Es
la segunda vez en pocos años que tenemos la suerte de asistir a la
representación de esta obra emblemática del ballet clásico. La primera
fue hace seis, en diciembre de 2010, y estuvo a cargo del Ballet
Estatal Ruso de Rostov. En esta ocasión, en los comienzos de su gira por más de cuarenta ciudades
españolas, nos ha visitado El Ballet
Nacional Ruso, la primera compañía privada, fundada en 1989
coincidiendo con el derrumbe de la Unión Soviética. Está dirigida por un
matrimonio de antiguos bailarines, Sergei y Elena Radchenko; él
fue pareja de la mítica Maya Plisetskaya en el Teatro Bolshoy
de Moscú, y ella la primera bailarina del no menos famoso Teatro Mariinsky
de San Petersburgo. El repertorio de este grupo
incluye los principales títulos clásicos, incluidos los tres ballets
de Piotr Illich Tchaikovsky
(1840-1893), La Bella Durmiente, El Cascanueces y éste que nos ocupa,
sin duda el más famoso.
El Lago de los Cisnes fue compuesto por el genial músico ruso en 1875.
Fue un encargo del Bolshoy y la coreografía original fue creada por Julius
Reisinger. Parece que en el proceso
compositivo hubo desacuerdos entre músico y coreógrafo y en su estreno en 1877
la obra no fue bien aceptada por el público por lo que sufrió varias revisiones
posteriores. La coreografía más aceptada y representada actualmente es la de Marius
Petipa (1818-1910), un maestro de ballet francés que, afincado en
Rusia, fue el principal artífice del gran ballet ruso del XIX.
La
obra se representa en cuatro actos y el libreto se dice inspirado en un cuento
de hadas alemán. El argumento es bastante conocido: El príncipe Sigfrido
se enamora de Odette, una princesa que sufre el embrujo del mago Rothbar,
convertida en reina de los cisnes que sólo adopta forma humana durante la
noche. El amor y la fidelidad del
príncipe es el medio de romper el hechizo pero, cuando se celebra un baile en
el que debe elegir esposa, el malvado
brujo le presenta a su hija Odile (cisne negro) bajo la apariencia de Odette.
Sigfrido engañado le jura fidelidad eterna. En el último acto descubre
la mentira y, tras luchar y vencer al mago, recupera a su amada. Existen varias
versiones de este final, algunas en tono más dramático.
La
música de esta obra es brillante y espectacular. Algunos de sus pasajes son muy conocidos, entre ellos el Vals de
los Cisnes o el tema de Odette
que se repite como leitmotiv asociado a las apariciones de ésta. También
es muy popular el pas de quatre conocido como Danza de los pequeños
cisnes. En los dos actos (I y III), ambientados en el palacio, se suceden
distintas danzas, húngaras y rusas, napolitanas, polkas y mazurkas, valses y
hasta una danza española (tempo di bolero) en el acto III. Contrastan las
alegres melodías de baile en estos actos con el romanticismo y la armonía de
los otros dos (II y IV) que se desarrollan en el ambiente brumoso y nocturno
del lago.
En
cuanto a la actuación, destacada la pareja de primeros bailarines en los
numerosos pas de deux que ofrece la representación, y también algunos
otros personajes como el bufón. En todo momento, los armónicos y sincronizados movimientos de
las bailarinas corales evocaron la elegancia de los cisnes.
En
fin, un estupendo y espectacular ballet que recordaremos con agrado porque
no abundan las ocasiones de ver este tipo de representaciones en nuestra
ciudad.
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