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sábado, 15 de julio de 2017

MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES. Gabriel García Márquez

Memoria  de mis putas tristes (2004) fue la última novela de Gabriel García Márquez y quizás la más controvertida ya que en el momento de su publicación, y tras su versión cinematográfica ocho años después, suscitó fuerte polémica. Algunos periodistas quisieron ver en la obra una promoción del comercio sexual y la trata de menores, en suma, una apología de la pederastia. Una ONG mexicana amenazó al escritor con una demanda judicial y en Irán fue prohibida.
Se trata de una novela corta, alrededor de 100 páginas, y cuenta los amores de un  nonagenario con una adolescente púber. No obstante, ni el expresivo título ni esta sucinta reseña argumental deberían ser motivo de recelo para los lectores, al menos no para aquellos que hayan tenido contacto previo con la obra del genial escritor colombiano. Es verdad que asistimos a un amor en extremo desigual; él es un anciano periodista, culto y refinado, que a final de su vida se aferra a la ilusión; ella, una niña de clase obrera que vende su virginidad para ayudar a su familia. Y a pesar de la aparente rudeza de la exposición inicial, “El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor con una adolescente virgen…”, el relato carece en absoluto de elementos escabrosos, es más poético que prosaico, de una carnalidad sin sexo que resume muy bien la siguiente frase: “Esa noche descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin las urgencias del deseo o los obstáculos del pudor”. A través de sus memorias, narradas en primera persona, conocemos al protagonista, sus vivencias y sentimientos, aunque desconocemos el nombre propio del que todos conocen como el sabio. En cambio Delgadina es una figura etérea de la que sabemos poco más que su nombre, porque en esencia es una creación del anciano, una Eva encarnada y sumida en el sueño, una idealización de la belleza y de la juventud inmaculada, capaz de sublimar el deseo y transmutarlo en amor y ternura.
Quizás sea una opinión demasiado audaz y muy cuestionable, pero creo que el relato encuentra cierta inspiración en el mito griego de Eros y Tánatos, que Freud utilizó para simbolizar las pulsiones de vida y muerte que entran en conflicto en la psique humana. El primero es el instinto carnal y libidinoso propiciador de vida, el segundo es la autodestrucción, la muerte pacífica, esperada y hasta deseada. Estas dos pulsiones aparecen en las reflexiones del protagonista y de su lucha surge  Delgadina convertida en la Ninfea del mito, aunque pasiva en este caso, la belleza y la pureza preservada por el equilibrio entre ambos impulsos.
          En cuanto al lenguaje, el estilo y los recursos literarios, son los habituales en las novelas de García Márquez, quizás en esta ocasión con menos elementos de ese realismo mágico que es su mejor seña de identidad. Como en otras ocasiones, el escritor juega con el lector, buscando su implicación, cuando deja poco explícitas las coordenadas espaciales y temporales del relato. Por unos cuantos topónimos y las alusiones  a la desembocadura del Magdalena sabemos que la historia se desarrolla en la ciudad  de Barranquilla, y una sola cita relaciona la edad del protagonista con el tratado de Neerlandia, así que tras resta y suma deducimos que 1960 es el tiempo en que se desarrolla la narración. 
En fin, se trata de otra buena novela del escritor aunque no se debe equiparar a los títulos que lo hicieron famoso. Una historia que esconde una buena dosis de emotividad y ternura para aquellos que quieran ver más allá de la apariencia.         

2 comentarios:

  1. Siempre es para mí motivo de alegría leer tus comentarios sobre las lecturas que compartimos. Y siempre aportas visiones nuevas que a una le pasan inadvertidas. Es verdad, como dices, que el libro encierra ternura y que su contenido es más poético que prosaico. Gracias amigo don Lope.

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  2. Gracias Josefina. Estoy de acuerdo sobre lo enriquecedor de la lectura compartida. Me alegro de pertenecer a nuestro grupo.


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