Con esta
novela se inició en la literatura María
Dueñas, una profesora universitaria que previamente
había sido autora sólo de trabajos de tipo académico. Editada en el año 2009, se dice que no tuvo
inicialmente una excesiva campaña de promoción y pese a eso pronto se convirtió en superventas, ha sido traducida a otros
idiomas, galardonada con varios premios, y parece que se ha realizado sobre la
misma una serie de televisión que aún no
se ha estrenado. En fin, para la escritora manchega ha sido, como reza el dicho español, “llegar
y besar el santo”. No obstante, el éxito de El tiempo entre costuras no ha sido sólo cuestión de suerte sino producto de una conjunción de aspectos favorables, y
entre ellos no es de menor importancia el hecho de ser una novela escrita por y
para la mujer, con una protagonista femenina; y no quiero con esto expresar ninguna
crítica o demérito sino constatar un
hecho conocido, que el público lector
femenino es actualmente mayoritario en el potencial mercado español. Por otra parte, la autora ha sabido
integrar sabiamente en la trama
novelesca elementos propios de varios subgéneros tales como la novela histórica,
el thriller de espionaje y hasta la novela rosa. De esta última hay que
destacar que el componente sentimental es abundante en la primera parte y esto
no presagiaba nada bueno sino una más de este tipo al más puro estilo Danielle
Steel, repleta de personajes y situaciones convencionales. Afortunadamente
la escritora se encarga de dejarnos claves que nos hacen intuir cambios de
enfoque y progresivamente la acción gana
en interés, generando tensión y suspense para terminar enganchando al lector.
La protagonista es una modesta costurera, pobre y de escasa formación, que tras
sufrir un grave desengaño amoroso se ve abandonada a su suerte y a base de
tenacidad y cierto grado de osadía consigue
introducirse en el mundo de la alta costura para acabar envuelta en una
trama de intrigas políticas y espionaje. La heroína nos cuenta su historia en
primera persona y consigue de esta
forma la mayor proximidad del lector y reforzar los aspectos emotivos del relato.
Entre los personajes ficticios se mezclan otros reales como Juan Luis
Beigbeder, alto comisario en Marruecos y ministro del primer gobierno de Franco
en la postguerra, también Ramón Serrano Súñer llamado el “cuñadísimo” del
dictador, igualmente ministro de la primera etapa, falangista y filonazi, gran
organizador del régimen en sus primeros años y después caído en desgracia y
postergado como el anterior. Los rasgos biográficos de ambos personajes se tratan de forma superficial e integran el
ambiente de la novela que se desarrolla en un marco histórico muy determinado
que va desde el final de la república y comienzo de la guerra civil española
hasta los primeros años tras la misma en plena guerra mundial. La acción se
desarrolla en distintas ciudades, el Madrid de antes y después de la guerra, el
exotismo y el ambiente colonial de Tánger y Tetuán, capital ésta del Protectorado
Español de Marruecos, y Lisboa con su corte de exiliados en tránsito y espías.
La protagonista carece en principio de conciencia social y no toma partido ante el drama de la guerra, se mantiene alejada de la misma
inmersa en el mundo de moda y glamour de la alta sociedad, son
finalmente otros personajes los que la
inducen a una cierto grado de
implicación.
Entre los aspectos negativos a
destacar sobre la trama argumental cabe decir que en algunos momentos es
bastante previsible y en otros las
situaciones generadas son poco creíbles.
Pero lo peor de todo en mi opinión es el final que la escritora deja a
la opción del lector bosquejando varios posibles sin optar por ninguno. La
intención puede ser la de estimular la imaginación, prolongar la intriga, o
evitar las críticas a una resolución feliz y edulcorada o, por el contrario, la
frialdad de un final desgraciado. Sea cual sea la intención, la sensación que
provoca es la frustración de un desenlace precipitado o indefinido que arruina
parcialmente una buena historia aunque tiene el buen sentido de cerrarla y evitar la tentación de prolongarla en
segundas partes.
En resumen, bajo la perspectiva de la literatura de evasión y
sin demasiadas exigencias de estilo se trata de una buena novela, de lectura
fácil, que atrapa al lector y mantiene su interés hasta el final lo cual justifica el éxito de ventas y disculpa su mediana calidad literaria.