Reconozco de entrada no estar demasiado capacitado para la filosofía, aunque siempre me interesó. El bachiller me formó en su historia y en los conceptos básicos de los antiguos filósofos griegos. Más allá del idealismo agustiniano y el aristotelismo tomista, admito no haber pasado del cogito ergo sum cartesiano. Después me perdí
Jean-Marie Guyau (1854-1888) fue un filósofo y poeta
francés. Su precoz muerte por tuberculosis a los 34 años y su aspecto en un retrato de época, son
compatibles con la idea que tenemos de un poeta romántico. En su corta vida
desarrolló una considerable producción de ensayos filosóficos. Se ha destacado
su influencia sobre Nietzsche y Koprotkin, y por ésta última se le considera el
primer filósofo libertario francés. En ambos casos la desinformación de entrada
me impide ratificar esas impresiones.
Esbozos de una moral sin obligación ni
sanción (1884) es
como dije su ensayo más famoso. En los primeros capítulos analiza varios tipos
de moral: La moral natural, que enfocada bajo una visión optimista desemboca sin
remedio en la moral religiosa o el conservadurismo político. Desde el
pesimismo, en términos epicúreos de placer y dolor, ese balance es siempre
individual y del mismo se derivan en los extremos bien una felicidad ilusoria o
la imposibilidad de vivir. La idea de indiferencia de la naturaleza, sostenida
por el materialismo de Lucrecio, no interesa a la moral tradicional en su
teoría de la providencia divina. En cuanto a la moral de la certidumbre
práctica, es adecuada para la ciencia, pero su consecuencia ética es la duda del
escepticismo.
En los siguientes capítulos se centra
en la obligación moral y la crítica de la ética de Kant. Reconoce que fue el
primer intento de establecer una moral laica dirigida por la razón y no por la
fe. Pero la moral kantiana se basa en el deber, útil desde el punto de vista
social. Frente a ella, Guyau defiende una obligación basada en la
voluntad individual. En mi opinión es ahí donde radica su calificación como
anarquista y también donde muestra ideas precursoras del existencialismo.
En una tercera parte se dedica a
rechazar cualquier tipo de sanción moral. La moral natural no la necesita. En
cuanto a la moral religiosa de cielo e infierno la rechaza de plano porque
contradice la misma idea de Dios como Ser supremo de infinita misericordia. La
sanción solo se justifica desde el punto de vista social y no como castigo de
la falta pasada sino como prevención del delito futuro. Para Guyau la
vida pide comunicación con los demás y dicta su propia ley. El castigo o la
recompensa está en nuestro propio obrar individual. Los actos propios son los
que apelan a nuestra conciencia sin necesidad de sanción externa.
Para terminar, la Filosofía es siempre
evolutiva. Cada filósofo establece sus propias concepciones éticas y
metafísicas inspirados a su vez por ideas anteriores. Jean-Marie Guyau
es sólo original en cuanto a esa concepción libertaria de la moral. En lo demás
muestra un claro sincretismo filosófico en el que aparecen concepciones de
otros muchos movimientos. Este escritor, igual que otros en esta materia, es de
difícil lectura porque retorciendo el dicho tradicional, entre el complejo y denso
bosque de ideas filosóficas, es difícil ver su personal y concreto árbol
conceptual.
Este libro ha supuesto para mí un gran
esfuerzo, solo justificable por mi curiosidad. Es sólo para muy
interesados.
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