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martes, 19 de julio de 2016

LA SUITE DE MANOLETE. Joaquín Pérez Azaústre

Este libro resulta buen ejemplo para ilustrar como se puede elaborar un argumento a partir de elementos temáticos heterogéneos y en principio inconexos, pero bien amalgamados y estructurados, para conseguir una historia atractiva que sustente la atención del lector hasta el desenlace. Creo que ese resultado lo ha alcanzado, en este caso y con cierta maestría, Joaquín Pérez Azaústre (1976), escritor cordobés que, a pesar de su relativa juventud, tiene editada ya una considerable obra literaria en géneros como poesía, novela y ensayo, que alterna con frecuentes colaboraciones en prensa.
La suite de Manolete (2008) es la cuarta y penúltima de sus novelas. Un relato de intriga con matices de serie negra que mezcla con inteligencia ficción y realidad, en un juego que especula con los imprecisos límites entre una y otra, cuestión muy de moda en la narrativa actual. La historia se localiza temporalmente en 1989, y los protagonistas son tres amigos, antiguos compañeros de estudios, Bruno Díaz, Fabián Alder y Jon Garcés. A éste último le encargan una biografía sobre Manolete y muere de forma inesperada y sospechosa. El suceso coincide con el estreno de una ficticia película sobre el diestro cordobés, del mismo título que la novela, producida por un ambicioso magnate de la presa con cierto perfil mafioso. Bruno inicia una investigación que lo sumerge en una espiral de acción mientras indaga sobre inquietantes hechos del pasado, y es en ese terreno donde lo real penetra en la trama. Por lo pronto aparece otra película, Brindis a Manolete (1948) de Florián Rey que se estrenó un año después de la muerte de aquel, protagonizada por Paquita Rico y Pedro Ortega, un actor mediocre pero casi un doble del torero (véase foto de portada). También se incorpora al relato el conocido como asunto Adonais 1950, una especie de fraude literario protagonizado por el poeta José García Nieto y una falsa poetisa, Juana García Noreña, pseudónimo con las mismas iniciales del escritor, que escondía a una mujer real, Angelines Fernández Borbolla, utilizada en una farsa que la mantuvo en candelero  durante un tiempo hasta ser descubierta y  desaparecer después cuando dejó de ser noticia. Un destino que guarda cierta similitud con el de Lupe Sino, la actriz y novia de Manolete que compartió con el diestro las portadas de las revistas del corazón y se eclipsó totalmente tras su muerte en 1947. En la evocación de esas historias del pasado, algunos de sus protagonistas reales penetran en la trama como personajes que dialogan con los ficticios en un juego de matiz metaliterario; tal es el caso del periodista Eduardo Haro Tecglen o el propio poeta García Nieto
          En el desarrollo argumental, entre exposición y desenlace, se intercala, a modo de largo inciso que ocupa un cuarto del texto completo, una biografía novelada de Manolete, la redactada por el amigo de Bruno, Jon Garcés. Es aquí donde el novelista da rienda suelta a su admiración por el torero, reconocida en las notas finales, y nos ofrece su imagen a medio camino entre lo épico y el lirismo, entre la pose austera y solitaria del héroe y su íntima necesidad de amor, entre el opresivo peso de la fama y la alegría vital de la juventud. Una imagen que no evita algunos claroscuros del personaje que humanizan su figura. Porque Manolete fue un mito necesario en la mísera, humillada y autárquica España de posguerra. Tenía todas las condiciones necesarias para serlo y la principal, la imprescindible desde Aquiles y Alejandro, fue su prematura y trágica desaparición, esa muerte que inmortaliza al héroe, lo fija en una eterna juventud sin mácula y lo conduce a la apoteosis  mítica.
          La biografía no supone una defensa de la tauromaquia, y digo esto para alivio de anti-taurinos y animalistas en general, lo que interesa aquí es sólo el hombre y su mito. A su tono poético solo hay que reprocharle la inclusión, a modo de copia y pega, de unas pocas notas de prensa sobre las corridas del diestro cordobés. Y aunque parezca una digresión, está bien trabada con la trama sin llegar a romper totalmente el hilo conductor de la acción, de forma que se consigue mantener la tensión durante todo el relato.
       Valorada en su conjunto, a la historia solo cabe reprocharle algunos aspectos poco creíbles en Bruno, el protagonista principal, y tampoco añade ningún plus el epílogo, con un salto temporal de cinco años, que solo pretende completar la historia con una feliz secuela que sobra en mi opinión. Pero con todo es una interesante novela de intriga, bien trabajada, entretenida y de lectura fácil, sin merma de cierto estilo literario.  

viernes, 1 de julio de 2016

MIL SOLES ESPLÉNDIDOS. Khaled Hosseini

Khaled Hosseini es poco o nada conocido en España, pero en Estados Unidos alcanzó cierta fama gracias a tres novelas que han sido superventas. Esta es la segunda de esa serie y cuenta, como las otras dos, una historia ambientada en Afganistán. Si repasamos la biografía del escritor afgano-norteamericano veremos que nació en Kabul, en 1965 y en el seno de una familia perteneciente a la élite cultural de su país. Su padre era diplomático y su madre profesora. Con once años se trasladó a Teherán y luego a París por los destinos de su padre en esas embajadas, y no pudo regresar a Afganistán por la guerra latente que se prolongó allí durante unos treinta años. La familia se afincó en Estados Unidos donde estudió y ejerció la medicina hasta que sus éxitos editoriales le indujeron a consagrarse a la literatura. Podemos suponer en el escritor un profundo mestizaje entre sus raíces orientales y la educación occidental, y sabemos que su experiencia afgana no se limita a la infancia sino que se amplió cuando viajó en 2006 a su país natal como embajador de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Desde entonces ha creado una fundación de ayuda a los mismos y pienso, después de esta lectura, que sus novelas son una especie de contribución literaria a esa causa humanitaria   
          Mil soles espléndidos (2007) es una historia de ficción que se puede asimilar al género literario que los anglosajones denominan Factión, “literatura of facts” o Nonfiction novel. En este tipo de obras, los hechos narrados son ficticios pero verosímiles. Se aproxima, aunque no es totalmente equiparable, a la novela testimonio. Tiene un carácter historiográfico pero subjetivo, una especie de expresión intrahistórica que se personaliza a través de las vivencias de los personajes en épocas difíciles fomentando en el lector una visión valorativa de la historia, casi siempre de tipo aflictivo, porque apela a su íntima subjetividad más que a la objetividad racional.  En este tipo de literatura, muy del gusto norteamericano, prevalece la emotividad del contenido antes que la forma estética del relato.
          Todo lo anterior, y en particular lo último, parece aplicable a nuestra novela, repleta de escenas tiernas y emotivas, dramáticas y hasta crueles, descritas en un estilo totalmente desprovisto de cualquier artificio literario, tanto en su estructura narrativa como en el lenguaje, y por tal motivo de muy fácil lectura. Podemos confundir ternura con poesía, a fin de cuentas los buenos sentimientos tiene algo de poéticos pero, en el sentido estricto del término, la única alusión poética de la novela está en su título que hace referencia a unos versos del persa del siglo XVI, Saib-e-Tabrizi, que tampoco son de traducción literal al español.
          El libro cuenta la historia de Mariam y Laila dos mujeres afganas de distinto origen social cuyas vidas quedan unidas, por el destino y las circunstancias históricas, en una hermosa amistad que llega hasta la renuncia y el sacrificio. Están rodeadas de multitud de personajes que son expresión de todos los vicios y virtudes  propios del  ser humano, desde la cobardía, el resentimiento y la crueldad, hasta la tolerancia, la amistad y la abnegación. Afortunadamente el escritor no los reparte de forma maniquea evitando así una historia de buenos y malos, y por eso son personajes muy humanos y creíbles. La excepción es el zapatero Rashid, personificación de todos los aspectos más despreciables del machismo como elemento dominante en la cultura islámica. Porque lo que trasciende el relato es la opresión de la mujer en la sociedad afgana que llega a ser auténtica esclavitud en los regímenes integristas. A través de las dos protagonistas principales, sobre todo Laila, es también un canto a la dignidad de las mujeres y su valentía para rebelarse contra la tiranía de las normas sociales y religiosas para ser elementos activos de la sociedad. El ambiente histórico que envuelve la trama argumental  comprende unos de los periodos más convulsos de la historia afgana, desde la revolución comunista  de 1978 y la posterior invasión soviética, pasando por la larga guerra de desgaste de los muyaidines, la retirada rusa en 1989, la posterior guerra entre distintas facciones tribales, el integrista régimen de los talibanes, hasta la invasión norteamericana del país en 2001 tras el atentado a las torres gemelas. Se evidencia también la profunda división étnica y religiosa de Afganistán, que es una realidad histórica desde tiempo inmemorial y fuente de continuo sufrimiento para la sociedad civil. Y con todo no es la ambientación lo importante, no estamos ante una novela histórica aunque tenga elementos que nos la recuerden. Pero sí cabe destacar que es tendenciosa porque muestra los estragos bélicos de soviéticos y muyaidines, y la crueldad de los talibanes, mientras evita mencionar los mismos desastres en cuanto a la invasión americana. Me parece adivinar en  todo el relato una cierta intención catártica que busca fomentar la compasión y la piedad del pueblo norteamericano ante la triste condición de la mujer afgana y purificarlo de su mala conciencia justificando la intervención militar como una causa justa de liberación. En el epílogo parece que se pretende aprovechar ese estado de aflicción ante la miseria y padecimientos de los afganos para inducir sutilmente a la colaboración con las ONG humanitarias. Todos esos elementos explicarían que esta novela haya sido un best seller. Los años pasados y la inestabilidad del actual régimen afgano sustentado por Estados Unidos nos avisan de la inutilidad de esa catarsis aunque siga vigente la necesidad de ayuda a los refugiados.
      En fin, sobre todo una bonita y emotiva historia que se lee con agrado y facilidad, pero con bastante limitación en lo literario.