lunes, 5 de octubre de 2015

UN AS EN LA MANGA. Annie Proulx

La escritora norteamericana Annie Proulx (1935) es casi desconocida entre los lectores españoles. Para hacerla relevante conviene destacar que uno de sus relatos cortos, Brokeback Mountain (1999), fue versionado al cine con el mismo título y ganó tres Oscar en 2005, entre otros al mejor guion adaptado pero no a la mejor película, lo cual provocó duras críticas de la escritora a la Academia de Artes Cinematográficas Americana, un enfrentamiento que tampoco tuvo gran difusión en nuestro país. El inicio de esta octogenaria autora en la narrativa fue tardío ya que no empezó a publicar hasta la década de los noventa y su obra consta de sólo ocho o nueve títulos si bien ha sido reconocida con el prestigioso premio Pulitzer. Nacida en Connecticut, un pequeño estado de la costa noreste de los Estados Unidos, zona de suaves colinas y grandes bosques con clima templado y húmedo. Quizás por el manifiesto contraste del paisaje, parece sentirse impresionada y atraída por las grandes llanuras americanas, su extrema climatología y la dureza de sus gentes. Así una buena parte de sus novelas se localizan en los estados centrales, Wyoming, Colorado, Nuevo México, Texas y Oklahoma. Entre ellas destacaré dos; Wyoming Stories (1999) y esta que nos ocupa.
          Un as en la manga (2002) tiene un título sugerente en el que se intuye una prometedora trama argumental con sorprendente final, pero no conviene dejarse engañar  por la apariencia. Es la historia de Bob Dollar un joven de Denver que inicia un viaje de trabajo al panhandle de Texas y Oklahoma, comisionado por su empresa como localizador de terrenos apropiados para la instalación de granjas de cerdos, una actividad ganadera altamente contaminante. Hasta aquí  no expongo más de lo que se dice en la introducción de contraportada pero he de advertir que, salvo el esperable desenlace, ese es casi todo el argumento.
          Como  digresión, he de aclarar que el panhandle (literalmente mango de sartén) es un concepto geográfico acuñado en Estados Unidos, muy típico de la colonización americana del Medio Oeste, con esas fronteras estatales que vistas en el mapa recuerdan por su cuadriculada geometría las parcelaciones agrarias. Se trata de una  franja de terreno estrecha de un estado que se introduce en el territorio de otro u otros estados. El término más parecido en castellano es corredor o pasillo.
          De vuelta a la novela; está narrada en tercera persona lo cual resta entidad a un protagonista ya de por sí bastante desdibujado, que desaparece de la acción durante capítulos enteros y se limita a una vaga relación con los habitantes de la zona recelosos de su presencia, recogiendo historias de los lugareños que ni siquiera cuenta personalmente. Porque en realidad el verdadero protagonista es el panhandle y sus gentes. Esas grandes llanuras del altiplano norteamericano, de clima continental extremo, agostadas por las sequías y azotadas por los huracanes, tierra de pastos para el ganado vacuno y plantaciones intensivas de cereal que amenazan el gran acuífero subterráneo que las riega. Es también la historia de sus habitantes, herederos de los colonos del XIX, gente austera y ruda, orgullosos en su aislamiento y recelosos con el forastero, conservadores y religiosos. El protagonista es un mero pretexto que justifica el relato de sus vidas, descritas con tono realista, abundando en aspectos inverosímiles, humorísticos y también crueles. Ese estilo narrativo ha  sido calificado por la crítica como realismo mágico y yo añadiría, carente de emotividad; nada que ver con García Márquez.
          Como aspectos positivos cabe destacar las descripciones precisas del paisaje y las costumbres de sus gentes. Un costumbrismo que se recrea en todos los tópicos de ese ambiente tejano de cowboys, granjeros y rancheros, súbitamente arruinados por la sequía o enriquecidos por el petróleo; también en los pueblos del ferrocarril de una sola calle, en los rodeos, las barbacoas, las iglesias baptistas etc. En realidad, con distinta estructura, este libro hubiera sido un buen ejemplo de literatura de viajes, por más que el ambiente geográfico y social que nos muestra haya sido muy explotado por el cine norteamericano. En cambio como novela carece de tensión narrativa, la acción es anodina y el desenlace de tono ecológico apenas justifica sus casi cuatrocientas páginas.
          Un libro no es bueno o malo en sí mismo, tiene matices valorables y otros negativos, gusta o no gusta según la sensibilidad y preferencias del lector. Con éste no he sintonizado hasta el punto de poder superar una cierta sensación de aburrimiento.