sábado, 25 de abril de 2015

LA OFENSA. Ricardo Menéndez Salmón

La novela es un género muy versátil que asociamos con frecuencia a fantasía, dramatismo, aventura y suspense. Pero en ocasiones, sin merma de esos elementos esenciales en la narrativa, puede ser además un buen motivo de reflexión y ese parece ser el caso de ésta que comentamos. No debe  extrañarnos si valoramos la formación filosófica de su autor, el escritor asturiano Ricardo Menéndez Salmón (1971), o consideramos la ambientación del relato. En efecto, el nazismo, y la crueldad sistemática que generó, siguen provocando asombro  y cualquier ficción enmarcada en ese entorno resulta, cuando menos, inquietante y sitúa al lector entre la incomprensión y la repulsa ética.
La ofensa (2007) es la historia de Kurt, un joven alemán cuya estable vida burguesa queda bruscamente truncada con su movilización militar en 1939, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Asistiremos con él a la invasión de Francia, también a su personal metamorfosis, la de un pacífico sastre y músico sensible convertido, por obra de la guerra y la disciplina militar, en cabo de las tropas SS que asume su nuevo rol arropado por el patriotismo y la eufórica moral de triunfo que propicia la propaganda oficial. Todo se derrumba cuando se enfrenta directamente al horror, y ese impacto brutal lo traumatiza de tal forma que provocará una serie de efectos sucesivos que lo conducirán al  sorprendente final.
 El relato tiene un desarrollo lineal en el tiempo; se inicia, como se ha dicho, en 1939 y se extiende hasta 1941 en la Francia ocupada. Con el desenlace asistimos a un salto temporal, hasta 1946 en el Londres de posguerra. Está contado en tercera persona y la trama argumental es simple y directa porque se centra esencialmente en el protagonista y muy pocos personajes. La narración se sustenta en un conjunto de elementos que nos hacen evocar el conceptismo antes que la exuberancia barroca. Entre ellos cabe destacar la sobriedad de la técnica, la expresión concisa, la profundidad y elegancia del lenguaje. También el uso de la elipsis narrativa y la precisión descriptiva que sugiere más que explica. 
Y a pesar de esa austeridad  de recursos literarios, o quizás por ello, la historia nos atrapa de principio a fin, porque es inquietante en sí misma y por el ambiente que la rodea. Mientras nos adentramos en la trama nos asaltan dudas y preguntas  que el narrador  plantea hábilmente mediante una serie de reflexiones éticas y filosóficas intercaladas en la misma; ¿Cuál es la ofensa?, ¿la provoca o la sufre el protagonista?, ¿puede el miedo y el horror  insensibilizar o hacer perder la razón? Conozco dos respuestas literarias a esta última cuestión; el joven Kurt padece el primer efecto, en cambio el señor Kurtz  - El corazón de las tinieblas-  o su versión cinematográfica, el coronel Kurtz  en  Apocalypse Now, enloquecen ante el horror.
   La novela suscita otras muchas cuestiones, porque la historia de nuestro sastre-soldado es, a fin de cuentas, el trasunto o imagen paradigmática de la propia sociedad alemana que toleró y sufrió la monstruosidad del Tercer Reich. La  violencia racionalmente planificada de los nazis provoco en aquella generación unos traumas que se podrían resumir en tres conceptos; complicidad, culpa y expiación. Unos traumas heredados por las siguientes generaciones  cuyas secuelas aún pueden percibirse.
  En fin, conviene que cada lector saque sus propias conclusiones y por eso no insistiré más en el análisis ni en el resumen del argumento. Sólo añadiré que el final, aunque sorprendente, es totalmente lógico si se enfoca desde la perspectiva adecuada.
         Estamos, en mi opinión, ante una estupenda novela, breve, se lee con facilidad, tiene intriga y es, como decía al principio, de las que hacen pensar.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario