Es la tercera novela que leo de este
autor cubano y, como las dos anteriores, “El Siglo de las Luces” y “¡Écue-Yamba-O¡”,
esta tampoco me ha defraudado. Me gusta su estilo barroco exuberante en
sinónimos, su gran erudición, las frecuentes alusiones marginales a personajes,
acontecimientos políticos, movimientos literarios o artísticos, que te sitúan claramente
en un momento histórico determinado sin necesidad de recurrir a fechas o citas explícitas.
Alejo Carpentier (1904-1980) fue un
escritor cubano que recibió desde la infancia una educación esmerada y
cosmopolita; sus padres, un arquitecto francés y una profesora de origen ruso,
le imprimieron un cierto mestizaje cultural, y su formación posterior se enriqueció con viajes frecuentes y estancias
prolongadas en Venezuela, Haití, y Francia. En este último país entró en
contacto con el surrealismo y posteriormente se integró en las vanguardias
latinoamericanas del “realismo mágico” siendo reconocido como uno de los
miembros de este movimiento. Aún así, los críticos reconocen discretas
diferencias conceptuales entre “realismo mágico” y lo que entiende Carpentier
como lo “real maravilloso”, es decir, un sentimiento de sorpresa ante lo
inusual o inesperado, una sensación que el escritor hace extensiva a la
realidad de toda América latina, como comunidad cultural, sin distinción de
países. Es lo que podría considerarse como un “surrealismo suramericano”
En “El
recurso del método” el escritor cubano trata la figura del “dictador bananero” que,
como se indica en la introducción de la contraportada del libro, constituye
todo un subgénero de la literatura latinoamericana con novelas como “El
Señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias, “Yo el Supremo” de Roa
Bastos y “El Otoño del Patriarca” de García Márquez. Se olvida, no sé si
deliberadamente, otro título de este subgénero que a mi entender es el
precursor de todos ellos, me refiero a “Tirano Banderas” de Valle
Inclán.
Aunque Carpentier introduce en su obra
elementos surrealistas en relación a sueños o ideas del personaje, nada tienen
que ver con el “realismo fantástico” llevado al extremo por García Márquez o
el excesivo localismo saturado de
mitología de Miguel Ángel Asturias, que
con tanta frecuencia hacen tediosa y dificultan la lectura a los europeos. Es
mi opinión personal, supongo que muy discutible. Lo cierto es que Carpentier,
con ser cubano hasta la médula, es para mí el autor latinoamericano más
europeo, de ahí la facilidad para asimilar su obra literaria. El barroquismo,
tan propio del escritor, enriquece el lenguaje y el estilo de sus novelas sin
perder por ello claridad.
Finalmente quiero destacar el juego que Carpentier mantiene desde principio
a final de la obra en cuanto a mantener incógnita la localización y el nombre del
país gobernado por el Primer Magistrado. Por supuesto todos los nombres de
ciudades (Nueva Córdoba, Puerto Araguato, Ciudad Moreno) son ficticios, pero sucesivamente se
aportan datos que te hacen pensar en distintos países reales sin que podamos
concretar ninguno, reforzando así una total ambigüedad al respecto. Por el
contrario, las coordenadas temporales de la acción están claramente
establecidas entre finales del XIX y primer tercio del siglo XX, ya que alude a
dictadores reales de ese período como Porfirio Díaz o Estrada Cabrera. Pienso
que esta ambigüedad es deliberada y supone el reconocimiento de la figura del
“dictador bananero” como fenómeno generalizado en aquella época, que pudo
afectar a cualquier país hispanoamericano, el
“patio trasero” de los yanquis. Después vendrían las sangrientas
dictaduras militares del cono sur, pero estas tienen claros aspectos
diferenciales con respecto a las
anteriores.
ME PARECIÓ MUY ACERTADA SU VALORACIÓN DE ESTA GRAN OBRA. SORPRENDENTE POR EL EXTENSO VOCABULARIO QUE LLEVA, A LA REAL ACADEMIA O GOOGLE. GRACIAS.
ResponderEliminarRodolfo Cayetano Gleser, Tucumán, República Argentina
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