Parece
indudable el auge actual de la novela negra y policiaca sueca que autores como Henning
Mankell o Stieg Larsson (trilogía Millennium) llevaron a la cumbre, al
tiempo que han conseguido definir una auténtica
escuela nacional con estilo propio. A favor de su éxito han aparecido nuevos
escritores y novelas, no todas de calidad, que hasta cierto punto han saturado a los aficionados de este
subgénero literario. Por suerte la literatura sueca no se agota en la novela
negra y esta obra que comentamos hoy es un buen ejemplo. Desde el principio me
llamó la atención su título, la portada antiestetica de forma deliberada, contradictoria hasta lo absurdo, e incluso el nombre del escritor (Jonás, hijo
de Jonás) que parece una parodia del tópico genealógico de muchos apellidos
suecos. “El abuelo que saltó por la
ventana y se largó” es la primera y única novela de Jonas Jonasson (1961) un periodista
sueco, también consultor de medios y productor de televisión que, obligado por
circunstancias profesionales o bien
tocado por la inspiración, liquidó sus negocios y se retiró a Suiza para hacer
lo que parecía desear, escribir un libro. Su empeño se ha visto coronado por el
éxito porque la novela editada en
2010 es ya un superventas que se ha
traducido a varios idiomas.
Se
trata de un relato original, de un humor inteligente y bastante surrealista,
que nos engancha desde el primer capítulo.
El protagonista es Allan Karlsson, un anciano que antes de
celebrar su centenario decide largarse de la residencia donde está internado
y a partir de ese momento
inicia una aventura trepidante y alocada, a la que se van sumando otros
personajes, que genera multitud de situaciones inesperadas capaces de
sorprender continuamente al lector.
La trama argumental contiene dos
planos narrativos que al final se juntan en un desenlace común. De una
parte las disparatadas aventuras del protagonista que van generando situaciones extremas y que dan
lugar a una investigación y seguimiento policial con tintes de parodia. De la
otra se pasa revista al pasado del
protagonista, un hombre apolítico, falto
de prejuicios, de un gran sentido común, que no teme a la muerte ni renuncia al
placer de estar vivo, que a lo largo de su vida tiene relaciones inverosímiles
con multitud de personajes históricos, Franco, Stalin, Truman, Churchill, De Gaulle, entre otros, y se ve
envuelto sin quererlo en peripecias históricas como la invención de la bomba atómica, el triunfo del
comunismo chino, la guerra de Corea etc.
Estas memorias del protagonista
dan lugar a un repaso humorístico de la convulsa historia del pasado siglo XX.
En ambos planos de la narración el escritor
satiriza y se ríe de casi todo; de la lógica policial, de los políticos
y la prensa, de la rigidez burocrática y de otros muchos aspectos.
Para resumir, un libro original, bien
escrito, que nos hace pasar un buen rato de diversión y entretenimiento. Termino
destacando una frase que el escritor pone en boca de su abuelo, en el
prefacio de la novela: “quienes sólo saben contar la verdad no
merecen ser escuchados”
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