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lunes, 6 de enero de 2014

LA GANGRENA. Mercedes Salisachs

Mercedes Salisachs (1916) es posiblemente la escritora más longeva de nuestro país. A los 97 años ha completado su larga carrera literaria con la edición de unos cuarenta títulos, con claro predominio de la narrativa, y sin embargo  es  conocida y asociada con solo uno de ellos, La gangrena, su novela más popular, premiada con el Planeta de 1975, superventas de aquella época y quizás la única de las suyas que sigue beneficiada por sucesivas reediciones. Sorprende un tanto la poca repercusión mediática de su obra y el escaso reconocimiento de la misma por la crítica y en los ambientes literarios y académicos. La propia escritora, en alguna entrevista, lo ha justificado en base a su condición social y a ser catalana de nacimiento y residencia pero sentirse española y escribir en castellano, razones, según ella, que  provocan recelo en ambos nacionalismos, el catalán y el español.  La novela que nos ocupa ha  sido mi primer contacto con la obra de esta autora  así que no tengo demasiados elementos de juicio para opinar respecto a las causas de esa relativa minusvaloración, aunque pueda intuir alguna más.
         En cualquier caso  no dudaré en calificar  La gangrena (1975)  como una buena novela histórica. Quizás  esta consideración sorprenda a quienes asocian el subgénero con épocas remotas, pero esa no es la  condición principal de este tipo de novela que se define como una trama con personajes de ficción que viven hechos verídicos, ambientada en un periodo  histórico determinado, y cuyo objetivo principal es mostrar una visión realista de las costumbres, valores, y creencias de una época.  Todas estas premisas se dan en nuestra novela. El personaje principal es Carlos Hondero que nos cuenta en primera persona su historia, a modo de memorias, con el telón de fondo de un periodo histórico de medio siglo que va desde la dictadura de Primo de Rivera hasta casi la muerte de Franco. Las luchas políticas de la República, la Guerra Civil, la posguerra, y la dictadura franquista, sobrepasan el simple marco histórico adquiriendo tal grado de relevancia que a medida que se desarrolla el relato podemos  elaborar una precisa cronología de los hechos que actúan además como condicionantes de la vida y las peripecias del protagonista. El retrato psicológico de Carlos Hondero está muy bien perfilado. Es el de un hombre de humilde origen, inteligente y con ciertos complejos de clase, que apoyado en una enorme ambición está empeñado en sobrevivir y ascender en un ambiente social que en principio le es adverso. Es lo que los anglosajones conocen como self made man, un hombre que se hace a sí mismo y no se para en consideraciones morales para conseguirlo. Su relación con las mujeres es contradictoria y va desde lo platónico a la crueldad, y las que se suceden en su vida son su contrapunto y la guía argumental de la narración.
         La estructura narrativa está dividida en dos planos temporales. El protagonista nos habla  desde un presente lleno de incertidumbre que se insinúa en pocas líneas al principio de cada capítulo, para remontarse después al pasado en un ejercicio de memoria.  Se reproduce así, capítulo a capítulo, el efecto de salto temporal, con el presente como un hilo sutil que mantiene la tensión narrativa en espera del final mientras que lo pretérito evocado sirve para justificar y dar sentido a lo actual, en un juego  cíclico que termina en un final algo forzado y con un breve epílogo, una escena marginal que simboliza precisamente  la rueda de la vida, el eterno retorno.  
         El tema principal de la novela y su principal acierto es el retrato  de la alta sociedad catalana y su evolución con los acontecimientos históricos; desde una aristocracia monárquica, rancia, superficial, y rentista, pasando por  la alta burguesía industrial y financiera, conservadora y liberal con simpatías reformistas y republicanas, hasta la conmoción producida por la guerra y la emergencia de los nuevos ricos aupados por el régimen franquista. También es la ácida crítica de sus lacras, la hipocresía y la doble moral.
         Cambiando de tema. Es de sobra conocido que el grado de relación entre autores y personajes es variable y oscila desde la total identificación, pasado por el distanciamiento objetivo, hasta el rechazo antagónico. En este caso tengo la impresión de que la escritora  se reconoce demasiado en  algunos de ellos y se implica en los hechos relatados diluyendo así el límite entre ficción y realidad, entre la opinión del personaje y la del autor, y siendo la subjetividad inherente al primero resulta una limitación referida al segundo. En este contexto me parece subjetiva y parcial la visión de los conflictos y la represión durante la república y la guerra, que sin duda  parece la propia de la clase social a la que pertenece la escritora. Otra limitación  proviene de la profunda fe religiosa de  ésta, reconocida  y muy respetable,  pero que tiñe la novela de una cierta intención moralizante y a sus personajes de un toque maniqueo. Así las mujeres que pasan por la vida de Carlos Hondero son absolutamente perversas unas, bondadosas otras, y algunas más equivocadas o frustradas  pero refugiadas finalmente de forma salvadora en la religión. De otra parte, cuando el protagonista está sumido en momentos de duda o angustia siempre aparece de forma recurrente un personaje secundario, el padre Celestino, para intentar llevarlo al buen camino, a los auténticos valores morales.
         El balance final es no obstante positivo. La gangrena es una  novela que  merece la pena leer  porque a estas alturas se ha convertido en un clásico de nuestras letras contemporáneas.


2 comentarios:

  1. Estupendo comentario como siempre, don Lope. De acuerdo contigo en todo, salvo en lo que te comenté ayer sobre mis dudas sobre el concepto de novela histórica. Creo, como te dije, que en la segunda mitad la novela pierde la etiqueta de "histórica". Pero claro se trata de una opinión personal.
    Ya sabes que te sigo la pista en este blog, pues tus comentarios aportan mucho a la obra que leemos en el club. Saludos

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  2. Gracias Josefina. De eso se trata precisamente. En esto, como en todo, no hay verdades absolutas, todo es opinable. En los comentarios me gusta aportar mis opiniones, y como tales subjetivas. La confrontación de opiniones es lo que nos enriquece a todos. Saludos.

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