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sábado, 8 de junio de 2013

UN GRANIZADO DE CAFÉ CON NATA. Alessandra Lavagnino

Un granizado de café con nata (1974) es una obra difícil de clasificar  porque contiene elementos que atañen a varios subgéneros y estilos narrativos. El tono intimista y el conflicto interior de la protagonista, que domina toda la narración, son propios de la novela psicológica; el opresivo ambiente en el que se desarrolla y un velado fondo de denuncia la aproxima  al denominado  realismo social, y en  algunos aspectos recuerda a la novela negra.  Con todos estos ingredientes las escritora ha fraguado una obra  sólida y atractiva  no por  la acción trepidante que es  el habitual banderín de enganche de los lectores actuales, entre los cuales me incluyo, sino poniendo énfasis en los sentimientos y la caracterización interior de los personajes, y por eso apela directamente a la sensibilidad del lector, busca su complicidad, y  le obliga a la concentración y la reflexión. 
         La napolitana Alessandra  Lavagnino  (1927)  es  una autora  poco conocida en España, profesora de universidad, experta en insectos  transmisores de enfermedades, ha escrito abundantes obras de tipo divulgativo sobre su especialidad alternando con una considerable obra de ficción narrativa.  Siendo una mujer del sur, en esta novela ha  profundizado  como nadie  en el papel  de la mujer  siciliana y sus puntos de vista  en una sociedad dominada por la mafia.
La protagonista principal del relato es Ágata, mujer culta y de familia acomodada, experta entomóloga dedicada al estudio y selección  de las moscas en su laboratorio de una empresa de insecticidas.  Tras sufrir una contusión cerebral  presenta como secuela una  inexplicable e indeseable tendencia a la sinceridad y esto la pone en grave riesgo en un ambiente en el que domina la ley del silencio, la omertá mafiosa, pero también la enfrenta a sí misma, a su propia verdad, a sus frustraciones y carencias afectivas, y en suma a su propio vacío existencial. En la estructura narrativa  se alternan las tres personas verbales y esto dificulta inicialmente la lectura hasta que comprendemos que la línea argumental esta interrumpida a menudo por las reflexiones y evocaciones de la protagonista en una especie de confesión dirigida en ocasiones a su marido a modo de carta abierta, de ahí el uso de la segunda persona que  es casi exclusivo del género epistolar.  Se utiliza una prosa elegante y hasta poética por momentos, en la que  los elementos descriptivos se reducen al mínimo, lo implícito y los sobrentendidos predominan sobre  lo determinado y explícito, lo cual envuelve la historia en un halo  de misterio en el que se entiende  que lo omitido es tan importante como lo dicho. En  la alternancia de los dos planos narrativos antes citados, el conflicto interior de la protagonista y las consecuencias  que su indeseada sinceridad  puedan tener en el  hermético y opresivo mundo de la mafia, es en este segundo plano donde  la escritora juega con el lector dosificando hábilmente el suspense  porque  en cualquier momento nos hace esperar un desenlace dramático. Se hace un estupendo retrato psicológico del personaje principal en el que intuimos algunos toques autobiográficos aunque la escritora lo niega en nota preliminar. En general  todos los personajes femeninos están muy bien perfilados en sus rasgos de carácter  en tanto que los masculinos parecen más bien comparsas de este drama siciliano que mantiene el interés  evitando desenlaces  similares a los del “El padrino”, tan frecuentes en la novela y el cine americanos. 
         El tema que subyace en la narración  es la verdad  con mayúsculas,  entendida normalmente como una cualidad  y actitud ética pero enfocada aquí bajo una perspectiva ambivalente, quizás un bien deseable en el plano individual  pero a menudo contradictoria, indeseable, y hasta peligrosa en las relaciones sociales.
         El libro contiene además un epílogo de Leonardo Sciacia  que en su momento fue un firme defensor de esta obra y propició su publicación. Quien haya leído algunas de las novelas  este escritor  encontrará sin duda evidentes similitudes estilísticas y temáticas entre ambos autores. Resumiendo, una obra interesante, de calidad, que requiere una lectura detenida y reflexiva, con muchos más aspectos destacables que los comentados hasta ahora. Que renuncia al efectismo como recurso fácil  al tratar los problemas de la sociedad siciliana y nos ofrece una visión  menos tópica y más real sobre la misma.


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