Las
alternativas que el manuscrito de esta novela
sufrió antes de su publicación pueden ser consideradas en sí mismas como
novelescas. Fue escrita en 1959 por Vasili
Grossman (1905-1964), un ucraniano de origen judío aunque asimilado a la
cultura rusa, bolchevique y periodista en su juventud. Estaba diseñada como la segunda parte de una primera novela “
Por una causa justa” (1952) dedicada a exaltar el valor del pueblo ruso
frente a los nazis durante la llamada Gran Guerra Patria, escrita en la
ortodoxia del realismo socialista y con lealtad a los postulados políticos del
momento. Pero entre las dos novelas el autor revaloró su origen judío y
evolucionó hacia una crítica del periodo estalinista y esto fue determinante en su nueva novela “Vida y destino”. El
manuscrito se intentó publicar en 1962,
en el periodo de “deshielo” y desestalinización del nuevo régimen comunista de Jruschov,
pero fue confiscado junto a las copias en papel carbón, los cuadernos de notas,
y hasta la máquina de escribir. Grossman se consumió en una inútil lucha
con la censura para recuperarlo, y tras su muerte los disidentes lograron fotografiar y sacar del país las
páginas de un borrador que finalmente fue publicado en Suiza en 1980 y no fue
editado en Rusia hasta 1988 durante la
apertura de Gorbachov.
En “Vida y destino” el objetivo no es
glorificar al heroico pueblo soviético en línea con las pautas del
realismo socialista. Aquí el protagonista es la vida del ser humano, considerado
en su individualidad y enfrentado al destino dramático que le impone la guerra. Es el hombre, con
sus miedos, miserias, y defectos, pero también con su generosidad y dignidad, que lucha para sobrevivir en medio de la catástrofe;
una lucha entre el ansia de libertad, esencial en el ser humano, atrapada
entre nazismo y comunismo, dos sistemas
totalitarios que se enfrentaron en una
guerra genocida. La trama argumental de la novela repite el esquema de “Guerra
y paz” de Tolstoi, obra con la que ha sido insistentemente comparada
por la crítica. Se trata de una novela extensa, con muchos personajes, casi
todos miembros de la familia Sháposhnikov, cuyas vidas se desarrollan en
el marco de la batalla de Stalingrado. En la ciudad arrasada por el asedio
alemán y posterior cerco ruso, sobreviven agobiados por el miedo y la miseria y encuentran a pesar de ello
motivaciones para dar oportunidades al amor y la bondad. No es el único
escenario sino que alterna con otros
como un campo de exterminio nazi, o los campos de trabajo ruso en las estepas
siberianas. La crítica de los totalitarismos está
presente en toda la narración. De una parte, el racismo y la fría racionalidad
exterminadora de los nazis y de otra la rigidez, falta de autocritica, estéril
burocracia, y la violencia estatal de la época de Stalin. En una escena, el
diálogo entre un oficial de la SS alemán y un comisario político ruso
prisionero, se manifiesta claramente que
ambos regímenes son dos caras de la misma
moneda.
La novela
es rica en matices y entremezclados en la acción se describen los desastres
históricos del comunismo, la colectivización de Lenin y las hambrunas que
provocó en el campesinado ruso, o las purgas de Stalin en 1937; se analiza el
antisemitismo alemán y también el soviético. Las operaciones militares durante
la batalla de Stalingrado se describen con fidelidad histórica. Entre las
peripecias vitales de los personajes, el narrador pone en boca de los mismos disertaciones
sobre el bien, la libertad, los descubrimientos científicos y la singularidad
del ser humano, o bien
frases como esta: “el amor se
parece al carbón: cuando está candente quema; cuando está frio ensucia”,
o esta otra “el tiempo, ese medio
transparente en el que los hombres nacen, se mueven, y desaparecen sin dejar
rastro”.
En resumen, una estupenda novela para
leer sin prisa que debe entenderse como un gran mosaico narrativo, un canto a
la libertad frente a la opresión
totalitaria.