lunes, 2 de abril de 2018

AMAPOLAS VERDES. Ildefonso Morillas Pulido


Ildefonso Morillas (1974) es un escritor aún no favorecido por las técnicas de marketing editorial. Bajo esa perspectiva podría considerarse un autor incipiente y no reconocido, a pesar de tener publicadas hasta ahora dos novelas, dos volúmenes de relatos cortos, y haber sido galardonado con varios premios de ámbito local y regional. En cuanto a este tipo de escritores casi desconocidos, pienso que los clubs de lectura cumplen una decisiva función  divulgativa de su obra que tiende a hacerlos visibles ante el público lector. Gracias a mi club, y con este libro, he descubierto a un nuevo escritor, un paisano jiennense al que sinceramente deseo una pronta consagración en el panorama literario español.
Amapolas verdes (2017)  es su tercer libro de cuentos. Un volumen integrado por diez relatos, incluido el que le da el título. La mayoría están ambientados en lugar y tiempo indefinidos, que el lector localiza a veces por los nombres de algunos personajes, o pequeños detalles que le remiten a un pasado no muy remoto. La excepción son los titulados Fiona Glenn, con escenario en la Irlanda  de mediados del pasado siglo, y Niños, moscas y ferragosto, ubicado en la región  italiana de Las Marcas. La localización es aquí importante, porque sitúa a los personajes en un medio rural opresivo que refuerza la impresión de soledad de los mismos. 
Casi todas son historias narradas en primera persona por los protagonistas principales, en un tono que nos revela sus sentimientos más íntimos. Son relatos que no buscan el efectismo de la fantasía sino la emotividad que emana de hechos cotidianos o experiencias y sensaciones que dejan su impronta en la vida de los personajes.
El tema que trasciende la mayoría de estos relatos es el amor y sus manifestaciones o secuelas. Un amor ni idealizado ni afectivo sino  entendido más en su faceta venérea, en ocasiones con descripciones de una carnalidad explicita. El amor, y también su ausencia, que deja heridas permanentes. El despertar al sexo de un adolescente egoísta y celoso; el amor desigual  y el abandono de la amada; el fracaso de la vida conyugal; la nostalgia y la frustración sexual en  una violación poco menos que consentida; el amor roto antes de consumarse. Historias narradas a menudo por mujeres marcadas por la pobreza o un entorno agobiante, amores que las señalan y concluyen en soledad. Unos pocos relatos rompen esta supuesta unidad temática y nos muestran los terrores nocturnos infantiles, o el dolor contenido pero insuperable por la pérdida de un hijo.
Los personajes evidencian sus sentimientos con un lenguaje sencillo y directo, desprovisto de artificio pero emotivo, que puede ser vulgar si la ocasión lo requiere. Las historias, con la excepción de la titulada Fuego, no tienen un final sorprendente como suele ocurrir en este tipo de relatos cortos. Pero todas tienen matices inquietantes o establecen relaciones simbólicas que mantienen la atención del lector.     
En resumen, una colección de cuentos de lectura fácil. Quizás les falte algo que no sabría definir bien, pero tienen aspectos interesantes que evidencian a un escritor que, utilizando un término taurino, apunta maneras y habrá que seguir en el  futuro.

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