Páginas

Blogs de Amigos

domingo, 3 de mayo de 2020

LA CIUDAD ESCARLATA. Hella S. Haasse


En la historia de la civilización occidental hay pocos casos en que  se confundan realidad y mito desde el mismo momento en que ocurrieron los hechos históricos. El más conocido es el de Felipe II y la leyenda negra que su secretario, Antonio Pérez, y el príncipe holandés Guillermo de Orange, crearon con la complicidad de ingleses y luteranos. Otro caso típico fue el de la familia Borgia y sus más famosos miembros, Rodrigo Borgia, futuro papa Alejandro VI, y sus hijos Cesar y Lucrecia. Los Borgia dominaron la política pontificia, y por ende la italiana, en la segunda mitad del siglo XV y primeros años del XVI, una época de esplendor cultural en pleno auge del humanismo renacentista, pero de gran complejidad política, con Italia convertida en un gran mosaico de pequeños estados, algunas florecientes repúblicas como Florencia y Venecia, además de los Estados Pontificios y el reino de Nápoles. Con Francia, bajo el reinado de los reyes Valois, y el imperio de los Habsburgo disputándose el dominio de la península. En este complicado contexto, Alejandro VI y su hijo Cesar Borgia supieron maniobrar, según principios maquiavélicos, utilizando el nepotismo, la corrupción política, la diplomacia, la traición y posiblemente el crimen, como instrumentos para acrecentar su poder. Eran los medios que utilizaron casi todas las grandes familias italianas, los Médici, los Farnese, los Sforza, los Colonnna y muchos más. El problema de los Borgia era su origen aragonés y valenciano por lo que fueron considerados como extranjeros advenedizos  y odiados por el resto de sus enemigos. La auténtica víctima fue Lucrecia, utilizada por su padre y hermano como pieza determinante en una política matrimonial que cambiaba según soplaban los aires del momento. Fue casada en tres ocasiones; con Giovanni Sforza cuyo matrimonio fue anulado con el alegato de impotencia; con Alfonso de Aragón, del que Lucrecia estaba enamorada, que fue mandado asesinar por Cesar en  el marco de un cambio de alianzas; y finalmente con Alfonso de Este, duque de Ferrara. Entre los dos primeros se le supuso un embarazo ocultado y un hijo ilegítimo. Tras el último matrimonio llevó una vida dedicada a la religión, obras de caridad y mecenazgo cultural y fue muy amada por el pueblo. Pero ese misterioso hijo la hizo objeto de las acusaciones más aberrantes, incesto con su padre o su hermano, lasciva seductora y experta en venenos. Desde entonces la leyenda negra ha sido inseparable de su figura.
La literatura y el cine han explotado el morbo histórico de esta familia. Entre muchas novelas destacaré Los Borgia (2001) de Mario Puzo, en la que se les presenta como un auténtico clan mafioso, y O Cesar o nada (1998) de Manuel Vázquez Montalbán, más en la línea de ésta que comento hoy. Entre la extensa filmografía destacaré uno de los episodios de la película Cuentos Inmorales (1974) de Walerian Borowczyk, que se ceba en las relaciones incestuosas en un tono a mitad de camino entre lo erótico y pornográfico.
La ciudad escarlata (1952) de la holandesa Hella S. Haase tiene un subtítulo engañoso “La novela de los Borgia” quizás destinado a explotar el morbo al que antes me refería. En realidad, la trama argumental se centra en Giovanni Borgia (1498-1548) un hijo ilegítimo cuya paternidad se atribuyeron sucesivamente Cesar Borgia y su padre Alejandro VI, en sendas bulas. Las sospechas de maternidad recayeron en Lucrecia, pero nunca se pudo demostrar. Las habladurías señalaron al incesto con alguno de los dos anteriores, pero también hubo sospechas hacia un lacayo, Pere de Calders, o incluso un cardenal de la familia Farnese. Lo cierto es que, el llamado infante de Roma, fue protegido por distintos miembros de la familia y llevó una vida totalmente anodina. En la novela se nos presenta como acosado por las dudas sobre su origen, del cual todos opinan pero nadie se atreve a demostrar o asegurar.
En realidad, el protagonista, que cuenta su vida en primera persona, es una mera excusa para relatar los acontecimientos históricos que sucedieron tras la muerte de los principales Borgias, el papa Alejandro VI y su hijo Cesar. Los recuerdos de infancia se dirigen tangencialmente hacia ellos, pero es el presente de Giovanni lo que constituye la trama argumental. La cronología se centra en el periodo que va de 1525 con la victoria de Carlos V en Pavía y la prisión de Francisco I, hasta 1527 con el Saco de Roma por las tropas imperiales. Además del protagonista hay más voces narrativas. Las cartas en segunda persona entre Nicolás Maquiavelo y Francesco Guicciardini, político florentino y gobernador pontificio, que ponen de manifiesto el idealismo del primero frente al pragmatismo del segundo en cuanto al objetivo fallido de la unidad italiana. Un tercer narrador omnisciente en tercera persona se enfoca alternativamente sobre distintos personajes: Vittoria Colonna marquesa de Pescara, poetisa, humanista e impulsora de un movimiento reformista dentro la iglesia católica. Su marido Ferrante de Ávalos, general de Carlos V y principal artífice de la victoria de Pavía. También desfilan ante el lector personajes como Miguel Ángel Buonarroti, siempre malhumorado y en conflicto con su propia obra, o Pietro Aretino, apodado el “flagelo de príncipes”, escritor satírico, pícaro, conocedor de los entresijos del poder y de los bajos fondos de Roma. Se personifica a Tulia de Aragón, una cortesana que inspiró una de sus comedias. Estos y otros personajes secundarios configuran todo un mundo de intrigas políticas, diplomacia secreta, cambios de alianza, espionaje, traiciones y crímenes. En resumen, una compleja partida de ajedrez en el tablero italiano.
La novela está bien escrita y cumple su objetivo como ilustración divulgadora de ese complejo periodo histórico, pero no se recrea en detalles o explicaciones superfluas, por lo que es recomendable tener algunos conocimientos previos de la historia italiana y el ambiente cultural de esos dos periodos que van desde la segunda mitad del siglo XV a la primera del XVI. Los conocidos por los italianos como Quattrocento y Cinquecento.



2 comentarios:

  1. Amigo Jose Antonio,con tu resumen del libro creo que casi es innecesario el leerlo. Totalmente esclarecedora e intrigante la manipulación de loreferidos Borgia.Genial.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, en realidad lo que cuento es el trasfondo histórico, pero la novela tiene la virtud de humanizar a los personajes mediante la ficción. Cada uno de ellos aporta sus sentimientos y reflexiones en torno a su papel en esa complicada trama. En cuanto a Giovanni es un atormentado de la duda, al estilo de Hamlet. Gracias por tu comentario. Un saludo.

    ResponderEliminar