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jueves, 5 de noviembre de 2015

MADAMA BUTTERFLY. Giacomo Puccini

Este año la compañía  Opera 2001 ha vuelto a programar en nuestra ciudad Madama Butterfly, drama lírico  que ya fue presentado en Jaén hace cinco años por esta misma agrupación. En esta ocasión la representación tuvo lugar en la víspera de la festividad de los Santos, esa noche que la cultura anglosajona que nos coloniza ha trivializado en la noche de Hallowen. El escenario fue el habitual de este tipo de espectáculos, el teatro Infanta Leonor.
Esta ópera es una de las más representadas en el repertorio operístico internacional. Son muchas las razones de su popularidad. Una de ellas es, en mi opinión, el exotismo y la atracción que la refinada cultura japonesa ejerce sobre nosotros y nuestra mentalidad occidental. De otra parte, el abnegado y romántico amor de la protagonista, y su dramático final, apela a nuestra fibra sensible de una forma  más realista, moderna y efectista, que otros dramas clásicos.
          Fue compuesta por Giacomo Puccini (1858-1924) y el libreto creo que se inspira en dos obras literarias, el cuento Madame Butterfly (1898) de John Luther Long y la novela Madame Chrysanthème (1887) de Pierre Loti. Algunos críticos dicen que está basado en unos hechos reales ocurridos en Nagasaki a finales del XIX. Sea como fuere, en el momento de su estreno en la Scala de Milán (1904) no fue especialmente valorada y el músico italiano tuvo que reescribirla y estructurarla en algunas versiones sucesivas hasta la actual. Después le llegaron las críticas favorables y el éxito hasta ser adaptada al teatro y llevada al cine en varias ocasiones.
          Madama Butterfly está escrita en tres actos y el libreto es de los italianos Giuseppe Giacosa y Luigi Illica. En cuanto a la música, impregnada en algunos pasajes de ligeros toques orientalistas, no es demasiado conocida, salvo el aria del segundo acto “un bel di, vendremo”, sin duda la más popular, o la final del tercer acto “con onor muore”, la más dramática, ambas cantadas por la soprano que representa a Butterfly. Abunda en recitativos y dúos del resto de personajes y el coro también tiene alguna interpretación destacada como en el segundo acto, cuando entona una melodía a bocca chiusa, un recurso coral mediante el que se emiten notas sin abrir la boca.
          Como es habitual en la ópera, las voces de soprano y tenor se reservan para la pareja protagonista, en este caso Cio-Cio San (Butterfly) y el capitán Pinkerton, pero aquí la interpretación de la primera resulta reforzada por la trama argumental que impone la ausencia del segundo durante todo un acto. En cambio es notoria la actuación de dos personajes secundarios, el cónsul Sharpless (barítono) y la sirvienta Suzuki (mezzosoprano). Cuando se ha asistido a una misma ópera en dos ocasiones se tiene la tentación de comparar las interpretaciones de los cantantes en una y otra. En mi opinión, sí en la primera, hace cinco años, destacó la voz del barítono (Sharpless), en ésta fue más sobresaliente la mezzosoprano (Suzuki). Butterfly fue interpretada por la  soprano japonesa Miki Mori y su actuación fue desde luego la más brillante en un papel protagonista que se presta al lucimiento. 

          Para concluir, Madama Buttefly no es tan espectacular en cuanto a escenografía como las óperas de Verdi, no tiene magnificas oberturas como las de Wagner, ni el virtuosismo musical de Mozart. Su principal baza es ese dramatismo próximo a lo cotidiano, capaz de desbordar nuestra emotividad y formarnos un nudo en la garganta cuando llegan las escenas finales. O quizás exagero y es debilidad propia de la edad madura.


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