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domingo, 19 de septiembre de 2010

LA NOCHE DE LOS TIEMPOS. Antonio Muñoz Molina


Esta última novela de Muñoz Molina me parece una obra de plena madurez literaria. La de un escritor de oficio y experiencia consolidados, con una trama argumental sólida y de un estilo propio, elegante y preciso, de frases largas pero sin florituras barrocas que nos aparten de lo esencial de la narración. Es además una novela intimista en cuanto que se caracteriza a los personajes con profundidad psicológica mostrándonos sus sentimientos más recónditos.
El relato se desarrolla con frecuentes escenas retrospectivas que alteran la secuencia cronológica del mismo (flashback), una técnica muy cinematográfica que sin duda facilitaría la versión de la obra a este medio. Está contado en tercera persona y parece como si el narrador, desde la actualidad, pretendiera vislumbrar con pretensión de verosimilitud y objetividad lo que vivieron y sintieron los personajes en medio del drama histórico que les tocó vivir. Pienso que el título de la novela alude precisamente a esta perspectiva histórica y es una metáfora de lo que representa nuestra guerra civil para un español de hoy, “la noche de los tiempos”, una zona oscura de nuestro pasado.
La narración se desarrolla en un marco temporal muy concreto, los meses previos al golpe de estado del 18 de julio y los primero meses de la guerra hasta finales de 1936. Durante este tiempo, las vivencias y relaciones del personaje principal sirven al autor para mostrarnos el contexto histórico de aquella época en una visión que en realidad se extiende a casi todo el primer tercio del siglo XX en España y Europa. En efecto, por el relato desfilan toda una serie de personajes secundarios tales como falangistas, viejos monárquicos conservadores, burgueses liberales, obreros socialistas, milicianos anarquistas, que ilustran las tensiones sociales y las doctrinas políticas emergentes y antagónicas que finalmente dieron al traste con la experiencia republicana y acabaron en la locura exterminadora de la guerra civil.
En cierto sentido la novela supone un ejercicio de “memoria histórica” bien entendida, es decir, sin victimismo ni revanchismo, sin sentimientos de culpabilidad ni interesadas apelaciones al olvido. Nadie mejor que Muñoz Molina para este ejercicio ya que pertenece a una generación de postguerra que sin embargo recibió los testimonios directos y las experiencias de la generación anterior, los que vivieron y sufrieron la guerra. Como perteneciente a la misma generación que el autor puedo entender que dicha información está analizada sin apasionamiento y en consecuencia se acerca lo suficiente a la objetividad.
De lo dicho hasta el momento no debe deducirse que estemos ante una novela histórica. No creo que haya sido esa la intención del autor. Se trata más bien de una historia de amor en medio de un cataclismo histórico capaz por si mismo de cambiar las vidas de los personajes, no solo en sus circunstancias vitales sino en sus sentimientos y valores éticos.
La tesis que se desprende del relato la podemos resumir con aquella frase de uno de los “Caprichos” de Goya, que también fue experto en retratar los desastres de la guerra; “el sueño de la razón engendra monstruos”. En efecto, el protagonista principal es hombre ilustrado, razonable, liberal y moderado pero cuando estalla la guerra es testigo de la barbarie de uno y otro bando en la retaguardia. A partir de ese momento aparecen los monstruos, duerme la razón y su carácter se transforma; de seguro y suficiente pasa a ser cobarde y humillado. En un entorno en que la venganza, la represión, los bombardeos, los “paseos” y fusilamientos indiscriminados, pasan a formar parte de la normalidad; el miedo, el recelo y la soledad también forman parte de lo cotidiano y terminan por llevar al exilio al protagonista aunque no le devuelven la seguridad ni los valores previos porque es ya un hombre distinto cambiado por la brutal experiencia de la guerra.


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