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miércoles, 2 de mayo de 2018

OBRAS MORALES. Plutarco


Plutarco (50-120) fue uno de los últimos representantes del helenismo, aquella corriente cultural que, tras la muerte de Alejandro Magno, expandió la cultura griega hasta Egipto y Oriente Medio al tiempo que actuó como argamasa y nexo de unión con el mundo latino, conformando así la cultura clásica que es la base de nuestra civilización occidental.
Vivió entre los siglos I y II de nuestra era, principalmente durante el reinado de Trajano, la época de mayor expansión del Imperio romano. Hombre de gran cultura y muy cosmopolita, viajó por todo el mundo mediterráneo, ejerció el cargo de sacerdote en el oráculo de Delfos, tuvo amistad con algunos senadores muy influyentes y desempeñó varias magistraturas en su ciudad natal de Queronea. Al margen de la actividad política se dedicó a la filosofía, fundó una escuela de retórica y dejó plasmado su pensamiento en multitud de escritos. La posteridad lo valoró más en su faceta de historiador gracias a su obra más conocida, Las Vidas paralelas, un conjunto de biografías de personajes célebres, griegos y romanos, emparejados por similitudes en su dedicación, sus hechos o virtudes. De ellas se han conservado un total de cuarenta y ocho biografías, veintidós pares y cuatro desparejadas. Más que el rigor histórico destaca en ellas la amenidad, las anécdotas y la intención moralizante, al resaltar las virtudes y vicios de los grandes hombres a fin de servir como ejemplo. No obstante algunas biografías son consideradas como única fuente histórica y son citadas de continuo, aunque con recelo, en los modernos estudios sobre la antigüedad grecolatina. Esta obra tuvo una gran influencia en los escritores del Renacimiento. Shakespeare utilizó las Vidas paralelas como fuente para algunas de sus tragedias y, a través de las mismas, ciertas frases atribuidas a personajes históricos se han hecho célebres; pura literatura convertida en historia.
En Plutarco lo más destacable, y menos conocido por el público lector, es su faceta como  filósofo moralista y educador. Durante toda su vida escribió y publicó multitud de trabajos sobre ética, filosofía, política, ciencia, pedagogía e historia. Según se dice, muchos de ellos fueron recogidos por su hermano Lamprias, en un catálogo que lleva su nombre, y algunos se han perdido. En el siglo XIII un monje bizantino recopiló buena parte de esos trabajos y les añadió otros que actualmente se consideran apócrifos. El conjunto de estos últimos forman un corpus que actualmente se conoce con el título de Moralia, traducido como Obras morales y de costumbres.
El volumen que hoy comento forma parte de una colección, editada por Planeta-De Agostini  por concesión de Editorial Gredos, expertos en autores clásicos grecolatinos. Es una antología que recoge bajo el mismo título solo ocho trabajos u opúsculos de los Moralia, la mayoría de carácter didáctico o pedagógico destinados a la educación de la juventud, y dos de ellos tratan  de los deberes del matrimonio y sobre la superstición. En general son una serie principios expresados como consejos e ilustrados con refranes populares o frases de filósofos y autores griegos. Cuando se habla de las virtudes se busca continuamente la comparación y el ejemplo de los grandes hombres de la antigüedad. En su mayor parte, las ideas que se expresan son  eclécticas, una mezcla de moderado estoicismo ético, con rechazo de algunos postulados radicales, y de filosofía aristotélica en todo lo referente a la ciencia y la moderación de justo medio. La virtud en Plutarco, igual que en el resto de escritores paganos,  tiene poco que ver con el concepto judeo-cristiano de la misma. Es más bien el conjunto de valores éticos que definen al ciudadano romano (vir bonus) de acuerdo a ideales como el bien, la verdad, la justicia y la belleza. Y no obstante, tanto Plutarco como Séneca, fueron criticados positivamente por los primeros apologistas cristianos y los llamados Padres de la Iglesia, quizás por ese matiz ético estoico tan acorde con la mentalidad religiosa.
Naturalmente estos pequeños tratados, muy parecidos en esencia a lo que hoy llamamos ensayo, deben ser ubicados en su contexto histórico, liberándonos de prejuicios derivados de conceptos que, siendo los nuestros, son el fruto de la evolución social e histórica. No obstante es bastante sorprendente la actualidad de algunas ideas. Así cuando destaca la importancia de la lactancia materna en la crianza de los hijos, o el rechazo de los castigos físicos en la educación infantil. También cuando indica que no es la procreación la primera finalidad del matrimonio sino el amor y la sintonía entre los esposos.
 Las obras morales, con las adulteraciones y pérdidas ocasionadas por el paso del tiempo, no son en mi opinión una obra menor. Sin duda menos amena que Las vidas paralelas, pero a cambio nos muestran a un Plutarco más íntimo y nos aproxima a su mentalidad y la de su época.
Puede parecer extraño si digo que esta lectura es de alguna manera refrescante y entretenida. Lo puede ser sí, estimulados por la curiosidad, queremos conocer conceptos e ideas que forman parte de nuestra  genética cultural, gracias a los cuales somos lo que somos. Sí valoramos la evolución del pensamiento en su justa medida y entendemos que en lo fundamental, parodiando el tango, “… veinte siglos no es nada”.


Antigua región griega de Beocia


















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