lunes, 20 de agosto de 2012

REBELIÓN EN LA GRANJA. George Orwell


Parece claro que  la experiencia  vital del escritor  siempre influye de alguna forma en su producción literaria. El espíritu viajero de Jack London  o Joseph Conrad, por  citar algunos  ejemplos, quedó plasmado en  sus novelas de aventuras. Pero si hay un escritor en el que tal supuesto  se cumple con exactitud ese es George Orwell (1903-1950), un hombre profundamente  marcado por sus vivencias personales. En su juventud militó en la policía imperial india lo que le hizo desarrollar un fuerte sentimiento anticolonial que expresó en su novela  “Los días de Birmania”. Después sobrevivió haciendo trabajos variados rozando en ocasiones la indigencia, lo cual recuerda en su novela  “Sin blanca en París y Londres”. El contacto con las clases sociales más desfavorecidas  lo reflejó en su obra “El camino a Wigan Pier” y su compromiso con la justicia social lo llevó a  posiciones políticas de izquierda y a alistarse voluntario  para luchar como miliciano en la guerra civil española, experiencia que plasmó en “Homenaje a Cataluña”. Durante la  Segunda Guerra Mundial  trabajó como periodista y pudo comprobar los excesos del nazismo pero también se le hicieron patentes los abusos del estalinismo. Fruto de su aversión hacia los totalitarismos fueron sus dos mejores novelas, “1984”  y ésta que comentamos hoy, ambas convertidas en auténticos clásicos de la literatura moderna.
          Rebelión en la granja (1945) es una novela corta que fue concebida por el autor como una fábula satírica contra el estalinismo. Cuenta la historia  de los animales de una granja que se rebelan contra sus dueños y establecen un sistema de convivencia que termina degenerando en una nueva tiranía. Para los que conocen la historia es fácil identificar  en cada uno  de los animales el correspondiente  personaje histórico o grupo social del periodo en que Stalin dominó el régimen comunista en la Unión Soviética. Pero la novela tiene una segunda lectura  que trasciende la crítica  del estalinismo para profundizar en la corrupción que a todos los niveles engendra el poder político, que a falta de control tiende hacia el totalitarismo. En esta segunda lectura el mensaje es claro y puede ser captado por cualquiera con independencia de sus conocimientos históricos, por tal motivo la novela ha sido utilizada a menudo como herramienta educativa para  escolares en asignaturas de  formación democrática  ya que su lenguaje además es sencillo y bastante asequible.
          George Orwell fue siempre un escritor políticamente incorrecto. Ahora sabemos que durante años fue vigilado  por la policía inglesa por su militancia izquierdista y que, justo cuando terminó  “Rebelión en la granja” la novela tuvo problemas para encontrar editor porque en 1945, a finales de la guerra mundial, la URSS era aliada  de Gran Bretaña  y la fábula era tan clara en sus alusiones que podía ofender a Stalin. Lo cierto es que el escritor y periodista británico, además de inoportuno y molesto para el poder político en aquellos años, es reconocido hoy como ejemplo de intelectual comprometido  con sus ideales.
          En cuanto a la novela, mejor que comentarla es leerla directamente. Es de fácil  y breve lectura, nos  hará pensar  y nos divertirá  al  mismo tiempo. 

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