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miércoles, 14 de diciembre de 2011

UN DÍA DE CÓLERA. Arturo Pérez-Reverte


Arturo Pérez-Reverte comienza la introducción de la obra con esta frase: “Este relato no es ficción ni libro de historia”, y tras su lectura debo decir que estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación. Se trata de un relato a medio camino entre la novela histórica y el ensayo histórico, y en esto precisamente radica su originalidad. Es la narración de unos hechos reales, protagonizados por personajes reales con nombre y apellido, pero  contados en forma novelesca. En mi opinión es historia con algunos toques de ficción.
Parece que el escritor ha indagado en los archivos históricos y recopilado  abundante documentación sobre los sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid, y con este material ha escrito una crónica detallada de los mismos que nos recuerda un reportaje periodístico. Y es que Reverte cuenta los principales eventos del levantamiento popular como si estuvieran ocurriendo o hubieran ocurrido hace pocas horas, minuto a minuto y con profusión de detalles. La técnica narrativa utilizada es la del narrador omnisciente, es decir, un narrador que está fuera de la historia y la cuenta en tercera persona, no participa de la acción pero conoce el pasado y el futuro de los protagonistas de la misma. Este recurso narrativo le sirve para reforzar la sensación de crónica objetiva de los hechos al tiempo que le permite salir ocasionalmente de la misma y anticiparnos el destino final de algunos personajes que sobrevivieron a la tragedia.
          El libro se complementa con un mapa antiguo del Madrid de 1808 en el que podemos localizar y seguir el comienzo de la algarada popular, los puntos de resistencia y el despliegue de las tropas francesas. En fin, “Un día de cólera” es la historia vivida como un relato cercano. Igual que en otras de sus novelas, Pérez Reverte exalta el patriotismo ciego del pueblo español, de los madrileños en esta ocasión, malogrado por políticos corruptos y reyes ineptos. Frente a los afrancesados adopta una postura neutral; hubieran podido ser un núcleo de regeneración y modernización del país como portadores de los ideales ilustrados y liberales, pero el devenir histórico los convirtió en traidores.

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