domingo, 18 de mayo de 2014

NOCHES ÁTICAS. Aulo Gelio

Dentro de la literatura grecolatina, la obra que hoy comentamos no deja de ser una mera anécdota histórica, al menos para mí, carente de formación académica especializada y solo motivado por la curiosidad de aficionado a los clásicos. Desde  mi perspectiva Aulo Gelio era un autor casi desconocido frente a otros como Homero, Cicerón, Tucídides, Tácito, o Plutarco, quizás los más célebres entre los de aquella remota antigüedad que fue el germen de nuestra cultura occidental.
         Poco es lo que sabemos de este escritor romano del siglo II d.C; que vivió entre los principados de Adriano y Marco Aurelio, viajó por  Grecia y se educó con los mejores maestros y filósofos de su época,  y en fin nos dejó esta obra fruto de su gran erudición. A priori, y a falta de información, su título me sugería una colección de poesía lírica. Nada más alejado de la realidad.
         Las Noches áticas pertenecen a un tipo de literatura clásica conocida como libros de misceláneas, es decir, colecciones de temas variados, expuestos sin un orden preconcebido, con afán divulgativo o de simple entretenimiento. Esta es al menos la intención que el escritor proclama en el prefacio. En cuanto al título, lo justifica cuando explica que hizo una recopilación de notas recogidas previamente y les dio forma literaria durante las largas noches de un invierno que pasó en Atenas. Así llegó a reunir 20 libros –equivalentes en extensión a nuestros capítulos-  de los que se han conservado todos menos el octavo. Como se ha dicho, los temas tratados no están ordenados por materias pero al principio de cada libro se hace una lista de los mismos a modo de  resumen. En lo referente al contenido, es muy variado aunque casi una tercera parte trata de gramática latina y griega. Como es natural ese bloque temático, capaz de entusiasmar a estudiosos y filólogos latinos, es bastante tedioso para los simples aficionados y en mi caso he pasado por alto la mayoría de sus entradas, salvo las referidas a etimología ya que siento un interés especial por el origen de las palabras. La parte dedicada a literatura interesa por cuanto da noticias de escritores antiguos cuya obra se ha perdido. Sobre la historia incide en aspectos biográficos y hechos de personajes, la mayoría del periodo republicano. En derecho comenta muchas leyes e instituciones políticas y nos muestra su admiración por la primitiva Ley de las XII Tablas, y es gracias a sus comentarios que actualmente conocemos el contenido de  estas leyes que fueron el origen del ius civile  romano y por tanto de nuestro actual Derecho Civil.  En cuanto a filosofía, nos muestra su afinidad con Cicerón y los filósofos neo-platónicos y estoicos, al tiempo que es un claro detractor de las ideas de Séneca que intenta desacreditar siempre que puede. En geografía resume los conocimientos de su época, y en medicina destaca aspectos tan actuales como los beneficios de la lactancia materna. En fin, la temática es tan variada que resulta imposible de clasificar. Va desde cuestiones serias como la organización del ejército, las funciones políticas de las magistraturas, o la elección de las vestales, hasta asuntos de apariencia trivial como la moda en vestido y calzado, la organización y desarrollo de un banquete, e incluso llega a niveles de puro cotilleo cuando critica las túnicas de manga larga que considera indecorosas en los hombres.
         Los estudiosos suelen dividir la evolución intelectual de una determinada cultura en tres periodos. En el primero, llamado arcaico, se establecen los fundamentos religiosos, institucionales, y artísticos mediante la recepción de tradiciones orales y su fijación por escrito. El segundo, llamado clásico, supone el cenit cultural y en cuanto a creación literaria. El tercero, el post-clásico, viene representado por la erudición, la casi ausencia de creación, y la recopilación de los saberes clásicos en códices. A este último periodo de la cultura romana pertenece Aulo Gelio y otros escritores de su época. Admiradores del lenguaje arcaico, de las primitivas virtudes del pueblo romano, de las instituciones republicanas, cuando el Imperio había llegado a su máxima extensión con Trajano y amenazaba hundirse tras Marco Aurelio, y después que Horacio, Virgilio, y Ovidio, lograran alcanzar la cima de la literatura latina. No son creadores sino estudiosos interesados en la arqueología cultural, que plasman sus conocimientos en recopilaciones de leyes, tratados de historia natural o misceláneas como ésta. Los pocos literatos de este periodo, como Apuleyo, abandonan la elegancia clásica y se tornan barrocos en su estilo. Este es el contexto histórico en el que se inscribe esta obra.
         Lo dicho no debe ser motivo para menospreciar estas Noches áticas. Gracias a Aulo Gelio tenemos noticias de escritores, filósofos, e historiadores casi desconocidos. También de instituciones políticas, costumbres, y otros muchos aspectos sociológicos. Su valor como fuente histórica es pues fundamental para los estudiosos y, a través de sus ensayos y trabajos, también para los aficionados a la cultura grecolatina.
         Una advertencia final. Por más que la obra abunde en curiosidades y anécdotas, no deja de ser algo parecido a una enciclopedia, y además desordenada. No es pues un libro para leer de un tirón, ni siquiera en varias etapas. Es más bien un plato para degustar a pequeños bocados y distanciados en el tiempo, a ratos perdidos. Si no lo hacemos así corremos grave riesgo de indigestión.


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