y el fantasma), y en ocasiones se describe a los aparecidos con rasgos grotescos y ridículos.
          Como suele ocurrir en estas recopilaciones, la calidad de los relatos es muy variable. Algunos tienen un lenguaje  confuso que nos hace pensar en defectos de traducción. Otros contienen errores quizás atribuibles a la formación autodidacta del escritor. Por citar uno en concreto; un personaje dice querer arrojar los viejos cuadros de un palacio genovés al cráter del Vesubio, algo más fácil de conseguir si el palacio fuera napolitano. En fin, entre cuentos aburridos también encontramos otros francamente buenos, por citar algunos mencionaremos “El guardavías” inspirado en un accidente que sufrió el propio autor, el choque ferroviario de Staplehurst (1865). También son reseñables  “La historia del retratista” y “Cuatro historias de fantasmas”. Todos los cuento participan de los elementos indispensables en todo buen relato gótico; edificios ruinosos, viejos palacios, sótanos oscuros, clima tormentoso y brumoso, vegetación exuberante y umbría etc. No obstante la distancia entre estos relatos y los de Edgar A. Poe, gran maestro y renovador del género, es amplia. Estos apenas entretienen mientras que los cuentos de terror del norteamericano mantienen en todo momento la tensión del lector.   

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