La crítica
literaria en general, o al menos su sector más purista, hace tiempo que valora
con recelo el Premio Planeta. Sobre él pesa la acusación de primar el
aspecto comercial sobre la calidad literaria, de buscar el probable superventas
antes que una buena novela. Comparto esta opinión y de entrada sospecho de los
lanzamientos publicitarios de esa editorial. En principio dejo pasar un tiempo
antes de emprender la lectura de uno de estos premios y no me decido antes de
comprobar que suma críticas positivas. Una excepción a esa regla ha sido esta
novela, recientemente galardonada con el Planeta 2018, y eso por dos
razones. Primero por mi gran afición a la antigüedad grecolatina. La segunda es
cierta curiosidad hacia este escritor valenciano autor de varias obras sobre
distintos momentos de la historia romana, al parecer con bastante éxito de
ventas. En consecuencia, este último título me parecía una buena ocasión para
conocerlo de primera mano y deshacerme de prejuicios previos.
Santiago
Posteguillo (1967) es filólogo y profesor universitario. En
los diez últimos años ha publicado dos trilogías, una sobre Escipión
Africano y otra sobre el emperador Trajano. Con ambas ha conseguido
fama en el ámbito de la novela histórica y ahora entiendo mejor las razones de
su éxito. De una parte, fidelidad a las fuentes históricas antiguas y una
documentación bibliográfica exhaustiva a la hora de perfilar sus personajes. De
otra un estilo sencillo y directo que prima ante todo la intención didáctica y
divulgativa. Con estos mimbres sus novelas resultan para el lector una forma fácil
y amena de conocer la historia sin apenas pérdida de rigor y veracidad.
Yo, Julia (2018) no es en realidad una novela histórica. No
estamos ante un relato o unos personajes de ficción con el ambiente de fondo en
un determinado periodo histórico. Como el propio escritor explica en las notas
finales, todos los personajes y los hechos narrados son reales y formaron parte
de la historia romana de finales del siglo II d.C. Se trata pues de auténtica historia
novelada, o sí se quiere biografía novelada porque está centrada en
el personaje de Julia Domna, la esposa de Septimio Severo, el
hombre que inició la última gran dinastía de emperadores romanos antes de la gran
crisis del Imperio a finales del siglo III. Las fuentes históricas antiguas,
particularmente Dión Casio, coetáneo de la emperatriz, la describe como
una mujer ambiciosa. Posteguillo es fiel seguidor de esta fuente, así lo
reconoce, pero se encarga de humanizar al personaje en los diálogos y en las
actitudes que describen su valor, el amor a la familia y su decisión frente al
peligro, que actúa como auténtica fuerza impulsora de su marido en la lucha por
el poder. Este retrato psicológico de la protagonista es lo que podemos
considerar como la parte de ficción, aunque verosímil porque las fuentes
antiguas reconocen el papel decisivo de Julia en la política de su
época. Si en algunos rasgos de este retrato se excede el escritor, habrá que
achacarlo a lo políticamente correcto en nuestra actualidad, empeñada en
destacar las figuras femeninas de la historia en aras de una justa equiparación
de los roles de ambos géneros.
No creo necesaria una sinopsis
argumental de la novela. Sí decir que la acción se desarrolla en el espacio
temporal de cinco años, desde el 193, año de la muerte de Cómodo, hasta el 197 con la victoria de Septimio Severo sobre los otros pretendientes al trono. Un periodo
convulso en el que se suceden hasta cinco emperadores. En un ambiente de asesinatos imperiales, usurpadores y gobernadores de provincias autoproclamados
por sus legiones, el Imperio estuvo al borde de la destrucción y se sucedieron
las guerras civiles. La novela destaca bien algunos aspectos importantes de la
política romana de esa época; La decadencia del Senado como institución
residual republicana. La corrupción de la guardia pretoriana que impone
emperadores y subasta el cargo. Y el papel emergente de los ejércitos de las
fronteras, bien entendido por Septimio
Severo que convirtió el imperio en una auténtica dictadura militar.
Quiero comentar también la esmerada
edición de la novela, ilustrada con reproducciones de monedas de ese periodo. Bien
estructurada cronológicamente sin saltos temporales que despisten al lector en
una sucesión de hechos que deben ser seguidos de forma lineal. Al final del
libro se aporta un esquema genealógico de la familia de los Severos, varios diagramas de las
batallas decisivas y un amplio glosario de términos latinos. En fin, todo lo
necesario para facilitar una lectura abundante en personajes sin llegar a confundir al lector.
En resumen, me parece una buena
novela, no en base a su calidad literaria sino por la intención divulgativa.
Recomendable para aquellos aficionados a la Historia que huyen de las
auténticas fuentes antiguas por su sobriedad o dificultad y prefieren la
amenidad, aún sacrificando una pequeña dosis de rigor histórico. Si encuadramos
la obra en esos valores le auguro un nuevo éxito de ventas.
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