Este año,
en el conjunto de espectáculos que ha ofrecido el XIX Festival de Otoño de
Jaén, nos ha visitado de nuevo el Ballet Nacional Ruso bajo la
dirección de Sergei Radchenko, el bailarín que fue pareja de la célebre Maya
Plisetskaya en el Bolshoi de Moscú. Sí en las dos temporadas anteriores nos
ofrecieron sendas representaciones de El Lago de los Cisnes y El
Cascanueces, ahora se cierra el ciclo con La Bella Durmiente, que en orden cronológico es la segunda de las tres
composiciones para ballet de Piotr I.
Tchaikovsky.
La
obra está basada en un cuento de Charles Perrault en versión de los
hermanos Grimm. El libreto es de Ivan Vsevolozhsky
y la coreografía de Marius Petipa. Está estructurada en un prólogo y
tres actos, fue estrenada en 1890 y actualmente es uno de los ballets más
famosos del repertorio clásico.
Tras la
breve exposición de la ficha técnica, debo decir que en mi opinión es la menos
atractiva de las tres composiciones para ballet ya citadas. No llega al lirismo
melódico de El Lago de los Cisnes ni a la riqueza en danzas de El
Cascanueces. Los pasajes son menos conocidos, si exceptuamos el Vals de
las Guirnaldas (II acto) muy popularizado por Disney en sus
películas de animación. Todo ello sin cuestionar la intensidad y expresividad
musical del genial compositor ruso.
En cuanto a la representación que nos
ocupa y la actuación de los bailarines, en concreto los tres principales que
interpretaron a la Princesa Aurora,
el Príncipe Désiré y el Hada de las Lilas, fue buena en cuanto a
la técnica, sobre todo en los pasos que requieren un cierto virtuosismo que
pudiéramos llamar gimnástico e incluso de malabarismo. En ese aspecto, muy
destacable el primer bailarín, algo menos la prima ballerina. En ambos noté una cierta brusquedad de movimientos
y eché en falta una ejecución más armónica con la música. No sabría definir
bien en que consiste esto último y mi opinión es desde luego cuestionable,
porque no paso de ser un buen aficionado a este arte.
Muy bien otros aspectos secundarios
como una cuidada escenografía y vestuario que remiten al periodo barroco en el
que se ambienta la obra. También algunos pasajes musicales y pasos de baile
están claramente inspirados en ese estilo artístico. Destacar además la
teatralidad mímica de los interpretes de la bruja Carabosse y de Catalabutte,
el maestro de ceremonias.
En fin, aún con las objeciones
mencionadas, el espectáculo fue brillante en su conjunto y creo que el público
salió satisfecho de la representación.
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