Si me hubieran dado a elegir este libro entre
varios, estoy casi seguro de haberlo desechado apenas el primer vistazo. De autor
desconocido para mí; un título que produce cierto escalofrío a los que somos
poco propensos a la carrera; la austera portada de la edición; una foto
sugerente y acorde con el título, que cansa de sólo verla; la introducción de
contraportada que anuncia la biografía de un atleta, un género que me motiva
poco y un deporte que aún menos. En fin,
un cúmulo de intuiciones erróneas y prejuicios negativos suficientes para el
desanimo. Por suerte esta ha sido una propuesta de mi club de lectura y,
disciplinado como soy, no he querido rechazarla. Ahora, cuando acabo de
terminar el libro, me alegro de haber sido, como dice la conocida muleta
retórica, inasequible al desaliento.
Correr (2008), es un buen ejemplo de
cómo superar una biografía, con su fría sucesión de fechas y eventos, y convertir
este género literario en algo ameno sin perder por ello un ápice de veracidad.
Porque en esta historia nada es inventado, todo sucedió realmente; es la forma
de contarla lo que la hace diferente, interesante y hasta divertida a pesar del
dramático contexto histórico que envuelve la vida del personaje. En resumen, se
trata de una biografía novelada, la mirada subjetiva del escritor
francés sobre la vida del gran atleta checo.
Emil Zátopek (1922-2000) fue un
deportista original e innovador en muchos sentidos. Corredor de fondo con un
estilo torturado que reflejaba sufrimiento pero capaz de imponer un ritmo agotador a sus adversarios. No tenía
preparador físico, inventó el sprint final, y su personal sistema de
entrenamiento potenciaba la resistencia. Pulverizó todos los record de su época
e inscribió su nombre en la historia del atletismo tras conseguir el oro
olímpico en las carreras de 5.000, 10.000 metros y la maratón en el plazo de
una semana. Fue un hombre sencillo en su vida privada pero muy ambicioso en lo
deportivo. No tuvo ideología política pero fue víctima de los totalitarismos de
su época; del terror nazi en su juventud, y después del régimen comunista que
lo utilizó con fines de propaganda al tiempo que lo vigilaba, limitaba sus
movimientos, y tergiversaba sus declaraciones de prensa. Fue un héroe épico por
sus triunfos y dramático por los graves sucesos políticos que vivió. Su angustioso
estilo corrió paralelo a la torturada historia de Checoslovaquia durante buena
parte del siglo XX. Helsinki-1952
fue su cenit deportivo, y la Primavera de Praga-1968 su personal ocaso;
fue humilde en el triunfo y afrontó con dignidad su caída y así se convirtió en
un símbolo de afán de superación y resistencia a la adversidad.
Jean Echenoz (1947) es un experto
en este tipo de biografías. Además de ésta ha escrito otras dos, Ravel (2006)
y Relámpagos (2010), sobre el genial compositor francés la primera, y
sobre el ingeniero e inventor Nicola Tesla la segunda. Su prosa es sencilla,
descriptiva, económica en figuras literarias, con uso frecuente de la elipsis,
y a pesar de su simplicidad consigue imprimir ritmo a la narración y mantener
el interés. El propio escritor es el narrador y nos cuenta la historia en un
tono en el que predomina la ironía y el humor, un medio de aliviar la opresiva
atmosfera política que rodea al protagonista, al tiempo que le sirve para
humanizar y arropar emotivamente la frialdad de las marcas y premios
deportivos. Está narrada en tercera persona pero utilizando el presente histórico, una
técnica que busca la complicidad del lector al cual se interpela directamente
en muchas ocasiones reclamando su atención. Todos estos recursos nos acercan
tanto al personaje y su historia que casi tenemos la sensación de
asistir a un relato oral.
Para
terminar, es una novela interesante hasta el final, breve pero intensa en su
desarrollo narrativo modulado por ciertos cambios de ritmo que recuerdan los
que el protagonista imprimía a su carrera. Una lectura para recomendar incluso
a los poco aficionados al género biográfico.
Estupendo comentario. Mi punto de vista coincide con el tuyo.
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