Desde su aparición a
mediados del XIX, la novela policiaca o detectivesca ha conseguido mantener, e incluso
incrementar, el interés de gran parte de los lectores quizás a causa de su
carácter de literatura de evasión, sin que esta etiqueta suponga necesariamente una merma o menosprecio de su calidad. Aparte de los clásicos del género y de
algunos escritores actuales consagrados por la crítica y el marketing,
como Stieg Larsson, la mayoría de los autores me son desconocidos así
que, cuando me decido por este tipo de lectura, suelo elegir guiado por elementos accesorios como puedan
ser un título o un diseño de portada sugerentes, tan poco fiables que me equivoco
con cierta frecuencia. No es el caso de esta novela que se me ha propuesto en
uno de mis club de lectura por lo que estoy libre de culpa “in eligendo”,
que diría un abogado pedante. Su título dice poco y tiene una portada
escasamente atractiva para mi gusto, si bien es cierto que, vista tras la
lectura, es preciso admitir que representa
con dibujos esquemáticos, casi infantiles, algunos elementos alusivos a
la trama argumental.
B de bestias fue
escrita por la norteamericana Sue
Grafton en 1985 y pertenece a un larga serie de novelas policiacas conocida como “las novelas del alfabeto”,
con un total de 23 títulos publicados,
el último con la W en septiembre de este año 2013 y, si Dios guarda la vida de la escritora muchos
años, creo que amenaza con llegar hasta la Z. Esta abundancia de títulos, y tan
desconocidos, ya nos hace saltar todas las alarmas de calidad antes de emprender la lectura de ésta.
La
protagonista del relato y de la serie es la detective privada Kinsey Millhone que en el tiempo de la
acción, coincidente según creo con el de escritura, dice tener treinta y pocos años y ya lleva sobre sus espaldas dos divorcios, es
solitaria vocacional con algún recelo hacia el sexo opuesto, tiene poco
trabajo, dificultades para llegar a fin de mes, y cierto sentimiento de culpa por
una muerte en defensa propia que lleva sobre sus espaldas con resignación. Nos
cuenta la historia en primera persona sin que esto suponga el menor esfuerzo
introspectivo en la protagonista que se limita a describir solamente los
hechos, con escasas reflexiones sobre sus sentimientos o vida personal, por lo
que resulta en suma un personaje frio y de apariencia superficial. En cuanto a
la trama argumental, se desarrolla de forma líneal sin saltos temporales. Las
descripciones son abundantes y precisas, y si es verdad que esto parece en
principio muy conveniente en la novela policiaca, la insistencia
reiterativa en aspectos tales como
mobiliario, vivienda, ropa, y otros aspectos marginales a la trama,
recuerdan más bien un guión de cine o
teatro en el que haya que detallar el escenario. En general se describe un
ambiente social en el que destacan los jubilados que viven un perpetuo veraneo
vegetativo en las templadas costas de California y Florida y habitan, según su
nivel social, en residenciales de clase media o antiguas y precarias viviendas
con armazón de madera fácil presa de incendios y huracanes tropicales. Quizás
con la intención de resaltar la
mediocridad ambiental, la escritora
adorna el componente descriptivo
del relato con multitud de detalles que
se recrean en los aspectos más vulgares o miserables de la vida cotidiana de los
personajes, algo que recuerda los excesos del naturalismo literario francés del
XIX pero en este caso sin la menor intención de crítica social, más bien parece
la perspectiva algo despectiva que pudiera tener alguien, quizás la propia
autora, de mayor nivel económico y social.
La estructura del relato es bastante
habitual en este género y consta de una larga exposición que comprende dos
tercios del libro, dedicada a desplegar
un abanico de falsos sospechosos que desvien la atención del auténtico culpable,
y la resolución final del caso en las últimas páginas que pretende siempre
sorprender. Pero esta técnica es
adecuada sólo si se sabe mantener un cierto nivel de suspense durante el curso
de la narración y ese no es el caso de esta novela, porque la violencia, real o
psicológica, uno de los componentes esenciales del mismo, es aquí marginal y
referida al pasado, cuando no gratuita o intrascendente. En referencia al lenguaje decir que es sencillo, directo, y
sin recursos literarios, pero no demasiado vulgar, con diálogos en tono coloquial
sin el deje irónico y algo prepotente propio de los detectives de la novela
negra más tradicional.
En resumen, obra de género detectivesco difícil
de encuadrar en cualquiera de las corrientes
evolutivas del mismo. No es del tipo analítico de la escuela inglesa,
tampoco pertenece a la serie negra
norteamericana, más cercana a las corrientes actuales lideradas por la novela
escandinava pero bastante menos profunda. Pretende reunir elementos de todas
las tendencias y queda corta en todo. Pero no quiero ser negativo en exceso, para
ser justos se deja leer con facilidad, sin suspense pero no totalmente previsible,
entretenida rozando el aburrimiento, es
decir, anodina entre muchas otras.
Excelente reseña, don Lope de Sosa.
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