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domingo, 26 de junio de 2022

EL COLOR DEL SILENCIO. Elia Barceló

 

En medio de sofocos caniculares, preocupados aún por las secuelas de la pandemia y agobiados ahora por la crisis económica, los lectores solemos acogernos a la llamada literatura de evasión. Lecturas alejadas de profundos planteamientos conceptuales o estéticos. La novela policiaca es una buena opción, entretenida e intrigante. Ahora está de moda el thriller, una variante que no renuncia a la investigación criminal, pero supera el ámbito policial y lo acerca a protagonistas torturados por su pasado y afectados por irresolutos problemas personales o secretos familiares. El suspense sigue siendo la premisa fundamental de esta nueva modalidad, además del uso de la analepsis o flashback como fórmula para dinamizar la acción, y en su caso facilitar la versión cinematográfica. Suele ambientarse en periodos de la historia reciente poco conocidos, o con aspectos que refuercen el morbo y la curiosidad del lector.

Todos estos elementos están presentes en El color del silencio (2017) de Elia Barceló, escritora alicantina muy reconocida por la crítica como autora de ciencia-ficción en castellano que cambia de tercio con esta novela de suspense. Es el último libro recomendado en esta temporada por mi club de lectura. Lo agradezco por aquello de la evasión, aunque me reconozco algo saturado por este tipo de obras y la repetición, a veces abusiva, de ciertos esquemas estructurales.

Cuando se comenta la trama argumental de este tipo de novelas el suspense se arruina. Así pues, como en otras ocasiones, me acojo al fácil y pobre recurso de transcribir la sinopsis promocional:” Islas Canarias, 16 de julio de 1936: Una muerte que abrirá las puertas al golpe de Estado y a la Guerra Civil Española. Rabat, Marruecos, 20 de julio de 1969: Una fiesta en el jardín de una antigua mansión. Un asesinato que quedará sin resolver y destruirá una familia. Madrid, época actual: Una mujer busca respuestas a lo que sucedió. Helena Guerrero es una artista de renombre internacional, conocida por las sombras que invaden sus cuadros y que, aparentemente, reflejan un misterio de su pasado que nadie ha sabido nunca explicar…”

En esta ocasión Elia Barceló riza el rizo y, a las dos líneas temporales habituales (presente y pasado) añade una tercera de un pasado más remoto, que para mayor complicación evoluciona desde el año 1934 y 1936 hasta la década de los años 50. Esta última la necesita para aclarar los antecedentes familiares de la protagonista. Pero la rápida alternancia de estos planos temporales en un continuo flashback, obliga a datar bien las escenas para no confundir al lector.  La misma intención tiene el recuso a cartas y descripción de fotos antiguas que alivien una desmesurada extensión del relato.

La protagonista, Helena Guerrero, narra en primera persona un sueño al inicio de la novela, pero la complejidad de la trama hace obligado cambiar a un narrador omnisciente en tercera persona. Las prolijas descripciones reflejan bien el ambiente, pero algunas escenas parecen sobrar si no cumplieran el sospechado objetivo de superar las 400 páginas. Como es habitual, nada es lo que parece en esta historia, y el asesino es al final el menos esperado, pero de una u otra forma todos los personajes cargan con secretos y culpas que los hacen sospechosos. En cuanto a éstos, el conservadurismo e hipocresía social contrastan con sus ideas progresistas y las transgresiones en el plano privado. La protagonista, con más de 70 años persiste en la rebeldía y la estética pseudo-hippie de sus veinte, pero también en los exquisitos y caros gustos de los “pijos” de aquella época.

Encontramos aquí algo que parece estar de moda en los subgéneros de aventuras, histórica y suspense; la ambientación en la época del protectorado español de Marruecos. Fue este un periodo de fuertes claroscuros, poco tratado por la historiografía española, al margen de los grandes acontecimientos como Annual, y por tanto terreno abonado para la ficción con tintes de misterio como es el caso.

Desde el punto de vista de estilo literario poco que destacar en una novela que se lee con facilidad y recuerda intensamente a un guion cinematográfico. 

En fin, volviendo al principio, pura literatura de evasión. Como otras, la he leído con gusto, pero encuentro poco o nada destacable que comentar.

                   

          

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