domingo, 9 de noviembre de 2014

DON GIOVANNI. W.A. Mozart

Una vez más la Compañía Lírica Ópera 2001 ha incluido Jaén en su gira de provincias y para la ocasión nos ha ofrecido esta obra de  W. A. Mozart. Una ópera casualmente apropiada para este mes de noviembre, de santos y difuntos, por ese final tan conocido en el que se decide la condena o salvación del protagonista, en un fúnebre y fantasmal ambiente de cementerio.    
        Don Giovanni es una ópera en dos actos compuesta por Mozart con libreto del italiano Lorenzo da Ponte. Su argumento es una versión del conocido mito literario de Don Juan, inspirada en El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, podemos pues adivinar el desenlace; en esta ocasión el conocido libertino se condena por su tozuda persistencia en el pecado. Habrá que esperar al Tenorio de Zorrilla para conseguir la misericordia divina por la vía del arrepentimiento.
       Se la considera un drama jocoso y  Mozart la catalogó como opera buffa porque, al margen del dramático final, la trama es lo más parecido a una comedia de enredo. Don Giovanni (barítono) es el personaje principal; en el melodrama lo acompañan Donna Anna (soprano), hija del Commendatore, su prometido Don Ottavio (tenor), y Donna Elvira (soprano), abandonada por Don Giovanni. El contrapunto cómico lo ofrecen el criado Leporello (bajo) y los campesinos Masetto (bajo) y Zerlina (soprano), y en el plano dramático, el Commendatore (bajo). En este elenco de ocho cantantes, que diría más numeroso de lo habitual, destaca la abundancia de bajos, una tesitura vocal menos representada en otras óperas. También me parece novedoso que en esta ocasión un barítono interprete al personaje principal cuando el protagonismo masculino suele reservarse para la voz de tenor.
        Ante la nómina de personajes arriba citada, no parece necesario aclarar que el libreto está escrito en italiano. En cuanto a la ambientación histórica es bien conocido que la trama se desarrolla en Sevilla durante en el siglo XVII, pero los personajes de la versión que hemos presenciado no vestían a la moda de ese siglo sino con casacas y sombreros de tres picos del XVIII; quiero pensar que se trata de respetar en ésta ocasión la escenografía de la primera representación de la ópera en Praga, 27 de octubre de 1787, que seguramente adolecía de ese anacronismo en la ambientación ya que era ese el vestuario propio de la época. 
        En la composición de Don Giovanni, Mozart introdujo ciertas novedades y efectos musicales especiales, esto hizo que en su estreno se considerara difícil de interpretar. Así en el baile final del  primer acto aparecían tres grupos de músicos tocando distintas danzas que acompañaban el baile de los personajes principales, y todas sincronizadas. Esta floritura es habitualmente suprimida en las representaciones actuales. 
        La obertura de la opera es espectacular. Se dice que Mozart la terminó un día antes del estreno en Praga. En nuestra representación la orquesta era bastante reducida y eso sin duda restó brillantez a la interpretación. La actuación de los solistas alterna aria con recitativo secco, es decir, solos acompañados de orquesta y  otros con inflexiones de la voz imitando diálogo y acompañados por un solo instrumento. Habitualmente la calidad de los cantantes suele ser acorde con el protagonismo de los personajes y con la mayor exigencia de los principales. Es natural pues que las mejores interpretaciones correspondan a los de mayor protagonismo. Fue muy buena la del barítono (Don Giovannni) y la primera soprano (Donna Anna), también lucida la del primer bajo (Leporello). El final, la cena con el convidado de piedra fue melodramático y espectacular y en suma, asistimos a una estupenda representación.
        Para terminar quiero resaltar dos curiosidades de la obra. En el baile final del primer acto, Don Giovanni y otros personajes brindan al grito de ¡viva la libertad¡ algo que debió sonar subversivo en el ambiente político del despotismo ilustrado y cantado en un estreno dos años antes del comienzo de la Revolución Francesa. Este y algunos detalles más han sido destacados por la crítica para atribuir a la opera una cierta intención social. También debe señalase que en su estreno acababa con un sexteto de los personajes supervivientes a Don Giovanni, de carácter alegre y con algunas connotaciones morales. Este final fue censurado en interpretaciones posteriores por ser considerado subversivo y de dudoso gusto. En nuestra representación, fiel a la original, se ha conservado.   


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