La clasificación literaria en géneros y subgéneros distingue claramente entre biografía, novela biográfica y novela histórica. La primera pertenece al género didáctico y pretende el rigor histórico, aún bajo la óptica subjetiva del autor. Las otras dos pertenecen a la narrativa y mezclan ficción con historicidad en distinta medida. Aunque podemos intuir la proporción de esos componentes en cada una de ellas, la verdad es que los limites no quedan nada claros. Solo por esa imprecisión taxonómica puedo comprender que la novela que hoy comento quedara finalista en un premio de novela histórica cuando, en mi opinión, es en todo caso una novela biográfica e incluso una biografía con estructura novelesca.
El autor es el malagueño José
Infante (1946) muy reconocido como periodista y guionista, cuya obra
literaria destaca en el campo de la poesía. En 2002 publicó Victoria Eugenia
de Battenberg. Un amor traicionado. El largo título demuestra ya una
intención de rigor histórico. La elección de una protagonista femenina me parece un
acierto, por cuanto la marginación de la mujer en los momentos estelares de la
historia ha sido casi una constante hasta ahora. Afortunadamente los cambios
sociales y el predominio femenino entre el público lector están cambiando esa
injusta situación. Pero cuando se pretende escribir una novela histórica conviene elegir
un personaje más distanciado en el tiempo, lo cual permite introducir un mayor
componente de ficción que parezca verosímil. Además, la narrativa histórica se
nutre no sólo de dramatismo sino también del carácter aventurero o rebelde de la
protagonista. Eso explica el éxito de personajes como Isabel de Baviera (Sisi)
o María Estuardo, por citar unos ejemplos. En el caso de Victoria
Eugenia, introducir ficción en su biografía resulta un atrevimiento cuando
aún vive su nieto y algunos más que la conocieron en persona. Además, en la
desgraciada esposa de Alfonso XIII se destaca la fidelidad conyugal y lealtad
a la corona, virtudes que se pueden predicar de otras esposas consortes, sin citar
nombres. Pero su vida, señalada por la trágica pérdida de muchos de sus hijos,
fue ante todo convencional, ajustada a protocolo y por tanto poco novelesca.
Encorsetado en la necesidad de rigor
histórico, el escritor malagueño ha convertido una biografía en novela
biográfica introduciendo la ficción en la propia estructura de la obra. En
efecto, utilizando un narrador omnisciente, que habla en presente histórico,
describe una entrevista entre Don Juan de Borbón y una tal lady Edwina
Baldlesmere, condesa de Glamis en 1980. Ésta se propone escribir una
biografía de Victoria Eugenia y le entrega una ficticia colección de cartas de
la reina dirigidas a su madre, ambas supuestas amigas íntimas. Estas entrevistas se
repetirán a lo largo de la trama argumental, desde el prólogo al epílogo. Ese
es el componente de ficción en cuanto al contenido. La segunda ficción es la
propia estructura narrativa que reproduce dichas cartas. El género epistolar,
con la utilización de la primera y segunda persona, aporta una falsa sensación
de intimidad a las confesiones de la reina. Digo falsa porque se desarrollan
con la rigidez protocolaria necesarias a la dignidad de la persona real y no
profundizan en su retrato psicológico más allá de lo que era público y notorio
en su época o ha sido estudiado por los
historiadores. El resultado final es una exposición cronológica,
perfectamente datada, de los principales acontecimientos del primer tercio del
siglo XX en España, en particular el desastroso reinado de Alfonso XIII. El
resto más parece una colección de ecos de sociedad de las monarquías europeas,
con algunas anécdotas e interminables relaciones de nombres y parentescos
familiares. Al final esa estructura epistolar termina por resultar aburrida. De
otra parte, nada que objetar en cuanto al estilo directo, sin florituras y muy
comprensible del texto.
En mi opinión la vida de Victoria
Eugenia de Battenberg daba para una buena biografía. Pero ya se sabe, la
historia no resulta interesante para un amplio sector del público lector que
prefiere la amenidad de la divulgación. Por eso los escritores e incluso los
historiadores se empeñan disfrazarla con los ropajes de la novela. En este caso
esa buena intención me parece que ha resultado un fracaso. El libro se
benefició del premio literario con dos ediciones en el 2003, y después creo que se eclipsó en el amplio firmamento de la novela histórica.
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