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lunes, 8 de octubre de 2018

AUTOBIOGRAFÍA DE UN YOGUI. Rafael Álvarez "El brujo"


El XIX Festival de Otoño de Jaén ha tenido este año un estupendo estreno con esta representación teatral interpretada por Rafael Álvarez “El Brujo”. No voy a glosar la brillante y larga trayectoria profesional de este dramaturgo y actor que ha sido reconocida con múltiples premios. Sí quiero señalar el éxito y la popularidad de sus últimas creaciones dramáticas, estructuradas en base al  monólogo, que armonizan el humor y la parodia inteligente con reflexiones en torno a temas de mayor calado intelectual, más trascendentes si se quiere. Asuntos y pensamientos que parecen recurrentes en el autor, tales como la esencia del teatro o la literatura, y sobre todo la mística como indagación o respuesta a sus propias inquietudes espirituales
Hace años asistí a uno de estos espectáculos protagonizado por el Brujo, titulado Misterios del Quijote, y quedé muy impresionado por la versatilidad de sus recursos dramáticos y la capacidad de improvisación. Ha producido otras obras con el mismo esquema interpretativo. En ellas aporta su visión personal en torno a la tragedia clásica, la picaresca española o grecolatina y la poesía mística de San Juan de la Cruz. El secreto de su éxito lo explica el propio autor cuando reconoce:¡Yo solo soy un cómico y un comediante¡. El humor es en efecto el instrumento que utiliza para introducirnos en un mundo en el que se aúnan en un todo coherente simbolismo y mito, ciencia y espiritualidad, filosofía y arte. Un humor sabiamente dosificado que aligera la densidad o la profundidad de sus reflexiones y rompe la tensión dramática cuando conviene.
Con Autobiografía de un yogui, el Brujo parece haber rizado el rizo en su original y ya clásico planteamiento dramático, porque en esta ocasión nos remite al territorio de la mística hinduista, en general bastante alejado de nuestra mentalidad occidental. El título alude a un libro de Paramahansa Yogananda, el yogui que introdujo el raja yoga en Occidente, la ciencia de la meditación que conduce a la realización del ser. Al comentar pasajes de la autobiografía, el actor entreteje su monólogo con distintos mimbres que nos conducen desde el materialismo científico hasta la espiritualidad oriental, desde la relatividad de Einstein, pasando por  la transmigración de las almas, hasta llegar a la luz como símbolo de energía pura desligada de la materia.
Y una vez más, con esta obra, el actor consiguió el milagro de mantener intacta y elevada la atención en torno a esa amalgama de misticismo filosófico, gracias no sólo al humor y la ironía improvisada que despliega cuando intuye momentos bajos en el espectador, sino amparado por una serie de recursos, la mímica y modulaciones en el tono o volumen de la voz, los acordes de una especie de guitarra hindú, y una escenografía sobria y elegante, elementos todos ellos capaces de crear el clima apropiado para interesar a una audiencia que estuvo totalmente entregada al cabo de dos horas de representación.
Respecto a esta obra he leído una crítica moderadamente elogiosa que concluye en la frase: “Más de lo mismo”. Puede que lleve parte de razón, pero en mi opinión, lo mismo es una fórmula genial del Brujo y un despliegue interpretativo que una vez más dejó muy satisfecho al público de Jaén que colmó el aforo del teatro y agradeció la representación con un prolongado y cálido aplauso, desmintiendo así el dicho de nadie es profeta en su tierra.