sábado, 6 de agosto de 2016

OBRA POÉTICA. Baltasar del Alcázar

Tengo que reconocer mi deuda con este antiguo poeta sevillano del que he tomado en préstamo parte de sus señas de identidad. Para empezar, titulé mi blog con el nombre del personaje que encabeza su poema más conocido, el que empieza con los versos: En Jaén donde resido/vive Don Lope de Sosa.. Más tarde seguí  utilizando ese literario pseudónimo en las redes sociales, y  para rematar la faena puse como foto de mi perfil el único retrato conocido del poeta, un dibujo publicado nada menos que en 1599. En el retrato aparece avejentado, con barba cana, engolado a la moda de su tiempo y ostentosamente laureado de una fama literaria que, según dicen, acaso no traspasó los límites de su ciudad natal. Estas apropiaciones las justifico por mi inicial recelo hacia la red y la intención de mantener el anonimato. Ahora cuando, a pesar de todas esas precauciones, Google me conoce bastante más de lo que debiera y me felicita por mi cumpleaños, me busca amigos o conoce mis aficiones, me alegra pensar que al menos no puede utilizar mi imagen y nombre real. He mantenido pues esa pequeña usurpación de personalidad que me exonera de pagar derechos de imagen o de autor, inexistentes en el siglo XVI.
En el marco poético del Siglo de Oro, que comprende todo el XVI y gran parte del XVII, a Baltasar del Alcazar (1530-1606) se le puede encuadrar en la llamada Escuela sevillana, cuyo máximo representante fue Fernando de Herrera (1534-1597) y a la que también pertenecieron Gutierre de Cetina (1520-1557) y Rodrigo Caro (1573-1647) entre otros. De lo poco que he leído sobre este grupo de poetas renacentistas, deduzco que fueron una especie de transición entre la lírica petrarquista típica de Garcilaso de la Vega y los dos grandes de la poesía  barroca, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo

Como otros muchos en su siglo, nuestro autor fue antes soldado que poeta. Militó en las galeras de Don Álvaro de Bazán, fue hecho prisionero aunque no terminó mutilado –recordar al manco de Lepanto-  y parece que estuvo un tiempo destinado en la guarnición del castillo de Jaén. Después entró al servicio del duque de Alcalá y del conde de Gelves, entre otros cargos fue alcaide del castillo y villa de los Molares y se dedicó a negocios especulativos y de rentista. No debió de sufrir penurias económicas porque padecía de gota, la enfermedad de la nobleza, y a ese mal dedicó algunos de sus poemas. En el plano literario, no gozó de fama en su época, sus poesías no fueron publicadas y se han conservado gracias a un manuscrito de su amigo, el pintor Pedro Pacheco, que las recopiló, junto a su único retrato, en un libro de ostentoso título: Libro de Descripción de Verdaderos Retratos de Ilustres y Memorables Varones. La posteridad tampoco le hizo justicia, ha sido casi ignorado por la crítica literaria, escasean los estudios sobre su obra y en los manuales de literatura se cita apenas su nombre asociado al poema ya mencionado, Cena jocosa, que se pone como ejemplo de poesía  burlesca de tema anacreóntico.
Este volumen, titulado Obra completa (2001), es la segunda de las dos únicas ediciones conocidas que  recogen la obra del poeta, un total de 237 poemas más otros 15 de dudosa atribución. Se trata de una edición de alta calidad, precedida por una estupenda introducción de Valentín Nuñez Rivera, tan técnica que los lectores poco especializados deberían leer a salto de párrafo, seleccionando sólo las ideas importantes
Su producción lírica fue muy variada. En cuestión de métrica dominó tanto los versos endecasílabos como los octosílabos, también las estrofas, cuartetos, tercetos y principalmente los sonetos. En cuanto a las composiciones, escribió odas, epístolas, epigramas, glosas, canciones y villancicos. Sus temas son igualmente variados; poesía religiosa en la que exalta a la Virgen o el dogma de la Eucaristía muy valorado por la Contrarreforma; poesía amorosa fijada en sonetos de estilo petrarquista; poesía culta de tema mitológico clásico; poesía laudatoria a sus mecenas  nobiliarios; sonetos misivos dedicados a los escritores sevillanos de su generación. Pero su auténtica originalidad es la poesía burlesca, satírica en su contenido y basada en la parodia que vulgariza los códigos estéticos y los ideales renacentistas. Su burla se extiende, de forma inmisericorde, a las costumbres de su tiempo; a las mujeres, que no son aquí el ideal de dama sino prostitutas, retratadas en sus defectos físicos, livianas de costumbres y manipuladoras en el amor; a los maridos cornudos y a las limitaciones venéreas en la edad senil. Viaja a contracorriente cuando se ríe abiertamente del tema pastoril y bucólico al estilo horaciano y reivindica la vida ciudadana. La sátira se extiende a la propia poesía cuando critica la obsesión por los versos consonantes que obligan al abuso de arcaísmos y cultismos para conseguir la rima a costa de hacer el contenido ininteligible. Sus poesías eróticas abundan en disemias o palabras y frases de doble sentido y parodian la lascivia de frailes y monjas. El poema titulado Diálogo entre dos perros es un claro precursor de la novela picaresca y en concreto del Coloquio de los perros de Cervantes.
En fin, la lírica de Alcázar es una exaltación de los goces de la buena mesa y del amor, y también una burlesca desmitificación de los valores éticos y estéticos imperantes en su momento, que no respeta ni asuntos tan serios entonces como el honor, la guerra, el amor o la poesía. Es también contradictoria, religiosa en su deseo de expiación de culpas propias y adhesión al dogma, pero profundamente anticlerical; culta pero crítica con su propia estética y popular en el fondo. El conjunto de su obra abunda en curiosidades; como ejemplo cabe señalar un poema en el que se burla de la fiesta de los toros, y otro en el que satiriza los pronósticos de los astrólogos.
Para terminar, no diré que todos los poemas resulten interesantes, algunos son bastante crípticos, otros aburridos por exceso de cultismos. En el libro hay que buscar las perlas, que son muchas, y pasar por alto el resto. En cualquier caso, con esta lectura, entendida como curiosidad literaria, creo haber saldado mi deuda con Baltasar del Alcázar.





3 comentarios:

  1. Siempre me gustaron tu seudónimo, muy vinculado a nuestra tierra, y la imagen laureada de tu perfil. Ya son familiares para mí, pero recuerdo que la primera vez que los vi me parecieron geniales y muy adecuados. Aprovecho la ocasión para felicitarte, una vez más, por tu blog. Por cierto, estoy algo celosa… ¡A mí no me felicita Google por mi cumpleaños!

    Aunque ya está mediado, te deseo buen verano. Un abrazo.

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    1. Gracias por darme ánimo para seguir. Lo del cumpleaños se debe a que he debido introducir la fecha en alguna web relacionada con Google. Un fallo lo tiene cualquiera, jaja. De todas formas estamos perdido, lo saben todo de nosotros y se pasan los datos de unos a otros.

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  2. Por cierto, ahora me doy cuenta ¡¡¡. Baltasar del Alcázar tiene un ojo vago u otra alteración ocular.Con el ojo izquierdo mira al espectador y el derecho tiene una mirada un poco estrábicay el párpado algo caído. Normal, se le ve muy viejecito.

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