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martes, 27 de abril de 2021

EL VENGADOR DEL RIF. Fernando Marías



        En varias ocasiones he reconocido no estar al tanto de la actualidad literaria. En mis preferencias siempre ha prevalecido el interés por la historia, los clásicos de todas las épocas y siempre por autores muy conocidos. Por eso, agradezco a mi club de lectura la oportunidad de descubrir obras y autores que nunca hubiera elegido por iniciativa propia. Esa es, entre otras, una de las principales ventajas de este tipo de asociaciones. Y este es el caso del escritor Fernando Marías Amondo (1958) que, desconocido para mí, no es un recién llegado al panorama narrativo español porque a estas alturas cuenta con una considerable producción galardonada, entre otros premios, con el prestigioso Nadal.

        El vengador del Rif (2000) recuerda por su título, dramático y directo, aquellas aventuras decimonónicas por entregas, o incluso algunos tebeos de mi infancia, como El guerrero de antifaz. Se trata, en efecto, de una buena novela de aventuras, breve en extensión, en torno a las cien páginas, pero muy eficaz en el objetivo de captar el interés del lector hasta el final. Por la concisa economía de medios recuerda mucho a los guiones de cine, otra de las facetas destacadas en el escritor. Sin los tradicionales recursos cinematográficos que sintetizan la acción, Fernando Marías recurre aquí a la reproducción de cartas o noticias de prensa de la época para situar la trama argumental en su contexto histórico y evitar al mismo tiempo una innecesaria extensión en los aspectos descriptivos de la misma.

        Novela de aventuras, pero también, sobre todo, de intriga casi detectivesca al estilo de Agatha Christie. En estos casos, no quiero adelantar detalles de la acción por miedo a arruinar la lectura a otros. Por eso me limitaré transcribir parte del resumen promocional de la novela: “La petición que un escritor de encargo recibe para preparar un guion cinematográfico ambientado en el Marruecos español destapa una antigua y misteriosa historia: la de El vengador del Rif. A principios del siglo xx, en un ambiente de caos y corrupción y en medio de la revuelta de varias tribus rifeñas, un grupo de oficiales españoles monta un timo que acaba en tragedia. Poco después, todos los que en él están envueltos van cayendo a manos de un misterioso «justiciero»…”

        El escritor por encargo cumple el papel de narrador que cuenta los hechos en primera persona. La historia se desarrolla de forma lineal en el pasado, en los primeros años del XX, en torno a 1909, fecha que es señalada por dos hitos históricos, la masacre de españoles en el Barranco del Lobo (Marruecos) y la Semana Trágica de Barcelona. No obstante, presenta dos saltos temporales hacia la actualidad. El primero al comienzo, con la exposición e introducción de la trama, el segundo al final con el desenlace de la misma.

        En mi opinión, tan interesante como la intriga del relato es la ambientación histórica en el Marruecos colonial español. Una época no demasiado tratada en la narrativa de nuestro país, quizás porque hay poca épica de la que enorgullecerse. Una innecesaria e improductiva aventura colonial jalonada por trágicas derrotas como la ya mencionada y el desastre de Annual (1921) que trajo como consecuencia la pésima dictadura de Primo de Rivera. De aquel desastre nos ayudó a salir Francia con el desembarco de Alhucemas (1925) y la derrota de Ab el-Krim, y se cobró su precio por ello. La Guerra de Marruecos fue también una aventura para una serie de oficiales, los llamados “africanistas”, que la utilizaron como trampolín de su ambición, la que provocó, en parte, la secuela tardía de nuestra Guerra Civil. Pero aún siendo importante como telón de fondo, no estamos ante una novela histórica porque no profundiza en la divulgación de ese periodo de nuestra historia colonial. 

        Volviendo al relato, algunas escenas parecen un homenaje al cine. Así las dos expediciones de patrullas españolas al desierto, en busca de los yacimientos mineros de Al Ahní, recuerdan vivamente las películas de la legión extranjera francesa, tales como Beau Geste (1939) protagonizada por Gary Cooper. Imposible no ver paralelismo entre el sargento Tabletero y el sádico y brutal sargento Markoff. La novela tiene además otros detalles interesantes. Historias dentro de otras, referencias metaliterarias,  y cierto grado de humor en la exposición. En suma, una estupenda aventura, lectura de evasión no exenta de calidad sin destacar demasiado en el estilo. De de las que atrapan y se leen de un tirón.

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