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miércoles, 2 de octubre de 2013

B DE BESTIAS. Sue Grafton

Desde su aparición a mediados del XIX, la novela  policiaca o detectivesca ha conseguido mantener, e incluso incrementar, el interés de gran parte de los lectores quizás a causa de su carácter de literatura de evasión, sin que esta etiqueta suponga necesariamente una merma o menosprecio de su calidad. Aparte de los clásicos del género y de algunos escritores actuales consagrados por la crítica y el marketing, como Stieg Larsson, la mayoría de los autores me son desconocidos así que, cuando me decido por este tipo de lectura, suelo elegir  guiado por elementos accesorios como puedan ser un título o un diseño de portada sugerentes, tan poco fiables que me equivoco con cierta frecuencia. No es el caso de esta novela que se me ha propuesto en uno de mis club de lectura por lo que estoy libre de culpa “in eligendo”, que diría un abogado pedante. Su título dice poco y tiene una portada escasamente atractiva para mi gusto, si bien es cierto que, vista tras la lectura, es preciso admitir que representa  con dibujos esquemáticos, casi infantiles, algunos elementos alusivos a la trama argumental.  
        B de bestias fue escrita por la norteamericana Sue Grafton en 1985 y pertenece a un larga serie de novelas policiacas  conocida como “las novelas del alfabeto”, con un total de  23 títulos publicados, el último con la W en septiembre de este año 2013 y, si  Dios guarda la vida de la escritora muchos años, creo que amenaza con llegar hasta la Z. Esta abundancia de títulos, y tan desconocidos, ya nos hace saltar todas las alarmas de calidad antes de  emprender la lectura de ésta.    
La protagonista del relato y de la serie es la detective privada Kinsey Millhone que en el tiempo de la acción, coincidente según creo con el de escritura, dice tener  treinta y pocos años y  ya lleva sobre sus espaldas dos divorcios, es solitaria vocacional con algún recelo hacia el sexo opuesto, tiene poco trabajo, dificultades para llegar a fin de mes, y cierto sentimiento de culpa por una muerte en defensa propia que lleva sobre sus espaldas con resignación. Nos cuenta la historia en primera persona sin que esto suponga el menor esfuerzo introspectivo en la protagonista que se limita a describir solamente los hechos, con escasas reflexiones sobre sus sentimientos o vida personal, por lo que resulta en suma un personaje frio y de apariencia superficial. En cuanto a la trama argumental, se desarrolla de forma líneal sin saltos temporales. Las descripciones son abundantes y precisas, y si es verdad que esto parece en principio muy conveniente en la novela policiaca, la insistencia reiterativa  en aspectos tales como mobiliario, vivienda, ropa, y otros aspectos marginales a la trama, recuerdan  más bien un guión de cine o teatro en el que haya que detallar el escenario. En general se describe un ambiente social en el que destacan los jubilados que viven un perpetuo veraneo vegetativo en las templadas costas de California y Florida y habitan, según su nivel social, en residenciales de clase media o antiguas y precarias viviendas con armazón de madera fácil presa de incendios y huracanes tropicales. Quizás con la intención  de resaltar la mediocridad ambiental, la escritora  adorna el componente  descriptivo del relato con multitud de detalles  que se recrean en los aspectos más vulgares o miserables de la vida cotidiana de los personajes, algo que recuerda los excesos del naturalismo literario francés del XIX pero en este caso sin la menor intención de crítica social, más bien parece la perspectiva algo despectiva que pudiera tener alguien, quizás la propia autora, de mayor nivel económico y social.
        La estructura del relato es bastante habitual en este género y consta de una larga exposición que comprende dos tercios del libro, dedicada  a desplegar un abanico de falsos sospechosos que desvien la atención del auténtico culpable, y la resolución final del caso en las últimas páginas que pretende siempre sorprender.  Pero esta técnica es adecuada sólo si se sabe mantener un cierto nivel de suspense durante el curso de la narración y ese no es el caso de esta novela, porque la violencia, real o psicológica, uno de los componentes esenciales del mismo, es aquí marginal y referida al pasado, cuando no gratuita o intrascendente. En referencia al lenguaje decir que es sencillo, directo, y sin recursos literarios, pero no demasiado vulgar, con diálogos en tono coloquial sin el deje irónico y algo prepotente propio de los detectives de la novela negra más tradicional.
En resumen, obra de género detectivesco difícil de encuadrar en cualquiera de las corrientes  evolutivas del mismo. No es del tipo analítico de la escuela inglesa, tampoco  pertenece a la serie negra norteamericana, más cercana a las corrientes actuales lideradas por la novela escandinava pero bastante menos profunda. Pretende reunir elementos de todas las tendencias y queda corta en todo. Pero no quiero ser negativo en exceso, para ser justos se deja leer con facilidad, sin suspense pero no totalmente previsible, entretenida  rozando el aburrimiento, es decir, anodina entre muchas otras.

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