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domingo, 5 de mayo de 2024

LA CUARTA BESTIA. Luis Miguel Sánchez Tostado

    Entre el nutrido grupo de escritores jiennenses tengo ocasión de destacar hoy a Luis Miguel Sánchez Tostado (1962), historiador y criminólogo, autor tan prolífico como polifacético, con una abundante producción de ensayo histórico, pero también en novela y cuento. Ha versionado como guionista muchos de sus relatos y acumula ya una buena cantidad de premios literarios. Suele promocionar sus novelas de forma amena y divulgativa, y es experto en la producción de audiovisuales propios de la mercadotecnia editorial.

    Como jiennense me enorgullece decir que nuestra ciudad y provincia y la historia de sus gentes, está siempre presente en sus escritos. Lo conocí   tras la lectura de Doce relatos en punto (2014) una estupenda antología de cuentos que tuve ocasión de comentar en este blog. Después su primera novela, Juvencia (la maldición de la eterna juventud) (2017), una ficción con ambientación histórica, y por último ésta que hoy comento. Debo añadir que he tenido ocasión de coincidir con el escritor en varios coloquios y presentaciones, y me parece una persona que prioriza ante todo la proximidad con sus lectores.

    La cuarta bestia (2021), es una intriga policiaca. Lo que ahora está de moda llamar thriller -perdón por el anglicismo, aunque esté sancionado por la R.A.E. Es también lo que se conoce como novela de no ficción en la que se narran sucesos reales que son presentados mediante una cierta dosis de ficción literaria, sin merma de la veracidad, con la clara intención de inducir al suspense y amenizar la fría descripción de los hechos.

    La historia trata del crimen del cortijo de Pedernales. Un asesinato que en 1898 sacudió a la opinión pública por su brutalidad y cuyos ecos llegaron hasta Madrid. El lugar de los hechos, el pueblo de los protagonistas y los juzgados donde se investigó, implican a Castillo de Locubín, Alcalá la Real, Moclín e Iznalloz. Se trata de una zona situada entre las provincias de Jaén, Córdoba y Granada, que actualmente se conoce como el triángulo de la muerte por el alto índice de suicidios colectivos, poco o mal explicados. Desde antiguo es una región, con leyendas sobre apariciones de espectros  en los cortijos, que causan terror y auguran muertes.  La tenebrosa fama de esta zona ha sido objeto de infructuosas explicaciones científicas, médicas y parasicológicas, incluido un supuesto influjo electromagnético.

    El relato se sustenta en dos voces narrativas que se alternan. La primera es el propio escritor que nos cuenta el proceso de recogida de datos para preparar su novela. En el marco de esa indagación se entrevista con don Virgilio un octogenario abogado madrileño descendiente de uno de los jueces que llevaron a cabo la investigación de un caso con importantes lagunas y sospechosa desaparición de la documentación judicial. La segunda es un narrador en tercera persona que expone los hechos acaecidos entre 1898 y 1901, que se supone es el relato de los mismos por parte de don Virgilio. Asistimos así a frecuentes saltos entre los episodios del pasado y la investigación del presente.  Ese alternante flashback, tan cinematográfico, permite al escritor dosificar al máximo el suspense, con pausas que relajan la tensión creada y mantienen la atención del lector hasta el ansiado desenlace final.

    El retrato social de aquella época presenta todos los tintes de la novela negra: pobreza, analfabetismo, superstición, caciquismo, religiosidad popular con resabios anticlericales, etc. Sin embargo, el proceso deductivo de los investigadores es más propio de la novela policiaca inglesa al estilo de Agatha Christie.  Asistimos también a una ambientación política, coincidente con el desastre colonial, que presagia la dramática historia española del siglo XX.

    Las descripciones de ropajes, utensilios, vehículos, son rigurosas hasta lo minucioso. El estilo es de un lenguaje sencillo, sin florituras literarias, pero con cierta dosis de humor e ironía. Extenderme en detalles más concretos sobre el argumento sería destrozarlo. Terminaré diciendo que estamos ante una novela que se lee con agrado, que consigue el deseado efecto de suspense y atrapa al lector.           

          

 

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