En España no abundan las revistas de
crítica literaria, y eso a pesar de que las estadísticas demuestran un
incremento en la edición de libros en nuestro país. Es cierto que en la prensa
ordinaria y en los medios audiovisuales son frecuentes las reseñas literarias,
pero más enfocadas al marketing promocional que a la crítica, no entendida como
análisis sistemático de un texto, sino en sentido divulgativo de presentación y
recomendación al lector de una determinada obra.
Reconozco no estar muy al día en cuanto a actualidad literaria. Por eso, de vez en cuando, acudo a una de esas revistas en busca de novedades editoriales y encuentro propuestas atractivas entre un maremágnum de reseñas que en ocasiones son demasiado crípticas y en otras vacuas de contenido. Fruto de esa búsqueda es el libro que hoy comento.
La autora es Mariana Enríquez
(1973), una escritora y periodista argentina cuyos cuentos se enmarcan en el
género de terror. No hizo falta mucho más, el sugerente título y el inquietante
dibujo de portada despertaron mi curiosidad. Así de caprichosa puede ser a
veces la elección de un libro.
Los peligros de fumar en la cama (2009) recoge un total de doce
cuentos, uno de ellos es el que da nombre a la antología y algunos otros fueron
publicados en prensa previamente. El terror de estos relatos no renuncia a los
tópicos habituales del género, tales como apariciones fantasmales o lugares
siniestros, pero está más ligado a lo cotidiano, a los aspectos inquietantes de
la personalidad humana. Es un terror más psicológico que efectista, que impacta
más por una crudeza en la que apreciamos visos de realidad.
La mayoría de las protagonistas son
niñas o adolescentes con importantes traumas. La inocencia infantil que
suponemos en estas edades contrasta fuertemente con las emociones y
sentimientos que sufren: miedos no superados, envidias y celos, neurosis
depresivas, alucinaciones, sentimiento de culpa y reacciones de autocastigo.
Los fantasmas, apariciones de muertos y otros fenómenos sobrenaturales parecen brotar
de la mente de las protagonistas, pero no por ello son menos terroríficos y nos
tocan incluso más en lo sensible.
Casi todas las historias se localizan
en Argentina, salvo una que se desarrolla en el barrio del Raval de Barcelona.
Quién lo conozca reconocerá los aspectos siniestros del mismo, perfectamente
descritos. Otro relato se ubica en un hotel de Ostende y percibimos en el mismo
una cierta inspiración en la novela El resplandor (1977) de Stephen
King, un terror psicológico que muchos hemos visualizado en la famosa
versión al cine de Stanley Kubrick.
En los relatos de ambientación
argentina se describen barrios marginales y personajes que viven agobiados por
las penurias económicas, la ignorancia supersticiosa y siguen creyendo en
maldiciones, amuletos, aparición de muertos etc. Algunos cuentos tienen una
estética surrealista y muestran un cierto humor irónico. Otros adolecen de un
erotismo sucio, siempre ligado a la fisiología femenina, que no desprecia los aspectos más morbosos, como el fetichismo e incluso
la necrofagia.
El lenguaje es sencillo y directo,
aunque afectado por modismos y algunos términos del argot bonaerense que no
impiden la comprensión del texto.
En resumen, una colección de cuentos
de terror originales y entretenidos, aunque no parecen indicados para espíritus
demasiado impresionables. Porque, a fin de cuentas, el terror realista produce
más inquietud y miedo que cualquier fantasía gótica.
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