lunes, 18 de agosto de 2014

LAS LEYES DE LA FRONTERA. Javier Cercas

El autor de esta novela ilustra bien la vinculación entre periodismo y narrativa cuyo paradigma más excelso fue sin duda Gabriel García Márquez, fallecido este mismo año. Sí he citado al genio del realismo mágico no es intentando establecer comparaciones valorativas con nuestro escritor, sino pretendiendo resaltar esa estrecha relación, casi a modo de vasos comunicantes, entre ambas especialidades, un trasvase que resulta evidente en estos dos casos y en otros muchos. A fin de cuentas el periodismo escrito, si es de calidad, merece la consideración de género literario.
        Javier Cercas (1962) se formó en filología y durante un tiempo ejerció como docente universitario de literatura española. Desde muy joven alternó las colaboraciones periodísticas con una temprana vocación por la narrativa. Triunfó como escritor con Soldados de Salamina (2001) y desde entonces ha ganado merecido prestigio y reconocimiento en ambas actividades, como novelista y articulista de prensa. Quizás sea esta doble faceta la que más ha condicionado parte de su producción literaria que se caracteriza por la mezcla de géneros en una estructura narrativa conocida como novela  testimonio. El título antes citado, su éxito más galardonado, y ésta última de sus novelas pertenecen a este subgénero en el que Cercas  ha confirmado sobradamente su maestría.
        Los anglosajones, en su afición por la síntesis lingüística, crearon un neologismo para este tipo de novelas a las que denominan faction (fact+fiction), literalmente (hecho+ficción). Porque, en efecto, son una mezcla de ficción literaria y realidad que se articula en torno al discurso testimonio, es decir, mediante el recurso a la entrevista de personajes reales, o ficticios inspirados en reales, con la intención de recabar información sobre hechos históricos o verídicos. El testimonio es la historia llevada al terreno de la subjetividad y por tanto colindante con la ficción, no en balde a la novela testimonio se la conoce también como relato real o meta-ficción. La entrevista es la que refuerza en este tipo de novelas el nexo de unión entre periodismo y literatura.
        Las leyes de la frontera (2012) es desde su propio título toda una declaración de intenciones. Porque la frontera, ese límite tan real como imaginario, es el leitmotiv, la idea directriz que subyace en todo el relato. Una delgada y porosa línea que separa realidad y ficción, la verdad de la mentira, el bien del mal; que traza difusos límites entre adolescencia y madurez, entre amor y sexo, entre orden burgués y marginalidad; tan sutil que apenas consigue distinguir entre persona y personaje, o entre la bienintencionada rehabilitación penal y la manipulación político-mediática de la misma.
        En cuanto al argumento, prefiero copiar lo más breve posible algún fragmento de las sinopsis promocionales de la novela para no desvelar demasiado, destriparla o hacer spoiler, dicho en argot más actual: “Durante el verano de 1978, el Zarco, Tere y el Gafitas se dedican a dar tirones, robar coches, desvalijar casas y atracar bancos, unidos por una atracción tan extraña como indestructible. Veinte años más tarde, el Gafitas se ha convertido en el abogado más notable de la ciudad y recibe el encargo de defender al Zarco, convertido en el delincuente más famoso de España”
        Como hemos adelantado, la narración gira en torno a unas entrevistas. Las hace un supuesto escritor que pretende escribir sobre Zarco, personaje ficticio inspirado en el Vaquilla, un delincuente juvenil que se hizo famoso en nuestro país durante los años 80, la época de la transición. Como el entrevistador solo hace preguntas o da breves respuestas, los diálogos son en realidad monólogos de los personajes entrevistados que enfocan la historia del Zarco desde su propia perspectiva subjetiva, contando su relación o sus impresiones sobre el mismo. En esa estructura de narradores múltiples que hablan en primera persona, destaca el verdadero protagonista que es Ignacio Cañas alias Gafitas, que mantiene una relación triangular con Tere y el Zarco que oscila entre la admiración, la amistad y el amor. Un protagonista con algunas similitudes de tipo autobiográfico con el escritor, que  también vivió su adolescencia en Gerona, tuvo contacto tangencial con las drogas blandas, y quizás soportó su misma condición de  charnego.
        La novela se divide en dos partes. En la primera el Gafitas cuenta sus vivencias con la banda del Zarco en el verano de 1978. La segunda se desarrolla treinta años después y relata la defensa del Zarco y su proceso de rehabilitación. El relato está escrito en un lenguaje claro y directo que sin embargo esconde verdades a medias, situaciones dudosas, y sentimientos ambivalentes que mantienen en todo momento el interés. Porque es la habilidad del autor lo que transforma una historia en apariencia simple, cruzando en ambos sentidos esa difusa frontera entre mito y realidad, para  desmitificar al personaje y mostrar los claroscuros y contradicciones sociales de aquella época de la transición española tan a menudo glorificada, y dejar un final abierto a la interpretación particular del lector.
        Para terminar, una estupenda novela que no dudo en recomendar.