Gabriel García Márquez (1927-2014) ocupa uno de los primeros puestos en mi particular nómina de escritores favoritos, pero esto no siempre fue así. Hace más de treinta años, cuando la obra del escritor colombiano alcanzó máxima difusión en nuestro país, tuve ocasión de leer algunas de sus novelas, no de las más conocidas, pero si más complejas, como El otoño del patriarca (1975), y debo reconocer que no me gustaron. Estaba entonces bajo la total influencia de una educación racionalista y eurocéntrica en lo literario, y reforzado por mi formación y profesión en la firme creencia de la evidencia científica y la supremacía de la lógica. Instalado en esa mentalidad, no podía entender el principal postulado del realismo mágico que se empeña en presentar lo irreal, extraño o sobrenatural, como algo cotidiano y común. Tampoco ayudó la lectura Miguel Ángel Asturias (Leyendas de Guatemala), otro representante de ese estilo literario, aún más críptico para mí por su identificación con las culturas indígenas. Y ya se sabe, no puede gustar lo que no se comprende, así que durante mucho tiempo eliminé de mis lecturas las novelas de García Márquez y algún que otro escritor del llamado boom latinoamericano.
El tiempo y la madurez me han ayudado a superar ese
rechazo gracias a dos factores. El primero fue la mayor penetración en la
historia de Hispanoamérica, no solo de las culturas precolombinas, sino de las
colonias hispanas. Porque mi conocimiento sobre ellas se limitaba a la
conquista española (siglo XVI) y la independencia colonial (XIX), desde Cortés
y Pizarro hasta Bolívar y San Martín, con una laguna en penumbra de casi tres
siglos en entre ambos procesos. Tan decisivas o más, han sido las propuestas de
mi club de lectura que me han permitido redescubrir a García Márquez
gracias al contraste de opiniones que genera la lectura compartida.
Ahora entiendo el realismo mágico como la
inspiración literaria en leyendas y tradiciones surgidas del mestizaje cultural
y el sincretismo religioso entre los conquistadores españoles, los indígenas
americanos y los esclavos africanos. A estos últimos se les impuso las leyes,
las costumbres europeas y la religión católica, pero junto a éstas
sobrevivieron sus antiguos dioses mimetizados en los santos cristianos, y los
mitos propios de la religión yoruba del África occidental pasaron a
integrarse en rituales de tipo animista como el vudú y la santería de
las islas caribeñas, extendidos luego al continente. Creo que, en ese cúmulo de leyendas,
tradiciones y ritos, a medio camino entre la superstición popular y lo mágico e
incomprendido, se inspira nuestro escritor, colombiano y caribeño, para dar ese
toque tan personal a sus historias. Márquez intenta provocar en el
lector la sugerencia de que otras realidades alternativas son posibles y pueden
convivir con el relato racional y realista de los hechos.
No quiero extenderme más en mis opiniones sobre el realismo
mágico, un estilo bastante más complejo y variado que todo lo expuesto
hasta ahora. Sí diré que la obra que comento hoy contiene muchas de las claves
que fundamentan mi opinión sobre el mismo. Del
amor y otros demonios (1994) es una novela corta que yo clasificaría como
histórica. En el prólogo, el autor nos explica unos hechos presenciados como
periodista que le inspiraron el relato. Es la desgraciada historia de una niña,
Sierva María de Todos los Ángeles, hija del segundo matrimonio
del marqués de Casalduero con la mestiza Bernarda Cabrera. En
principio sus padres se desentienden de la niña que se cría en el patio de los
esclavos a cargo del ama de llaves, la negra Dominga de Adviento, que la
educa en las creencias y rituales de la fe yoruba. En el inicio de la
trama Sierva María es mordida por un perro y contrae una enfermedad de
extraños síntomas inicialmente atribuidos a la rabia, que persisten en el
tiempo y se acentúan cuando es sacada de su ambiente y vuelve a vivir a cargo
de sus padres. Finalmente se entiende que puede estar poseída por el demonio y
es recluida en un convento de monjas para ser sometida a exorcismos. Así
empezará un auténtico calvario, pero también conocerá brevemente el amor antes
de su dramático final.
El relato es contado por un narrador omnisciente en
tercera persona y mantiene en todo momento el interés mientras observamos como
la escasez de conocimientos médicos y el fanatismo de las creencias religiosas
confunden la enfermedad y la posesión diabólica con lo que no es más que
mentalidad supersticiosa acostumbrada a ritos, amuletos y costumbres
incomprendidas.
La historia
se localiza en Cartagena de Indias y mediante referencias indirectas podemos datarla
en la segunda mitad del siglo XVIII, durante el periodo conocido como Virreinato
de Nueva Granada, la colonia que agrupaba a Colombia y otros países
caribeños. Además de los protagonistas principales, Sierva María y el
vicario Cayetano Alcino, aparecen múltiples personajes que representan
los distintos tipos sociales de la época y completan un auténtico y fiel
retrato histórico. Mediante ellos quedan reflejados, sin necesidad de
concretar, los fenómenos políticos y sociales del momento. Así, el progresivo
ocaso de la nobleza criolla, degenerada por su endogamia y convertida en
rentista. La ruptura del monopolio comercial impuesto por España mediante el
contrabando, que enriquece a una nueva generación de criollos y mestizos, la aristocracia
de mostrador. La dependencia económica de Cartagena respecto a la anual flota
de Indias, que recala seis meses en su fortificado puerto. La crueldad del
comercio de esclavos. La miseria de la población en una ciudad de clima
propenso a las epidemias. El poder de la Iglesia y del Santo Oficio.
Entre los
personajes destaca el médico judío Abrenuncio, ateo y buen práctico,
aunque controvertido porque se le atribuye la resurrección de un muerto. Es el
único que comprende los auténticos males de Sierva María. El vicario Cayetano
es culto e ilustrado, aficionado a los libros prohibidos. Su amor casi
platónico le conduce al éxtasis y la condena.
El lenguaje
es el habitual en García Márquez, rico, pero no abusivo en modismos.
Abundan las frases de curiosa semántica propias del lugar y la época, tales como:
“andar a la cordobana”, “baile de candil” o “penitencia de
velas verdes”.
Y lo dejo
aquí a sabiendas de que omito comentar muchos otros aspectos de esta obra rica
en matices y recursos narrativos. En mi opinión, una buena novela, aunque no
sea de las más conocidas del autor.
Buenas, Don Lope. Se ve que "otros demonios" están haciendo de las suyas. Nos quedamos con las ganas, de momento, de leer la crítica y comentarios que te merece la novela, con todos mis respetos, de "Gabo". Algo ha ido mal en la publicación de la entrada. Aprovecho la ocasión para saludarte. Un abrazo.
ResponderEliminarEs que pongo el cartel cuando termino la lectura pero no añado el comentario hasta que no se ha comentado el libro en mi club de lectura. Es para no estorbar a las opiniones de los demás. Ya sé que García Márquez es uno de tus escritores favoritos. A mi me ha gustado esta pequeña novela histórica. Espero que te guste el comentario. Un fuerte abrazo.
EliminarTe pido disculpas, don Lope. Nunca antes me había pasado y supuse que algo, técnicamente hablando, había fallado.
EliminarTodas las civilizaciones, en su expansión, han actuado como conquistadoras y las creencias y dioses de los pueblos sometidos se han tenido que “reconvertir”. Es la historia de la humanidad. Sigue pasando…, aunque el proceso sea mucho más global y los dioses de otro tipo.
Me gusta leer tus comentarios porque a mí no se me ocurriría hacer los concienzudos análisis históricos y antropológicos que haces para llegar a “entender” y, al contrario que a ti, a mí sí me pueden gustar muchas cosas que no comprendo.
Siempre me ha gustado García Márquez porque sus personajes me han enredado en su particular “Macondo”. De todas formas, para mí, creo habértelo comentado en alguna ocasión, hay un antes y un después de “El amor en los tiempos del cólera”. Prefiero al escritor de después.
Un abrazo.
Bueno, yo no he leído como tú casi o toda la producción de García Márquez, así que no puedo hacer claras distinciones entre épocas del autor.En cuanto a lo de gustar lo incomprendido, no tiene nada de extraño. Sabemos que la psicología femenina, en general,gusta más de lo misterioso y conecta mejor con lo sobrenatural. Por eso la religión cristiana en sus comienzos (una de las mas misteriosas; trinidad, virginidad inmaculada etc)tuvo mayor penetración en las mujeres, que luego convertían a sus maridos e hijos. Los hombres parece que tenemos que buscarle razón a todo, incluso llegando a la exageración (discusiones bizantinas. Iker Jiménez es una excepción a esa regla racional masculina, jajaja.
EliminarUn abrazo.
Totalmente en desacuerdo con tu percepción de la psicología "femenina" y de la religión cristiana. Esos "dogmas" de los que hablas los "fabricaron" los hombres (varones) en unos concilios convocados para resolver problemas de muy diversos tipos, pero nada religiosos (espirituales). Para entonces, ya se habían encargado de apartar y excluir a la mujer del "tinglado" que estaban construyendo. Tal vez, fueran ellas las que abandonaron esa "empresa"... Pero ese es otro tema.
EliminarSabes que valoro y respeto tus opiniones, eruditas sin lugar a dudas, pero que no comparto muchas de ellas.
¡Me parece que nos hemos alejado un poco del tema que nos ocupaba!
Saludos, don Lope. Un abrazo.
En efecto, nos hemos desviado un poco. Bueno, tampoco tiene nada de malo y por supuesto no pretendo llevar siempre la razón, pero ya conoces mi gusto por la polémica. Llevas razón, los dogmas los inventaron los hombres, pero fueron las mujeres las primeras creyentes de esas ideas increíbles. Dos ejemplos importantes: María Magdalena fue la primera creyente de Jesús, quizás por amor. Santa Elena, la madre de Constantino, fue la que reforzó su fe y permitió la tolerancia del imperio romano hacia el cristianismo. Hasta puso de su parte encontrando los restos de la vera cruz, esa leyenda que repartió esquirlas de madera como reliquias por toda la cristiandad.
EliminarUn fuerte abrazo.
mi esposo es un hombre cariñoso y cariñoso, pero durante aproximadamente 6 meses ha estado alejado de mí y de los niños, ya no le importa nuestro bienestar y apenas duerme en casa, le supliqué varias veces, pero todas mis súplicas caen en oídos sordos. oídos para ser amigos sinceros, esos 6 meses fueron un infierno para mí. Hablé de mi problema con una amiga, ella me contó sobre este gran hechicero llamado Dr. AJAYI, que ayudó a su prima en su matrimonio. Estaba escéptico, pero decidí intentarlo. Le expliqué todo lo que sucede en mi familia al Dr. AJAYI y me dijo. que hiciera ciertas cosas en casa, seguí todas sus instrucciones y, para mi mayor sorpresa, mi esposo llegó a casa al tercer día, diciendo que no sabía qué le había pasado, que lamentaba lo que nos había hecho pasar a mí y a los niños. , ahora estamos viviendo como una familia nuevamente. Si necesita ayuda en su hogar conyugal, comuníquese con el correo electrónico: drajayi1990@gmail.com o el número de Whatsapp / Viber: +2347084887094. Volverá para agradecerme, eso es una promesa.
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