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lunes, 27 de marzo de 2023

TIMANDRA. Theodor Kallifatides

Lo he comentado en otras ocasiones, a veces una portada sugerente, trivial en apariencia, nos decide a elegir un libro entre otros muchos. No conocemos al autor ni hemos oído hablar de sus novelas, pero la ilustración de la cubierta delantera es un gancho que apela caprichosamente a nuestra particular sensibilidad. Después atendemos al breve resumen promocional y nos decidimos a leer. Así he descubierto muchos buenos escritores y también sufrido algún que otro desengaño. En esta ocasión la ilustración corresponde a un cuadro del pintor prerrafaelita John William Godward que se titula Drusila. No soy un gran admirador de este movimiento pictórico, pero su predilección por los temas del mundo grecolatino sintoniza bien con mi afición por la lectura de los clásicos antiguos y la novela histórica.

Theodor Kallifatides (1938) es un escritor con el corazón dividido entre dos países. Nacido en Grecia, emigró a Suecia a los 25 años. Allí se licenció en filosofía, fue profesor y se dedicó posteriormente a la literatura. Cuenta ya con una considerable producción narrativa, además de incursiones en poesía y guiones de cine. Ha escrito con igual maestría en su idioma natal y en el adoptivo. En España lo han descubierto en la última década, y se han traducido principalmente sus novelas escritas en griego, la de hoy es una de ellas. Si hemos de atender a lo dicho en algunas entrevistas, el autor se declara partidario de aquella socialdemocracia sueca actualmente casi periclitada. En lo literario combina bien esa tendencia a la racionalidad tan propia de los nórdicos, con una sensibilidad típica mediterránea.

Timandra (2022) Es una novela histórica con algunos rasgos interesantes que la diferencia de otras muchas. En ésta no es el protagonista, real o ficticio, el que cuenta su vida en unas memorias, tampoco un narrador omnisciente en tercera persona con pretensiones de objetividad. Aquí es la amante de Alcibíades, la que cuenta su vida al lado del héroe ateniense. Una historia de amor no sujeto a convenciones sociales, de entrega total y renuncia, pero también libre, de igual a igual. La ficción narrativa convierte a Timandra en la auténtica protagonista y sus opiniones sobre la sociedad de su tiempo son las de una hetera (compañera), una mujer independiente, amante o prostituta, pero de una cultura y formación equiparable a los hombres y no sujeta a la opresiva reclusión del gineceo, que sufrían las esposas en la Grecia clásica.

Alcibíades y su trayectoria política es el telón de fondo de esta ficción histórica construida en torno a dos protagonistas reales. En cuanto al personaje histórico, dulcificado desde la óptica de su amante, estamos ante una figura polémica. De familia aristocrática, culto y refinado, discípulo de Sócrates, fue un genial orador solo superado en su tiempo por Pericles. Político ambicioso y obsesionado con la gloria, fue general y estratego con un papel destacado durante la segunda fase de la Guerra del Peloponeso, es decir, desde la Paz de Nicias (421 a.C) hasta la derrota total de Atenas en el 404 a.C. Su lealtad fue cambiante. Del bando ateniense se pasó a los espartanos y de éstos a los persas. Naturalmente tildado de traidor a su patria, en su defensa hay que aclarar que fue injustamente condenado al exilio por los primeros, recelaron de él los segundos, y para los terceros tenía ya escaso valor político. Cuando los atenienses vieron perdida la guerra lo llamaron de nuevo, pero ya era demasiado tarde. Planificó con brillantez estratégica la campaña de Sicilia, pero no fue responsable de la desastrosa derrota posterior, tampoco de la penúltima derrota naval que llevó al hundimiento final en Egospótamos. Los historiadores griegos de su tiempo y posteriores lo trataron de forma desigual. Tucídides lo valora como militar, pero es crítico con su ambición política y lo hace responsable de la derrota final de Atenas. Plutarco, el más moralista, cuenta sus traiciones, Jenofonte destaca sus servicios al estado y Demóstenes elogió su oratoria y su defensa de la democracia. En fin, una personalidad controvertida cuya aventura personal aparece en la trama argumental como episodios del pasado recordados por Timandra desde el último refugio de los amantes en una casa de Frigia. En ese exilio final llega el trágico desenlace, fiel a lo histórico, que engrandece al conflictivo político para elevarlo a la altura de héroe homérico.

Para terminar, una buena novela histórica, perfecto retrato social y político de la brillante Atenas del siglo V a.C, con sus luces y sombras. Y todo envuelto en una preciosa historia de amor tan sensible y emotiva que trasciende a la propia narradora y diríase escrita por una mujer.  

          

         

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