La novela
negra y el thriller en general, por sus especiales características
narrativas, el suspense y el ritmo rápido de la acción entre otras, son géneros
literarios que se adaptan fácilmente a otros medios como cine o televisión. Tal
es el caso de esta novela que comentamos hoy, “Tarántula” (1995) que inspiró la película de Pedro Almodóvar “La piel que habito” (2011).
Inspirar es la palabra justa porque, aunque no he visto la película, he
comparado la sinopsis de la misma con la
trama novelesca y presentan notables diferencias por lo que no se trata de una
adaptación literal. En todo caso, si se pretenden comparaciones, siempre será mejor la lectura previa al visionado, una preferencia que casi
todos admitimos así como las razones que la justifican, en las que no
entraremos por haber sido ya bastante debatidas.
Thierry Jonquet (1954-2009) fue
un novelista parisino de vocación tardía que,
tras su prematura y reciente
muerte, ha dejado una producción corta en la que predomina la novela negra.
Como seguidor de este género se definía
así en una autobiografía: "Escribo
novelas negras. Intrigas donde el odio y la desesperación se llevan la mejor
parte y no paran de machacar a pobres personajes a los que no concedo ninguna
oportunidad de salud“. Su trabajo
relacionado con la terapia ocupacional lo puso en contacto con la muerte, la
vejez, y la enfermedad y lo llevó a profundas depresiones de las que se liberó
escribiendo sus libros en los que se
muestra entre fascinado y horrorizado por la maldad y la brutalidad de nuestro
mundo actual, sin olvidar un fuerte componente de crítica social.
“Tarántula”
es una novela corta que se puede clasificar como de serie negra aunque falta en
ella el componente policiaco, es decir, existe el crimen pero no está presente el punto de vista investigador
del policía o el detective. Lo
importante aquí es la explicación, implícita en la acción, de la motivación
moral del crimen. El desarrollo de la acción es rápido, con un lenguaje directo
con pocas concesiones a lo descriptivo. La historia es de una perversidad que
nos inquieta y nos atrapa en la lectura. Se desarrolla en un ambiente agobiante
de miedo e inseguridad, con una violencia en la que predomina lo sutil sobre la
brutalidad y de una aparente irracionalidad cuya lógica se desvela de forma
progresiva hacia el final. El sufrimiento, la humillación, la venganza, la
aceptación, la redención, y la ambivalencia sentimental entre amor y odio son sentimientos que se nos
muestran en la trama.
La
historia contiene dos planos narrativos
que alterna al narrador externo que nos la cuenta en tercera persona,
con uno de los personajes que desarrolla su monólogo interior en segunda
persona, dirigiéndose a sí mismo, una persona verbal poco utilizada, casi reservada en exclusiva para el género
epistolar. Al margen de esta originalidad, se le puede criticar que el
relato resulta en ocasiones algo irreal, poco creíble.
Hasta
aquí puedo comentar sin entrar en más detalles del argumento que arruinaría la
lectura de los que quieran disfrutar de
esta novela que atrapa y se lee de un tirón
en pocas horas.
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