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miércoles, 13 de abril de 2016

EL HONOR PERDIDO DE KATHARINA BLUM. Heinrich Böll

En alguna entrada anterior creo haber  comentado  sobre la idea de clásico literario. Una etiqueta que la crítica aplica con frecuencia a ciertas obras o escritores, pero también una calificación imprecisa, con tantas definiciones subjetivas o parciales como autores empeñados en precisarla. Y, no obstante, el concepto parece incluir dos condiciones en las que todos están de acuerdo; la primera, relevancia y aceptación como ejemplo y modelo de una determinada época; la segunda es su carácter atemporal, es decir, que pueda trasladarse a otro tiempo o lugar sin perder su esencia o sentido. Pues bien, aquí tenemos una novela, considerada por la crítica como un clásico que, en mi opinión, no cumple la segunda de las anteriores premisas.
          El honor perdido de Katharina Blum es un relato corto del escritor y premio Nobel  Heinrich Böll. Cuando fue  editada en 1974 causó un profundo impacto en la sociedad alemana occidental, estuvo mucho tiempo en la lista de superventas y su fama traspasó las fronteras germanas; tan solo un año después el director alemán  Volker Schlöndorff  la versionó al cine con el mismo título y consiguió con ella varios premios. Sin embargo el propio autor, en un epílogo escrito para la novela diez años después, la define con cierta ironía como un panfleto  disfrazado de narración y le resta importancia reduciéndola a una historia de amor con trama de folletín. Ahora, pasados más de cuarenta años, siguen vigentes los problemas que la novela denuncia, lo que ha cambiado es nuestra percepción sobre los mismos, porque ya no impresionan especialmente, acostumbrados como estamos a convivir a diario con ellos.
          La trama argumental es sencilla. Una muchacha laboriosa y leal,  que ha tenido una infancia difícil y un matrimonio fracasado, consigue consolidar una posición social y económica desahogada trabajando como empleada de hogar; es de alguna forma el símbolo del milagro alemán. Pero conoce a un hombre del que se enamora y que pasa la noche con ella en su casa. Resulta ser un delincuente al que ayuda a escapar cuando se ve acosado por la policía. A partir de entonces, los periodistas se cebarán con ella en pos de la noticia truculenta y, poco a poco, arruinarán su vida y la de sus familiares y amigos, tergiversando sus declaraciones y la de los testigos policiales, hasta llevarla a un punto de desesperación que la aboca a una dramática decisión.
          El relato está escrito en un estilo sencillo pero no exento de fina ironía. Con una estructura narrativa que pretende resaltar la objetividad del mismo adoptando un formato que imita los informes policiales y las noticias de prensa. También se dejan, pienso que deliberadamente, muchos cabos sueltos e imprecisiones que el lector puede atar contando con sus propias  ideas y prejuicios al respecto.  En suma, se trata de una feroz sátira contra la prensa amarilla  alemana de la época, a la que el propio autor nos induce a poner nombre, el del diario Bild Zeitung.  Destacan además otros   aspectos reseñables. La sensibilidad social frente al terrorismo, un fenómeno nuevo para los alemanes de los 70 tras la aparición de la banda Baader-Meinhof. El anticomunismo visceral como resultado de la guerra fría y la división de Alemania. Las escuchas telefónicas, las filtraciones policiales y los abusivos métodos de la policía, escandalosos para  una sociedad que se creía ejemplo de libertades democráticas frente a la opresión comunista.
          A todo lo anterior me refería cuando hablo de la pérdida de vigencia en esta novela. Ha llovido mucho desde entonces, después de ETA y el yihadismo nos hemos acostumbrado a convivir con el terrorismo; el amarillismo no es ahora exclusivo de la prensa sino que lo vemos a diario en televisión; en un mundo globalizado nos sentimos controlados por móviles, datos fiscales etc, y nuestra intimidad está disponible en la red. En resumen, persisten las mismas cuestiones conflictivas pero estamos saturados y los problemas de Khatarina Blum ya no impresionan tanto como entonces. Ahora algunos hasta llegan a hacer negocio -vía exclusiva- de su honor e intimidad perdida. En resumen, la sociedad  occidental, enfrentada al dilema entre libertad y seguridad, ha renunciado parcialmente a la primera y se ha resignado a sufrir las consecuencias de la segunda propuesta del binomio. Por eso creo que esta novela no hubiera tenido el impacto que tuvo de ser editada hoy.

          No obstante es un buen relato que debe ser leído aplicando el filtro de la perspectiva histórica. En caso contrario nos dejará un poco fríos.

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