En alguna entrada anterior creo haber comentado sobre
la idea de clásico literario. Una etiqueta que la crítica aplica con
frecuencia a ciertas obras o escritores, pero también una calificación
imprecisa, con tantas definiciones subjetivas o parciales como autores
empeñados en precisarla. Y, no obstante, el concepto parece incluir dos
condiciones en las que todos están de acuerdo; la primera, relevancia y
aceptación como ejemplo y modelo de una determinada época; la segunda es su
carácter atemporal, es decir, que pueda trasladarse a otro tiempo o lugar sin
perder su esencia o sentido. Pues bien, aquí tenemos una novela, considerada
por la crítica como un clásico que, en mi opinión, no cumple la segunda de las
anteriores premisas.
El
honor perdido de Katharina Blum es un relato corto del escritor y
premio Nobel Heinrich Böll. Cuando fue
editada en 1974 causó un profundo impacto en la sociedad alemana
occidental, estuvo mucho tiempo en la lista de superventas y su fama traspasó
las fronteras germanas; tan solo un año después el director alemán Volker Schlöndorff la versionó al cine con el mismo título y
consiguió con ella varios premios. Sin embargo el propio autor, en un epílogo
escrito para la novela diez años después, la define con cierta ironía como un
panfleto disfrazado de narración y le
resta importancia reduciéndola a una historia de amor con trama de folletín.
Ahora, pasados más de cuarenta años, siguen vigentes los problemas que la novela
denuncia, lo que ha cambiado es nuestra percepción sobre los mismos, porque ya
no impresionan especialmente, acostumbrados como estamos a convivir a diario
con ellos.
La trama argumental es sencilla. Una
muchacha laboriosa y leal, que ha tenido
una infancia difícil y un matrimonio fracasado, consigue consolidar una
posición social y económica desahogada trabajando como empleada de hogar; es de
alguna forma el símbolo del milagro alemán. Pero conoce a un hombre del que se
enamora y que pasa la noche con ella en su casa. Resulta ser un delincuente al
que ayuda a escapar cuando se ve acosado por la policía. A partir de entonces,
los periodistas se cebarán con ella en pos de la noticia truculenta y, poco a
poco, arruinarán su vida y la de sus familiares y amigos, tergiversando sus
declaraciones y la de los testigos policiales, hasta llevarla a un punto de
desesperación que la aboca a una dramática decisión.
El relato está escrito en un estilo
sencillo pero no exento de fina ironía. Con una estructura narrativa que
pretende resaltar la objetividad del mismo adoptando un formato que imita los
informes policiales y las noticias de prensa. También se dejan, pienso que
deliberadamente, muchos cabos sueltos e imprecisiones que el lector puede atar
contando con sus propias ideas y
prejuicios al respecto. En suma, se
trata de una feroz sátira contra la prensa amarilla alemana de la época, a la que el propio
autor nos induce a poner nombre, el del diario Bild Zeitung. Destacan además otros aspectos reseñables. La sensibilidad social
frente al terrorismo, un fenómeno nuevo para los alemanes de los 70 tras la
aparición de la banda Baader-Meinhof. El anticomunismo visceral como
resultado de la guerra fría y la división de Alemania. Las escuchas
telefónicas, las filtraciones policiales y los abusivos métodos de la policía,
escandalosos para una sociedad que se
creía ejemplo de libertades democráticas frente a la opresión comunista.
A todo lo anterior me refería cuando
hablo de la pérdida de vigencia en esta novela. Ha llovido mucho desde
entonces, después de ETA y el yihadismo nos hemos acostumbrado a
convivir con el terrorismo; el amarillismo no es ahora exclusivo de la prensa
sino que lo vemos a diario en televisión; en un mundo globalizado nos sentimos
controlados por móviles, datos fiscales etc, y nuestra intimidad está
disponible en la red. En resumen, persisten las mismas cuestiones conflictivas
pero estamos saturados y los problemas de Khatarina Blum ya no impresionan
tanto como entonces. Ahora algunos hasta llegan a hacer negocio -vía
exclusiva- de su honor e intimidad perdida. En resumen, la sociedad occidental, enfrentada al dilema entre
libertad y seguridad, ha renunciado parcialmente a la primera y se ha resignado
a sufrir las consecuencias de la segunda propuesta del binomio. Por eso creo
que esta novela no hubiera tenido el impacto que tuvo de ser editada hoy.
No obstante es un buen relato que debe
ser leído aplicando el filtro de la perspectiva histórica. En caso contrario
nos dejará un poco fríos.
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