domingo, 23 de octubre de 2016

EL LAGO DE LOS CISNES. Piotr I. Tchaikovsky

Es la segunda vez en pocos años que tenemos la suerte de asistir a la representación de esta obra emblemática del ballet clásico. La primera fue hace seis, en diciembre de 2010, y estuvo a cargo del Ballet Estatal Ruso de Rostov. En esta ocasión, en los comienzos  de su gira por más de cuarenta ciudades españolas, nos ha visitado El Ballet Nacional Ruso, la primera compañía privada, fundada en 1989 coincidiendo con el derrumbe de la Unión Soviética. Está dirigida por un matrimonio de antiguos bailarines, Sergei y Elena Radchenko; él fue pareja de la mítica Maya Plisetskaya en el Teatro Bolshoy de Moscú, y ella la primera bailarina del no menos famoso Teatro Mariinsky de San Petersburgo. El repertorio de este grupo  incluye los principales títulos clásicos, incluidos los tres ballets de Piotr Illich Tchaikovsky (1840-1893), La Bella Durmiente, El Cascanueces y éste que nos ocupa, sin duda el más famoso.
El Lago de los Cisnes  fue compuesto por el genial músico ruso en 1875. Fue un encargo del Bolshoy y la coreografía original fue creada por Julius Reisinger.  Parece que en el proceso compositivo hubo desacuerdos entre músico y coreógrafo y en su estreno en 1877 la obra no fue bien aceptada por el público por lo que sufrió varias revisiones posteriores. La coreografía más aceptada y representada actualmente es la de Marius Petipa (1818-1910), un maestro de ballet francés que, afincado en Rusia, fue el principal artífice del gran ballet ruso del XIX.
La obra se representa en cuatro actos y el libreto se dice inspirado en un cuento de hadas alemán. El argumento es bastante conocido: El príncipe Sigfrido se enamora de Odette, una princesa que sufre el embrujo del mago Rothbar, convertida en reina de los cisnes que sólo adopta forma humana durante la noche. El amor  y la fidelidad del príncipe es el medio de romper el hechizo pero, cuando se celebra un baile en el que debe elegir  esposa, el malvado brujo le presenta a su hija Odile (cisne negro) bajo la apariencia de Odette. Sigfrido engañado le jura fidelidad eterna. En el último acto descubre la mentira y, tras luchar y vencer al mago, recupera a su amada. Existen varias versiones de este final, algunas en tono más dramático. 
La música de esta obra es brillante y espectacular. Algunos de sus pasajes  son muy conocidos, entre ellos el Vals de los Cisnes  o el tema de Odette que se repite como leitmotiv asociado a las apariciones de ésta. También es muy popular el pas de quatre conocido como Danza de los pequeños cisnes. En los dos actos (I y III), ambientados en el palacio, se suceden distintas danzas, húngaras y rusas, napolitanas, polkas y mazurkas, valses y hasta una danza española (tempo di bolero) en el acto III. Contrastan las alegres melodías de baile en estos actos con el romanticismo y la armonía de los otros dos (II y IV) que se desarrollan en el ambiente brumoso y nocturno del lago.
En cuanto a la actuación, destacada la pareja de primeros bailarines en los numerosos pas de deux que ofrece la representación, y también algunos otros personajes como el bufón. En todo momento,  los armónicos y sincronizados movimientos de las bailarinas corales evocaron la elegancia de los cisnes.
En fin, un estupendo y espectacular ballet que recordaremos con agrado porque no abundan las ocasiones de ver este tipo de representaciones en nuestra ciudad.