Se trata
de un libro interesante, a medio camino entre el tratado y el ensayo. Del primero tiene la voluntad
didáctica y analítica, del segundo la
estructura poco sistemática y por ello
más libre y flexible. El autor, Xavier d’Ors, es catedrático de Derecho Romano y resulta obvio decir que conoce el tema en
profundidad, pero no hay que asustarse, ya desde la introducción insiste en
aclararnos que no se trata de un libro para
especialistas, juristas en este caso, sino divulgativo, destinado a un público
poco conocedor del Derecho pero necesariamente interesado
por la historia y la cultura
grecolatina. Y son precisamente los textos latinos recogidos en la antología los
que dan a este trabajo la flexibilidad que antes mencionaba.
Pertenecen a distintos momentos de la
historia de Roma, desde los orígenes de la república hasta finales del imperio y su epílogo en el bizantino Justiniano. Esta selección es la
auténtica columna que vertebra e ilustra la evolución histórica del derecho
romano, uno de los mayores logros de aquella
civilización y una construcción casi
perfecta, tan sólida que aún sigue cimentando
el Derecho en el mundo occidental.
En cada capítulo se traduce un texto latino precedido de
una introducción sobre su contenido que nos informa también sobre la datación
cronológica y su carácter de fuente. Los fragmentos se acompañan además de
abundantes notas aclaratorias, sobre términos y conceptos jurídicos o
históricos, que facilitan la comprensión de los
profanos en la materia. Aunque las introducciones y anotaciones del
autor resultan decisivas, son los textos
de los escritores clásicos los que nos instruyen directamente sobre los conceptos jurídicos del derecho
y su evolución. En esto radica lo
novedoso de la obra, concebida como un mosaico de textos que tomados en su conjunto constituyen un
tratado didáctico sobre historia del
derecho romano contado por los propios
juristas o historiadores que lo
generaron o divulgaron. El autor de la
antología nos propone de esta forma que
nos informemos o aprendamos bebiendo en las fuentes originales.
Entre los textos escogidos se incluye la ley de las XII tablas, verdadera fuente del derecho civil
republicano, origen de la jurisprudencia
y de las actio legis que fundamentaron el primitivo derecho
procesal. Un fragmento del Enchiridión de Pomponio constituye un
auténtico tratado que resume en pocas líneas la evolución jurídica desde las primitivas leyes curiadas hasta las
constituciones imperiales, y entre ambos polos cronológicos, las leyes sociales
que fueron resultado de la lucha entre patricios y plebeyos, los orígenes de
las distintas magistraturas políticas, y
los conceptos básicos del derecho. Los libros de respuestas jurisprudenciales de
Gayo y Justiniano ilustran distintas
acciones del derecho civil tales como las deudas y obligaciones en general,
herencias, y otras. Las Res gestae divo Augusto, además de auténtico
testamento político de este emperador
sirven para documentar la evolución de la república al principado. Otros textos
nos muestran las distintas fuentes del derecho o inciden en
el derecho imperial.
A través de los textos
y su análisis podemos llegar a
ciertas conclusiones. La primera de ellas es que el primitivo derecho romano se basaba principalmente en la
jurisprudencia, es decir, en la interpretación de unas pocas disposiciones
legales contenidas en las famosas XII tablas
por parte de expertos revestidos de reconocida autoridad en la materia.
Era también un derecho rígido en su aspecto procesal porque estaba basado en
unas fórmulas determinadas que debían ser pronunciadas oral y literalmente antes de iniciar el juicio, o en sus distintas fases. A partir Adriano
los jurisprudentes dejaron de ser independientes para estar bajo la
autoridad del emperador y de esta forma
el derecho se tornó burocrático, las fórmulas procesales se fijaron por escrito
y se inició su enseñanza como cuerpo doctrinal; el sistema se tornó legalista,
con predominio de las leyes imperiales sobre la jurisprudencia. Se deduce
también que las fuentes activas de producción jurídica se prolongaron hasta
el emperador Constantino y a partir de
ese momento se inicia una labor de recopilación del derecho ya existente en diferentes códigos que
culminan con el Digesto de Justiniano. El libro contiene además bastantes
curiosidades y algunas cosas novedosas para mí, tales como
la diferenciación entre las figuras del pretor
y el iudex como conductores de los
juicios, encargado el primero de
establecer las normas procesales y el segundo de dictar sentencia una
vez oídas las partes y las opiniones de los jurisprudentes.
En suma, un libro muy interesante
pero destinado a un público minoritario. La edición de bolsillo de la editorial
Akal es además muy cuidada, con una relación calidad-precio muy favorable a la
primera.