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domingo, 27 de marzo de 2011

BRILLAN MONEDAS OXIDADAS. Juan Eduardo Zúñiga

El cuento es un subgénero literario que, en cierto sentido, se ha considerado menor dentro del género narrativo. Esta opinión, subjetiva y cuestionable si se quiere, está basada en una impresión; que los grandes literatos son casi siempre recordados por sus novelas y bastante menos por sus relatos cortos. Contra lo dicho hay que citar notables excepciones, que ahora recuerde, las de Edgar A. Poe, Jorge Luis Borges, y sin duda alguna más. Lo que resulta incuestionable es que se trata de un género cultivado desde la más remota antigüedad, con antecedentes medievales en nuestra literatura hispánica, y  firmemente basado en la tradición oral del cuento popular. Se define como una narración breve, de ficción, casi siempre en prosa, de línea argumental única aunque con todos sus elementos constitutivos (exposición, nudo, y desenlace), que ha de ser leída de principio a fin porque en caso contrario se pierde el efecto narrativo. En función del  argumento se subdivide en múltiples subgéneros; de terror, fantástico, ciencia ficción, suspense, y un largo etcétera.
En el cuento lo que más llama mi atención es su aparente dificultad técnica; el desarrollo de una historia coherente en pocas páginas que obliga a una gran economía de medios narrativos al tiempo que una notable precisión en el leguaje. Cada palabra debe de ser un elemento, relacionado con los demás, que funciona como un indicio del argumento. Por  ejemplo; una cita al río Mondego, y los términos “morisco” y “alguacil” nos puede situar la acción en Coimbra, durante los siglos XVI-XVII.
Los textos que recogen colecciones de relatos cortos son, aparentemente, de fácil lectura ya que cada historia puede leerse por separado. No obstante, cada relato suele ser casi un esbozo de historia y exige del lector la máxima atención para encontrar y gozar de la multiplicidad de matices que enriquecen y completan el sentido de la narración. También una novela puede leerse por partes pero su argumento, el que después integramos y recordamos, es único. Por el contrario una colección de cuentos supone una multiplicidad argumental y sólo se aproxima al concepto de obra unitaria si el autor  ha asociado las historias con una cierta finalidad o idea directriz que les sea común. En cualquier caso, la autonomía de cada relato permite una recopilación versátil, en distintas antologías y con criterios diferentes.

Juan Eduardo Zúñiga tiene una larga experiencia como escritor de cuentos. “Brillan monedas oxidadas” es su ultima obra en este género literario, precedida por otros libros de relatos, el más conocido  y reeditado fue “Largo noviembre de Madrid” (1980) ambientado en la guerra civil y posguerra. En esta ocasión el escritor no inscribe sus relatos en un marco histórico tan determinante, aunque algunos tienen ambientación de época. Lo que da sentido unitario al conjunto es que todos giran en torno a los conflictos de ser humano con el medio, profundizan en sus grandes pasiones pero también en la intimidad de sus estados de ánimo frente a la agresión de lo cotidiano. Los personajes son seres frustrados en sus expectativas vitales, fracasados, acosados por la miseria que buscan la evasión y en ocasiones alcanzan una liberación simbólica, como en el caso de la repartidora de pizzas que atraviesa Madrid en su moto y se desnuda como nueva Lady Godiva en un sueño de libertad. Se describen ambientes cerrados opresivos y claustrofóbicos  en los que anidan la avaricia, el miedo y el poder, limitando el ansia de libertad. En general todos los relatos están envueltos en una atmosfera de misterio, de peligro indefinido e inquietante. En un segundo bloque de cuentos, ambientado en España de los siglos XVI al XVII, desfilan nobles, moriscos, sicarios y desheredados, acosados por amores apasionados y celos, abocados a desenlaces fatales, en una sociedad dominada por la superstición, la miseria y los miedos inquisitoriales. En uno de ellos se relata un asesinato por encargo que recuerda uno real, el de Escobedo, secretario de D. Juan de Austria. En el tercer bloque aparecen personajes reales de trágico destino, literatos como Frank Kafka o el poeta portugués Mario de Sá Carneiro, en relatos a medio camino entre la veracidad histórica y la ficción, mezcla de amor, poesía y muerte.

Se trata pues de una colección de cuentos interesante, que tratan sobre aspectos inquietantes de nuestra realidad cotidiana e invitan a la reflexión. Muy buenos en mi opinión.

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