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viernes, 9 de febrero de 2024

PODER Y GLORIA. LOS HEROES DE LA ESPAÑA IMPERIAL. Henry Kamen

 

     El imperio español, fue el primero y más grande de la Edad Moderna y, quizás por eso, el más envidiado y atacado por el resto de naciones emergentes en Europa al amparo de las monarquías absolutas.

viernes, 13 de enero de 2023

EPIGRAMAS COMPLETOS. Marco Valerio Marcial

Los que me conocen saben de mi afición por los clásicos grecolatinos. Los he leído desde la juventud, siempre movido por el interés en conocer el origen de nuestra cultura occidental, también deudora de un pasado judeocristiano. En cuanto a los escritores de la antigüedad me planteo una duda: ¿quién tiene más valor a la hora de conocer la historia y las costumbres de Grecia y Roma, los historiadores o los literatos? La respuesta parece fácil a priori, a favor de los primeros, si valoramos la relativa objetividad de Heródoto, Jenofonte, Tucídides, Tácito o Salustio, indispensables como fuente histórica casi exclusiva sobre determinados acontecimientos.  Por oposición, no podemos obviar que los orígenes de Roma son pura literatura mítica en Tito Livio, que las Vidas paralelas de Plutarco responden más a valores morales que a la verdad histórica, o que Cesar, en el relato de sus campañas peca necesariamente de parcialidad.

miércoles, 8 de junio de 2022

EL MAR NEGRO. Neal Ascherson

 



        Como sanitario, el término etiología siempre tuvo una especial significación en mis estudios. Ahora me gusta aplicarlo en sentido general, como análisis de las causas, y en particular a la historia, porque los sucesos del presente suelen tener complejas relaciones con otros del pasado próximo o remoto.

jueves, 14 de abril de 2022

LA EDAD DE LA PENUMBRA. Catherine Nixey

        Muchos historiadores y literatos, de todas épocas, sintieron un cierto atractivo por analizar y narrar la  decadencia o  ruina de imperios, reinos y civilizaciones. Es quizás la consecuencia de una idea con tintes de melancolía romántica expresada en la frase latina “sic transit gloria mundi”. La versión religiosa de una verdad: nada humano dura eternamente.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

EL IMPERIO ESPAÑOL: DE COLÓN A MAGALLANES. Hugh Thomas

La historia contemporánea de España ha sido foco de atención de toda una pléyade de historiadores británicos e irlandeses. Entre ellos merecen ser citados Paul Preston, Raymond Carr e Ian Gibson. Hugh Thomas (1931-2017) fue uno de los más eminentes de esa generación de hispanistas. En su juventud recibió una esmerada educación en las mejores universidades y destacó por sus trabajos históricos. Fue premiado reconocido por su libro The Spanish Civil War (1961), fruto de dos años de investigación y entrevistas con los supervivientes. A partir de éste, escribió también sobre la historia de Cuba, desde el periodo colonial a la revolución castrista. Entre sus últimos trabajos destaca una trilogía sobre la Edad Moderna Española, en la que estudia la unificación de España y su expansión colonial, el reinado de Carlos V y el de Felipe II respectivamente.

lunes, 9 de septiembre de 2019

MOMENTOS ESTELARES DE LA HUMANIDAD. Stefan Zweig


No me queda mucho por añadir sobre la biografía de Stefan Zweig (1881-1942) que en anteriores entradas he intentado resumir a grandes rasgos. Solo insistiré en mi admiración por la obra de este escritor austriaco, extensa, variada y de estilo inconfundible, que fue muy popular en el primer tercio del siglo XX para ser luego progresivamente olvidada. Por suerte, parece que de nuevo renace el interés por sus novelas y relatos breves que actualmente están siendo reeditados. Y eso me ha permitido descubrir al que, hasta hace poco, era para mí sólo un nombre memorizado en los estudios juveniles, junto a uno o dos de sus títulos más significativos. El encuentro con él que quizás sea el último de los grandes clásicos de la literatura.
Se dice que Momentos estelares de la humanidad (1927) la escribió Zweig a lo largo de veinte años. Me parece totalmente justificado si consideramos que el texto resultante evidencia, ya desde las primeras páginas, una minuciosa documentación y un alto grado de refinamiento en la elaboración literaria. El mismo subtítulo nos lo sugiere cuando considera esos momentos como miniaturas históricas, aunando en el nombre la idea de obra pequeña y de primorosa factura.
Se trata de una colección de catorce relatos breves que son pura historia novelada y nos hacen evocar a aquellos historiadores antiguos, como Tito Livio (Ab urbe condita) o Plutarco (Vidas paralelas), para los que la historia era, ante todo, literatura y lección moral. Son episodios históricos que el autor considera decisivos desde su punto de vista. Algunos son reconocidos como tales por la historiografía. Tal es el caso de Cicerón, el último defensor de la republica romana frente al naciente imperio, o La conquista de Bizancio que narra el angustioso asedio de Constantinopla por el sultán Mehmet II en 1453, de tan alto valor simbólico en Occidente que es considerado como la fecha que señala el cambio de época a la Edad Moderna.  En otros relatos se ponen en evidencia grandes paradojas históricas. En La Marsellesa se cuenta la creación de un himno que simbolizó universalmente la revolución mientras su compositor, el músico y militar Rouget de Lisle, era injustamente olvidado. La historia de J.A Sutter, pionero suizo que se enriqueció en California durante la colonización del Oeste americano, evoca la del rey Midas cuando se arruinó por el descubrimiento de oro en sus tierras. También encontramos relatos de grandes errores individuales que provocaron la caída de un imperio, como en Waterloo porque un general subalterno y rígido seguidor de órdenes superiores fue la causa del error táctico que derrotó a Napoleón. O el fracaso del presidente norteamericano Woodrow Wilson en su idea de imponer una paz justa para la derrotada Alemania en la Gran Guerra, lo que a la larga conduciría a la Segunda Guerra Mundial. Incluso se narra la tenacidad de individuos que provocaron cambios fundamentales como Cyrus W. Field que consiguió unir Europa y América mediante un cable telegráfico submarino. Y heroicas gestas como la de Núñez de Balboa o Scott, el explorador inglés del Polo sur, que tuvieron un dramático final.
Todos los relatos son rigurosamente históricos pero el escritor los hace amenos ocultando deliberadamente su erudición mediante un estilo elegante y atractivo que evita la frialdad del relato estricto de los hechos, o el análisis de causas y efectos, e incide en lo poético, en los aspectos emotivos y éticos de la historia hasta elevarla a las cumbres de la épica. El destino juega en aquellos un papel decisivo que nos recuerda vivamente la tragedia griega y el caprichoso papel de los dioses que elevan a los mortales a la fama para después dejarlos caer en el infierno.
         Para terminar, una obra impresionante. Mucho más que historia, es ante todo literatura en estado puro.
         Una nota final para quien se decida leer este libro. Buscar la edición cuya portada se reproduce arriba, traducida por Berta Vias Mahou. En mis manos tuve otra edición con una traducción tan lamentable que desvirtúa el texto hasta hacerlo incomprensible
        

domingo, 18 de agosto de 2019

MARCO ULPIO TRAJANO. EMPERADOR DE ROMA. Varios autores


La historia que aprendí en mi infancia, la oficial del nacional-catolicismo pregonaba, en sus enciclopedias de primaria, que Trajano fue una de los grandes personajes que España aportó a la grandeza de la antigua Roma, asimilando interesadamente hispanorromano con español. Esa apropiación indebida estaba algo justificada si consideramos que el itálico Marco Ulpio Trajano (53-117) está valorado, junto con Augusto, como uno de los mejores emperadores romanos. Gracias a la conquistas en Dacia y Mesopotamia alcanzó el Imperio su máxima extensión territorial. Su promoción de obras públicas embelleció no sólo Roma (Foro de Trajano, Circo Máximo) sino otras muchas ciudades. Además, con el que fue segundo emperador de la dinastía Antonina, se instituyó el sistema sucesorio de la adopción frente a la herencia de dinastías anteriores; una fórmula que permitía el acceso al poder de los mejores, o al menos de los que concitaban mayor grado de adhesión o consenso político y militar.
Sin embargo, a pesar de su importante dimensión histórica, no se ha  conservado su biografía completa en las fuentes romanas. En efecto, las Vidas de Suetonio, o las Historias de Tácito terminan con su antecesor Domiciano, en tanto que la Historia Augusta comienza en el sucesor Adriano. Esta es la razón que, según los autores de este libro, justifica el realizar esta recopilación de documentos referentes a Trajano que sirva como fuente para futuros estudios de su biografía.
          Marco Ulpio Trajano. Emperador de Roma (2003) es un excelente trabajo de investigación de varios historiadores de la Universidad de Sevilla, editado por esta universidad. Su éxito entre los especialistas ha sido tal que ha motivado una segunda edición (2018) ampliada y mejorada.
         Se trata de una recopilación de fuentes literarias, de distintas épocas, referidas a Trajano, pero también epigráficas, numismáticas y papirológicas. Las literarias se exponen en edición bilingüe, es decir, los textos originales en latín y griego y su traducción al castellano. Todas comienzan con una introducción en la que se sitúa al autor en su contexto relacionado con el emperador, y se sigue con unas páginas de anotaciones al texto. Las reproducciones de monedas son de calidad suficiente y las inscripciones epigráficas vienen con su grafía original a base de abreviaturas, ampliadas mediante paréntesis para visualizar el texto completo. Al final el estudio se complementa con una serie de tablas cronológicas y un índice de términos. Sólo cuando acabamos de leer esta obra podemos valorar en su justa medida la imponente labor de investigación y la capacidad de los coordinadores para concretar la ingente cantidad de datos en una exposición cronológicamente ordenada y muy bien estructurada, capaz de llegar a conceptos y conclusiones sin perder su carácter de obra de consulta de datos parciales.
         Sería muy prolijo detallar el contenido de los capítulos. Como es natural, las fuentes más importantes son las de los contemporáneos de Trajano, en particular del epigramista Marcial y sobre todo de Plinio el Joven, amigo personal del emperador que desempeño dos cargos sucesivos durante su reinado. Son importantes las cartas que se cruzaron entre ambos mientras Plinio fue gobernador de la provincia de Bitinia, también el panegírico de Trajano leído en el Senado como agradecimiento por su nombramiento de cónsul sufecto. Le siguen como fuente historiadores romanos del siglo II, como Frontón, que cita a Trajano en sus epistolarios y Dión Casio. Conforme nos alejamos en el tiempo puede observarse como los historiadores son menos originales y se limitan copiar las referencias de los anteriores, así hasta llegar a los bizantinos del siglo VI. La valoración del personaje es casi siempre positiva, salvo en el caso de los apologistas cristianos, entre el siglo II y el IV, como Tertuliano, Eusebio de Cesarea y San Jerónimo. Ninguno de ellos puede perdonar que durante el reinado del emperador se produjo una persecución de cristianos, si bien muy moderada y limitada en el tiempo. Finalmente, los textos epigráficos, papirológicos y las monedas nos ayudan a situar al personaje en su contexto histórico, las costumbres, los ritos y honores imperiales etc.
         Las conclusiones que se pueden obtener de la lectura de estos textos ayudan a perfilar a Trajano como un emperador atrevido y expansionista en lo militar y prudente en lo político. Como Augusto, supo mantener la ficción republicana cuando el imperio estaba ya plenamente asumido por los ciudadanos. Mantuvo las magistraturas, si bien en sentido honorífico en las de Roma, las provincias eran otra cuestión. Derogó todas las disposiciones tiránicas de su antecesor Domiciano, renunció a la expropiación de los bienes de los condenados a favor del fisco y manifestó un profundo sentido de la justicia, al menos en sus aspectos más formales. Se consideró a sí mismo como primus inter pares y mantuvo amistad y trato familiar con senadores y patricios, aunque no renunció a honores, triunfos y títulos como el de optimus prínceps. En lo negativo, su afición desmedida a la comida y bebida, que se esforzaba por controlar (dispuso que no se acataran sus órdenes cuando estuviera borracho). También su afición homosexual a los jóvenes, bien tolerada por la sociedad siempre que se tuviera el rol activo. En casi todos los escritos se alaba su decisión de adoptar a Adriano como sucesor, aunque admiten el papel decisivo de su esposa Plotina en este nombramiento.
         Para terminar, estamos ante un estudio histórico impresionante. No es divulgativo y por tanto no recomendable para aficionados principiantes de la historia romana. Yo me reconozco a medio camino entre éstos y los historiadores profesionales y se me puede aplicar aquel dicho militar de: “la caballería se pasa y la infantería no llega”. La divulgación me queda un poco corta y los estudios como éste me sobrepasan, no tanto en cuanto a la comprensión general del texto sino en la imposibilidad de abarcar algunos datos demasiado específicos solo útiles para especialistas. A pesar de todo, la lectura me parece muy interesante y además puede seguirse de forma intermitente, sin perder el hilo y evitando la saturación. 

lunes, 5 de agosto de 2019

SEXO Y PODER EN ROMA. Paul Veyne


Paul Veyne (1930) es un prestigioso historiador y arqueólogo francés especialista en historia de Roma. En sus ensayos históricos enfoca el mundo grecolatino desde un punto de vista antropológico, más interesado en los usos y costumbres, la literatura o la filosofía, que en los postulados del positivismo histórico. Se aleja pues de la rigidez científica y el simple análisis de causas y consecuencias, de la historia aristocrática o de los grandes sucesos históricos para insistir en los aspectos sociológicos de la civilización romana.
Sexo y poder en Roma (2005) puede ser entendido en su globalidad, y atendiendo a su temática, como un ensayo. Se trata en realidad de un conjunto de artículos periodísticos y entrevistas de prensa. En ellos se aproxima a diversos temas: La ausencia del concepto de Estado romano, incluso en el Imperio, frente al de ciudadanía. La corrupción institucionalizada de la clase política (nihil novum sub sole). Los aspectos éticos y jurídicos del suicidio. Los juegos gladiatorios. El matrimonio, la sexualidad. Y temas que siguen siendo polémicos hoy en día como el aborto o la homosexualidad, entre otros.
La exposición de dichos temas es muy divulgativa, con casi total ausencia de citas marginales y lenguaje claro sin abuso de latinismos. Algunas de sus opiniones son discutibles, como el rechazar las múltiples causas de la caída del Imperio (ascenso del cristianismo, crisis económica y militar, etc) para atribuirla en exclusiva a las invasiones bárbaras. En ocasiones el escritor adopta un papel desmitificador de estereotipos históricos previos, como en el caso del derecho romano, entendido popularmente como un corpus jurídico completo, cuando no era sino un abigarrado conjunto de jurisprudencia. Sí admite que las fórmulas legales, lo que hoy conocemos como derecho procesal, fue el mayor legado a la posteridad. Otro aspecto interesante es el análisis de la religiosidad romana. La considera más tolerante, libre y abierta que las religiones monoteístas aunque menos profunda en el sentido ético y espiritual.
Paul Veynes no suele contrastar sus opiniones históricas con las fuentes, pero su profundo conocimiento de los temas que trata las hace verosímiles aunque en ocasiones nos parezca algo superficial.
En resumen, una obra amena y divulgativa que puede ser atractiva para lectores no acostumbrados a la historia. Muy recomendable.
Una nota a modo de curiosidad. La portada muestra un fresco pompeyano en el que aparecen Marte y Venus. Aquél mira al infinito o al Olimpo como buscando la aquiescencia de Júpiter en sus amores adúlteros con la diosa, mientras tanto va a lo suyo. En cambio, Venus parece mirar al espectador. No se miran, están concentrados en sus respectivas sensaciones eróticas. Un sexo que parece desprovisto de amor. En fin, es una interpretación personal.


jueves, 5 de julio de 2018

EL ORDEN DEL DÍA. Eric Vuillard


Cuando casi se cumple un siglo de la fundación del partido nacional socialista alemán, el nazismo, la ideología política que autoproclamó el Tercer Reich, sigue siendo fuente inagotable de estudio histórico e inspiración literaria. Ahora, cuando parece que no hemos aprendido nada o lo hemos olvidado todo, surgen de nuevo con fuerza los nacionalismos en el centro y norte de Europa. Este contexto ha propiciado la aparición de una corriente de revisionismo histórico, peyorativo y subsidiario de estas ideologías, que pretende hacer pasar por mitos verdades tan evidentes como el holocausto. A esta aberrante tendencia se quiere oponer otro revisionismo, más académico, que indaga, a la luz de nuevos datos, en las causas del ascenso al poder político del partido nazi, el expansionismo alemán previo a la guerra o el antisemitismo y la sistemática aplicación de la eufemística solución final

lunes, 17 de febrero de 2014

RECUERDOS DE LA GUERRA DE ESPAÑA. George Orwell

No es la primera vez que al glosar la personalidad literaria de George Orwell (1903-1950) intento resaltar su aspecto más auténtico, la decisiva relevancia de la experiencia personal en toda su obra (véase  Rebelión en la granja; agosto-2012). En particular, su paso por España y la participación como reportero y miliciano en nuestra guerra civil le dejó una profunda impresión que reflejó en dos de sus escritos y marcó de forma indirecta otros más. Así, cuando en 1937 fue herido en el frente de Huesca y evacuado de regreso a Inglaterra, publicó un año más tarde Homenaje a Cataluña un relato testimonial donde describe en primera persona, con estilo de crónica periodística, sus vivencias y la vida en la Barcelona republicana durante la inicial etapa revolucionaria hasta las jornadas de mayo del 37, cuando las milicias anarquistas y trotskistas  del  POUM fueron reprimidas y desarticuladas por el gobierno con el apoyo de los estalinistas. No he tenido oportunidad de leerlo aún pero si ha llegado a mis manos  este segundo libro, un ensayo corto publicado tres años después del final de nuestra contienda ya en plena segunda guerra mundial.
         Recuerdos de la guerra de España (1942)  no es solo, como sugiere su título, un relato de anécdotas personales. Alguna se cuenta al principio y sirve para ilustrar las  miserables condiciones de vida en el frente como contraste y desmitificación de esa visión épica de la guerra que tan a menudo ofrece la literatura. En los últimos capítulos se refieren otras que destacan la solidaridad humana en ese ambiente de violencia. Pero en su esencia este ensayo es un conjunto de reflexiones personales de Orwell sobre nuestra guerra civil. En principio no debemos buscar novedades en las mismas. No hay nada que no haya sido analizado sobradamente en multitud de estudios. Lo que  llama la atención aquí es la clarividencia del autor a pesar de su implicación real y emocional en los hechos narrados. Porque a priori consideramos necesario un cierto distanciamiento personal y temporal que aporte la adecuada perspectiva y refuerce la objetividad del análisis histórico, y por esto nos sorprende la penetración y el justo discernimiento en las opiniones del escritor británico a tan solo tres años del final del conflicto bélico.
Las primeras consideraciones de Orwell se dirigen a denunciar las atrocidades de la guerra. Después analiza la manipulación de la verdad histórica no solo por parte de los bandos contendientes sino por los gobiernos, los políticos, y la prensa europea, en función de sus intereses pragmáticos, partidistas o ideológicos. En particular se muestra especialmente crítico con las mentiras interesadas de la prensa británica y de la propaganda nazi-fascista, y también denuncia la cobardía de los intelectuales de izquierda que se limitaron a “ver los toros desde la barrera”. Termina su reflexión mostrando pesimismo por la conservación de la memoria histórica para futuras generaciones cuando la historia escrita por los vencedores prevalezca sobre el testimonio de los testigos. Un pesimismo que a la luz de la actualidad nos parece totalmente justificado.
En España, Orwell asistió tanto a la represión fascista como a la llevada a cabo por los estalinistas y en este ensayo advierte contra los peligros de los totalitarismos de uno y otro signo. Una denuncia que años más tarde mantendría en sus dos novelas más populares, Rebelión en la granja y 1984.  Se analiza también el papel  de las potencias europeas en la guerra española; la cobardía de la no intervención anglo-francesa; la mínima y desconcertante, por contradictoria, ayuda rusa; el decisivo y claro apoyo de Alemania e Italia. Todo lo cual le lleva a decir que “el resultado de la guerra civil española se determinó en Londres, en París, en Roma, en Berlín, pero no en España”. Y a pesar de criticar la desunión de los partidos republicanos, la ineficacia y mala preparación de su ejército, y los abusos y crueldades cometidos por ambos bandos, concluye con dos juicios de valor que en mi opinión mantienen aún su validez; que la legalidad y razón de estado estaba de parte del gobierno republicano. Y que la guerra fue justa en tanto la clase obrera española estaba en su derecho de defender y conquistar la igualdad de oportunidades y la vida digna que el sistema político le había negado hasta entonces.
         El relato se desarrolla en primera persona, con un lenguaje sencillo, directo y mesurado pero con cierto toque de emotividad, y todo esto refuerza en el lector la impresión de  autenticidad, de estar ante otra versión histórica, la del testimonio de un testigo cualificado que no por subjetiva deja de ser veraz y participar de  la objetividad que se supone en los estudios históricos. A fin de cuentas, el concepto de historia es demasiado amplio y nos conviene conservar un moderado escepticismo ante esos criterios que definen el rigor histórico, en todo caso deseables, pero  casi siempre puestos en cuestión en esta ciencia tan contaminada por la literatura y la ficción. En mi opinión estos recuerdos de Orwell merecerían alcanzar en el  futuro el valor y la categoría de fuente histórica.    



domingo, 24 de febrero de 2013

BÁRBAROS Y ROMANOS EN HISPANIA. Javier Arce


Interesante estudio  referido a una de las épocas menos conocidas en la historia de Hispania, el siglo V, cuando se produce el derrumbe definitivo del imperio romano y comienzan las invasiones bárbaras en nuestro país. Está firmado por Javier Arce, un historiador y arqueólogo catalán muy reconocido en los medios académicos tanto nacionales como  europeos, actual profesor de la universidad de Lille y especialista precisamente en este periodo histórico que, dada la escasez de fuentes escritas, precisa de un importante apoyo sustentado en la epigrafía y los restos arqueológicos.
Al comienzo del trabajo, unos versos del poema de Cavafis “Esperando a los bárbaros” sirven al autor para introducir una teoría original, desarrollada después a lo largo del mismo, que viene a desmontar el mito tradicional de las invasiones bárbaras como una conquista a sangre y fuego que condujo a un apocalíptico caos destructor. Y es que tras minucioso análisis de las fuentes deduce que las tribus germánicas de suevos, vándalos, y alanos no invadieron Hispania sino que entraron desde las Galias respondiendo a la petición de ayuda de uno de tantos usurpadores del poder imperial, en concreto uno llamado Máximo apoyado militarmente por el general Gerontius. Además estos bárbaros estaban ya parcialmente romanizados y las luchas y saqueos que se produjeron no fueron superiores a los de otras épocas de supuesta estabilidad,  porque la finalidad última de esos pueblos no era la destrucción sino el asentamiento  en la provincia hispánica y aprovechar las estructuras sociales, económicas, y políticas de los hispanorromanos. De otra parte, permanecieron menos de un siglo en el territorio hasta el definitivo asentamiento de los visigodos por lo que su influencia fue escasa.
A lo largo del libro se analizan múltiple aspectos que caracterizan al periodo objeto de estudio, entre los que podemos destacar; la inexistencia de poder militar romano en Hispania, con total ausencia de ejércitos estables y la sola presencia de pequeñas guarniciones privadas de protección de las villas rurales; la descomposición del poder político durante el imperio de Honorio, con especial énfasis en el fenómeno de los usurpadores; la economía provincial autárquica, totalmente desvinculada ya de las redes comerciales del imperio; la persistencia de la cultura urbana, con municipios dirigidos ahora por los obispos cristianos que sustituyeron a los antiguos magistrados; el auge creciente del mundo rural con las villae, castella, y castrum, precursores de la futuras estructuras feudales; la paulatina desaparición del paganismo, el dominio del cristianismo y las luchas entre la ortodoxia católica y movimientos heréticos como el priscilianismo. 
Tras la lectura de Bárbaros y romanos en Hispania, se concluye que  las invasiones bárbaras no produjeron la destrucción y desaparición de la decadente sociedad hispanorromana sino que fueron más bien un acicate que la modificó parcialmente y en cierto sentido la revitalizó.  El siglo V  fue pues un periodo de transición entre dos mundos, el clásico latino y el medieval.
Tengo que admitir que esta extensa sinopsis del libro sería inadmisible de tratarse de una novela. Pero en historia, el desarrollo y desenlace de los acontecimientos suele ser muy conocido y lo importante para el lector es profundizar en la génesis de los mismos y en sus consecuencias, y esto basado en la fiabilidad de las fuentes históricas consultadas. En este sentido, el trabajo de Javier Arce es riguroso, por bien documentado, y ameno. No me cansaré de repetir esto último porque rigor y amenidad no deber de ser cualidades contrapuestas y porque en general mis lecturas en esta materia son siempre divulgativas y destinadas no a expertos sino aficionados. Y digo esto con ánimo de incentivar a la lectura de historia que es a fin de cuentas la memoria colectiva de la humanidad y terreno donde hunde sus raíces nuestra sociedad actual.

sábado, 19 de enero de 2013

AUGE Y CAÍDA DE LOS TEMPLARIOS. Alain Demurger


 La historia de la orden militar del Temple y su dramático final ha sido durante mucho tiempo, y lo sigue siendo, el tema preferido de un cierto tipo de literatura que ha reflejado más bien la leyenda de los templarios, abundante en supuestos matices esotéricos y entroncada con otros grandes mitos europeos. Nos han intentado presentar como veraces deducciones y datos históricos fundamentados en la interpretación, muchas veces arbitraria, de símbolos y analogías que ciertamente fueron muy del gusto de los monjes caballeros pero también del mundo y la cultura medieval en general, todo en un intento de ampararse bajo el paraguas de   una aparente pero incierta objetividad histórica. Como decía, este tipo de literatura está de moda desde hace demasiado tiempo. La podemos considerar entretenida, y hasta cierto punto divulgativa, si se adapta al género de la novela histórica pero resulta insultante cuando se le quiere otorgar categoría de historia con mayúsculas.
Por todo lo dicho, añadiré que inicialmente recelé de este libro que comento, incluido en una colección que lleva el sugerente título de “Enigmas históricos al descubierto”, pero sentí curiosidad y me arriesgué a soportar una nueva fantasía histórica. La lectura mereció la pena porque Auge y caída de los templarios (1985) es un estupendo trabajo de Alain Demurger, historiador francés experto en Edad Media y especializado en las Cruzadas y las órdenes militares; escrito además en un estilo sencillo, directo, y con afán didáctico muy de agradecer y quizás propio de quién es además profesor de la prestigiosa universidad de la Sorbona. En el estudio se analizan, entre otras cuestiones, las causas del espíritu cruzado medieval que es el origen de las órdenes militares; la fundación del Temple tras la conquista de Jerusalén, su rápida y doble expansión en Oriente y Occidente, los éxitos y fracasos militares en Tierra Santa, su importancia económica y financiera en la Europa occidental y finalmente las causas de su desgracia y extinción dos siglos después de su fundación. Y todo ello se hace depurando la historia, amparada en abundante bibliografía, de toda contaminación esotérica o legendaria. La obra incluye también en el apéndice final bibliografía adicional sobre las Cruzadas, cronología de la orden del Temple, listado de los grandes maestres de la misma, genealogía de las principales dinastías reales europeas de la época, mapas de Tierra Santa y de la Jerusalén medieval, y otros datos que contribuyen a ilustrar, sintetizar, y asimilar una historia que va desde principios del siglo XII al XIV.
         Se trata en definitiva de una obra para auténticos aficionados a  la historia, no apropiada para los que otorgan veracidad al esoterismo fantástico tipo “Código da Vinci”

sábado, 29 de diciembre de 2012

ANTOLOGÍA DE TEXTOS JURÍDICOS DE ROMA. Xavier d'Ors


Se trata de un libro interesante, a medio camino entre el tratado  y el ensayo. Del primero tiene la voluntad didáctica y analítica, del segundo  la estructura  poco sistemática y por ello más libre y flexible. El autor, Xavier  d’Ors, es catedrático  de Derecho Romano  y resulta obvio decir que conoce el tema en profundidad, pero no hay que asustarse, ya desde la introducción insiste en aclararnos que no se trata de un libro para  especialistas, juristas en este caso, sino divulgativo, destinado a un público poco conocedor del Derecho pero necesariamente  interesado  por la historia  y la cultura grecolatina. Y son precisamente los textos latinos recogidos en la antología los que dan  a este trabajo  la flexibilidad que antes mencionaba. Pertenecen a  distintos momentos de la historia de Roma, desde los orígenes de la república hasta  finales del imperio y su  epílogo en el bizantino Justiniano. Esta selección es la auténtica columna  que vertebra  e ilustra la evolución histórica del derecho romano, uno de los mayores logros  de aquella civilización  y una construcción casi perfecta, tan sólida que aún sigue cimentando  el Derecho  en el mundo occidental.
         En cada capítulo se  traduce un texto latino precedido de una introducción sobre su contenido que nos informa también sobre la datación cronológica y su carácter de fuente. Los fragmentos se acompañan además de abundantes notas aclaratorias, sobre términos y conceptos jurídicos o históricos, que facilitan la comprensión de los  profanos en la materia. Aunque las introducciones y anotaciones del autor resultan  decisivas, son los textos de los escritores clásicos los que nos instruyen directamente  sobre los conceptos jurídicos  del derecho  y su evolución.  En esto radica lo novedoso de la obra, concebida como un mosaico de textos  que tomados en su conjunto constituyen un tratado didáctico  sobre historia del derecho romano contado por  los propios juristas  o historiadores que lo generaron  o divulgaron. El autor de la antología nos propone de esta forma  que nos informemos o aprendamos bebiendo en las fuentes originales.
         Entre los textos escogidos se incluye  la ley de las XII tablas,  verdadera fuente del derecho civil republicano, origen  de la jurisprudencia y de las actio legis  que fundamentaron el primitivo derecho procesal. Un fragmento del Enchiridión de Pomponio constituye un auténtico tratado que resume en pocas líneas la evolución jurídica  desde las primitivas leyes curiadas hasta las constituciones imperiales, y entre ambos polos cronológicos, las leyes sociales que fueron resultado de la lucha entre patricios y plebeyos, los orígenes de las distintas magistraturas políticas,  y los conceptos básicos del derecho. Los libros de respuestas jurisprudenciales de Gayo y Justiniano  ilustran distintas acciones del derecho civil tales como las deudas y obligaciones en general, herencias, y otras. Las Res gestae divo Augusto, además de auténtico testamento político  de este emperador sirven para documentar la evolución de la república al principado. Otros textos nos muestran las distintas fuentes del derecho o inciden en  el derecho imperial.
A través de  los textos  y su análisis  podemos llegar a ciertas conclusiones. La primera de ellas es que el primitivo derecho romano  se basaba principalmente en la jurisprudencia, es decir, en la interpretación de unas pocas disposiciones legales contenidas en las famosas XII tablas  por parte de expertos revestidos de reconocida autoridad en la materia. Era también un derecho rígido en su aspecto procesal porque estaba basado en unas fórmulas determinadas que debían ser pronunciadas oral y literalmente  antes de iniciar el juicio, o en sus distintas fases. A partir Adriano los jurisprudentes dejaron de ser independientes para estar bajo la autoridad  del emperador y de esta forma el derecho se tornó burocrático, las fórmulas procesales se fijaron por escrito y se inició su enseñanza como cuerpo doctrinal; el sistema se tornó legalista, con predominio de las leyes imperiales sobre la jurisprudencia. Se deduce también que las fuentes activas de producción jurídica se prolongaron hasta el emperador  Constantino y a partir de ese momento se inicia una labor de recopilación del derecho  ya existente en diferentes códigos que culminan con el Digesto de Justiniano. El libro contiene además bastantes curiosidades  y  algunas cosas novedosas para mí, tales como la diferenciación entre las figuras del pretor y el iudex como conductores de los juicios, encargado el primero de  establecer las normas procesales y el segundo de dictar sentencia una vez oídas las partes y las opiniones de los jurisprudentes.
En suma, un libro muy interesante pero destinado a un público minoritario. La edición de bolsillo de la editorial Akal es además muy cuidada, con una relación calidad-precio muy favorable a la primera.

sábado, 10 de noviembre de 2012

TERMÓPILAS. Paul Cartledge


Termópilas es un estudio histórico que rebasa el marco concreto de la famosa batalla y se complementa con un análisis a fondo de las dos  Guerras Médicas como enfrentamiento de Europa y Asia, entre dos formas de entender la civilización. Se profundiza además en fenómenos como el panhelenismo, la cultura griega en general y en particular la de los espartanos. También se estudia la figura de Heródoto como fuente histórica indispensable, casi única para este periodo, aún reconociendo su poca fiabilidad en muchos aspectos, al menos según los criterios exigibles a la concepción actual de los estudios históricos.
El autor, Paul Cartledge, es un profesor de Cambridge, experto en historia griega que parece ampliamente avalado como investigador histórico y como docente. El ensayo histórico viene complementado por una abundante bibliografía, glosario de términos y apéndices. Dicho esto, se le pueden hacer también bastantes objeciones. La primera es su tendencia filoespartana, reconocida por el propio autor, que le lleva a ciertos abusos como menospreciar la importancia de la victoria naval de Atenas en Salamina, o a utilizar términos como “dictadura del proletariado” al enjuiciar la democracia ateniense. Por otra parte al encarar los aspectos más  oscuros del régimen oligárquico de Esparta llega a análisis abusivos como el sugerir que los espartanos eran en el fondo partidarios de la liberación de los ilotas. El carácter divulgativo de la obra induce al autor británico a trazar paralelismos entre las costumbres e instituciones políticas griegas y las actuales, no siempre acertados. Por último hay que reprocharle un análisis poco afortunado de la monarquía espartana, de carácter hereditario y dual, pero con muchos menos poder político del que pretende el autor, que llega a calificar de súbditos a los que no eran sino ciudadanos o espartiatas. Cuando analiza las causas de la colonización griega del Mediterráneo en el siglo VIII a.C. olvida la fundamental, la presión demográfica y la pobreza de la tierra en Grecia. Hay que decir también que la traducción es pésima, con frecuentes errores cronológicos y algunos en localización geográfica. En varias ocasiones se traduce como “soldadesca” al conjunto de soldados del ejército, olvidando el matiz despectivo que esta palabra tiene en castellano. Tampoco ha sido muy afortunada la elección de portada de la edición de bolsillo, un fotograma de la película “300” del director norteamericano  Zack Snyder basada en un cómic del mismo nombre, épica de acción pero totalmente carente de rigor histórico.
En resumen, un ensayo histórico asequible y divulgativo pero bastante decepcionante en muchos sentidos. 

viernes, 19 de octubre de 2012

LA CIVILIZACIÓN ROMANA. Pierre Grimal


Parece un hecho cierto que los españoles leemos poco y tengo la impresión que sobre historia aún menos. No me refiero  sólo a las obras consideradas como fuente histórica o a los ensayos de análisis histórico, más o menos destinados a los círculos académicos; incluso las obras meramente divulgativas parecen poco atractivas para el público lector. Y no creo que esto sea producto de una desafección hacia la historia porque entonces no se podría entender el éxito actual de la novela histórica. Creo que esta aparente paradoja se debe a varios factores y entre ellos no son de menor importancia las deficiencias de los sucesivos sistemas educativos que hemos padecido. Es verdad que ya no se enseña aquella historia de fechas y batallas solo apta para “memoriones”, propia del periodo pre-democrático, pero  no parece que la enseñanza actual haya mejorado la valoración de la asignatura que en gran medida sigue siendo considerada tediosa por los alumnos. Y es que la amenidad en la explicación y en el discurso textual es fundamental para despertar el interés tanto en el alumno como en el lector. Una forma de  amenizar  la historia es desde luego mezclarla con la ficción pero esto se hace a costa de desvirtuarla y falsearla. Se puede escribir historia amena y la obra que comento hoy es un clara ejemplo. 
          Pierre Grimal (1912-1996) fue un historiador y latinista francés enamorado de la civilización romana y su herencia cultural. Docente en varias universidades francesas dejó una importante producción literaria, generalmente ensayos históricos muy especializados destinados al ámbito académico, pero su entusiasmo por la cultura  romana  le motivó también a su divulgación y difusión entre el público en general y fruto de esa inquietud es este libro, “La civilización romana” (1999). Para empezar está escrita con un lenguaje sencillo y claro que renuncia voluntariamente  a las notas y citas bibliográficas a pie de página que, a menudo, desvían la atención del lector, sin renunciar por ello al rigor histórico y a la documentación que reúne al final del libro en una muy extensa bibliografía estructurada y organizada en múltiples apartados que cubren todos los aspectos de la historia y cultura romana. La estructura  de la obra  organizada en capítulos no es rígida sino que un mismo tema se toca en apartados diferentes resultando así flexible e informal descartando en apariencia una posible intención didáctica.
          El contenido del libro, después de un primer capítulo que repasa la evolución política de Roma, se puede resumir en el subtítulo del mismo, “vida, costumbres, leyes, artes”. Se analiza así la evolución política desde la monarquía, pasando por la república hasta el imperio; la estructura social (gens, patriciado, plebe); se profundiza en la religión con su carga primitiva de animismo y superstición, su formalismo al tiempo que tolerancia; el derecho y la constitución política como creaciones originales romanas; la organización militar y la evolución del ejército; la lengua y literatura; el problema de la tierra y la evolución hacia un sistema económico capitalista en el imperio; el urbanismo y las creaciones propias de la arquitectura; las costumbres y formas de ocio etc.  En todos estos aspectos  el autor se propone destacar  la originalidad del genio romano  y desmontar el tópico tradicional de Roma como heredera cultural de Grecia sin menospreciar, desde luego, la influencia del pensamiento y la filosofía griega. Su tesis, que expone a modo de conclusión final, es que el espíritu romano  basado en una serie de virtudes ciudadanas propias, produjo una civilización  original  que se enriqueció con los aportes del helenismo.  Sólo en el Bajo Imperio con lo que hoy llamaríamos globalización cultural y la influencia de las religiones foráneas, entre ellas el cristianismo, se abandonaron dichas  virtudes  propiamente romanas. Para Grimal el fin real de la civilización romana no se produjo con la caída del último emperador Rómulo Augústulo (476) sino con el Edicto de Milán de Constantino (313).
          A destacar por último el estupendo análisis etimológico de alguno términos que profundizan y aclaran el sentido de muchos conceptos. También me han llamado la atención algunas opiniones  aportadas por el autor, algunas de ellas quizás cuestionables como la referente al tratado del Ebro con los cartagineses al considerar que la frontera no traspasable era la del río Júcar por una confusión en el nombre de estos ríos, o el significado  de pontifex no como constructor de puentes sino constructor de caminos (religión, camino hacia los dioses). Es interesante también la división procesal  y jurídica entre las figuras del pretor y el iudex.
          En resumen, se trata de una importante obra de divulgación histórica, clara, profunda y amena al mismo tiempo, cualidades no siempre fáciles de aunar. Recomendable para todo aquel que quiera profundizar en los verdaderos orígenes de nuestra civilización occidental, deudora en tantos aspectos de la romana.  

lunes, 23 de julio de 2012

CAUSAS DE LA GUERRA DE ESPAÑA. Manuel Azaña


No pretendo en este comentario glosar la notable figura política de Manuel Azaña Díaz (1880-1940) porque al hacerlo rebasaría la finalidad y los límites, no declarados pero sí implícitos, fijados en la evolución y el conjunto de las entradas de este blog. Y aún así  resulta francamente difícil  separar en el personaje las facetas política y literaria ya que su obra, no muy abundante pero de gran calidad, está compuesta en su mayor parte por ensayos, diarios, o memorias autobiográficas en los que expresa sus ideas sobre el Estado y su visión de España en la década de los 30. En otro sentido, la enorme y decisiva dimensión política de este auténtico estadista, quizás el único de nuestra reciente historia, ha sepultado y relegado, entre la admiración y la difamación, su importante faceta como escritor. No obstante sus ensayos, escritos en una prosa elegante, culta, y trascendida de oratoria, son fundamentales para comprender y asimilar un periodo convulso de nuestro pasado, el devenir de la Segunda República española  y su epílogo sangriento.
          El presente libro, “Causas de la guerra de España” es una colección de once artículos de prensa publicados en Francia durante los casi dos años de exilio que transcurrieron hasta su muerte en Montauban el año  1940. El primero de ellos, que da título al libro, es un detallado análisis de las causas de la guerra, lo que equivale a decir, del fracaso de la República; los fuertes contrastes sociales de España, las fuerzas políticas opuestas y disgregadoras, la discordia entre las clases sociales, la cuestión catalana, la necesidad de reformas radicales como la agraria etc. En los siguientes artículos o ensayos se estudian otros muchos aspectos de la guerra civil tales como la intervención de ejércitos extranjeros, la política de no intervención, el papel de  la Sociedad de Naciones, la revolución abortada, la organización del ejército republicano, entre otros.
          Lo sorprendente  en este conjunto de artículos  no es qué dicen  sino quien y cuando lo dice. Me explicaré mejor si digo que cualquier historiador actual, con la perspectiva del tiempo pasado y los abundantes testimonios y fuentes, hubiera podido  analizar este periodo histórico con un  máximo de objetividad y rigor. Lo inusual es que un político tan profundamente implicado en los hechos como Azaña, hundido emocionalmente por el fracaso de sus ideales, recién terminada la guerra y en la amargura del exilio, fuera capaz de reflexionar  de forma tan lúcida y objetiva sobre los mismos.  No encontraremos en estos artículos  ni odio, ni reproches, ni afán revanchista hacia los enemigos de la República. En  todo momento hace gala de moderación, objetividad y neutralidad, la de un político obsesionado por una utopía irrealizable en aquellos tiempos, a saber, un régimen democrático formado por ciudadanos, no por súbditos, plenamente conscientes de sus derechos y deberes, que tienda a la justicia social y asegure el bienestar de los mismos. Como intelectual y auténtico filósofo de la política no oculta la responsabilidad de los políticos republicanos al tiempo que está presto a reconocer sus propios errores. Tampoco oculta un cierto grado de amargura que pienso en relación a lo que yo llamo el síndrome de Casandra porque, igual que la sacerdotisa  troyana que profetizaba desgracias y no era escuchada, Azaña con su  clarividencia  y capacidad de análisis  presintió  el fracaso de la República y el desastroso final de la guerra pero sus  recomendaciones al respecto no fueron escuchadas por unos  políticos  eufóricos, frívolos, enardecidos por la revolución, que a principios de la guerra creyeron que  ésta sería corta y el alzamiento militar sería aplastado con prontitud.
          En cuanto al estilo literario  de estos  escritos  es sencillo  al tiempo que culto, de un clasicismo castellano que recuerda a los escritores conceptistas de nuestro siglo de oro, capaz de expresar  conceptos políticos  con claridad y brevedad. Se le puede reprochar un cierto abuso de términos franceses y de galicismos quizás influenciado por la publicación en la prensa francesa. No me extenderé más, salvo para recomendar la lectura de este breve libro a los que quieran comprender mejor nuestra historia reciente.  Para terminar  recordaré una anécdota histórica. Manuel Azaña murió en Montauban el 3 de noviembre de 1940. El régimen colaboracionista francés del mariscal Pétain le negó el entierro con honores de  Jefe de Estado y prohibió que su féretro fuera cubierto con la bandera republicana. El embajador de México, presente en mismo, dijo en un discurso dirigiéndose al prefecto francés: “Lo cubrirá con orgullo la bandera de México. Para nosotros será un privilegio, para los republicanos una esperanza, y para ustedes, una dolorosa lección”

martes, 6 de marzo de 2012

NAUFRAGIOS. Álvar Núñez Cabeza de Vaca


El gaditano Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1465- 1560) fue, como otros muchos, un hidalgo empobrecido que viajó a las Indias  en busca de oro y riquezas. No las encontró  pero formó parte de aquel primer grupo de exploradores y conquistadores de las nuevas tierras descubiertas por Colón, vivió aventuras y peligros en los que otros muchos dejaron la vida, y  mereció pasar a la historia entre los grandes como Cortés, Pizarro, Almagro, y Orellana, lo cual no le evitó terminar sus días, también como otros muchos, en el anonimato o en la pobreza. Y es que estos hidalgos aventureros  abrieron rutas terrestres y marítimas, descubrieron  nuevas tierras y conquistaron imperios, pero después de ellos llegaron  gobernadores y virreyes, funcionarios reales, frailes y encomenderos, encargados de gobernar, administrar y explotar los nuevos y extensos territorios; éstos fueron los auténticos beneficiarios de la conquista y el núcleo de la posterior nobleza criolla.
          Cabeza de Vaca era uno de los  oficiales  de la expedición  que, al mando de Pánfilo de Narváez, fue comisionada por  Carlos V para  descubrir y conquistar  las tierras comprendidas entre el río de las Palmas  (río Grande) y la península de Florida, es decir toda la costa norte del golfo de México que comprende los territorios del sur de los Estados Unidos, desde Florida en el este a baja California en el oeste, y los del norte de México. Una flota de 5 naves salió de Sanlúcar de Barrameda  en 1527, hicieron escala en Santo Domingo y Cuba, y en 1528 llegaron a la costa oeste de Florida. El grueso de la expedición abandonó las naves y siguió por tierra,  siempre hacia el oeste, mientras  eran diezmados por el hambre, las enfermedades y los indios que los acosaban desde la espesura de la selva y los manglares. Finalmente quedaron Cabeza de Vaca y cuatro supervivientes más. A partir de ese momento  pasaron todo tipo de aventuras y calamidades, hicieron de comerciantes entre las tribus indígenas, sufrieron esclavitud, y finalmente ganaron fama como curanderos mediante rezos  de oraciones en latín.  Vagaron por los manglares de  la costa este y por  la desembocadura del Mississipi  hasta el río Grande, después subieron por la ribera del mismo, hacia el noroeste y llegan a la costa de la baja California donde retornaron hacia el sur hasta encontrarse de nuevo con los españoles en la ciudad mexicana de Culiacán, ocho años después de iniciado el viaje.
          Cuando retorna a España, Álvar  Núñez escribe este relato que tiene la estructura de un informe  dirigido al rey  Carlos I en el que  describe las nuevas tierras  y  por primera vez se recogen  observaciones etnográficas sobre las tribus indias del norte del golfo de México,  costumbres, fiestas etc, así como datos geográficos referentes a ríos, fauna, flora y potencial agrícola de las tierras recorridas. También por vez primera  aparecen en castellano algunas palabras tomadas de las lenguas indígenas americanas.  Se trata pues de un documento histórico, el primero en que se habla de los territorios del sur de Estados Unidos.  La primera parte del informe es minucioso, abunda en detalles y nombres de los miembros de la expedición y está perfectamente datado. Cuando  al final quedan sólo los cinco supervivientes, la narración  pierde su carácter de informe oficial para convertirse en un relato de aventuras en el que se mezclan realidad y fantasía, quizás con la intención de impresionar al rey  y aumentar el mérito de los expedicionarios a fin de conseguir  prebendas y nuevos mandatos  de exploración y conquista. Está claro que este propósito se vio satisfecho cuando Álvar Núñez  fue  nombrado Adelantado del  Río de la Plata antes de iniciar su segundo viaje a América en 1540.
El informe con el título de “Naufragios” fue publicado en 1542. Un curioso libro a medio camino entre  lo histórico y  el relato de aventuras y viajes.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

UN DÍA DE CÓLERA. Arturo Pérez-Reverte


Arturo Pérez-Reverte comienza la introducción de la obra con esta frase: “Este relato no es ficción ni libro de historia”, y tras su lectura debo decir que estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación. Se trata de un relato a medio camino entre la novela histórica y el ensayo histórico, y en esto precisamente radica su originalidad. Es la narración de unos hechos reales, protagonizados por personajes reales con nombre y apellido, pero  contados en forma novelesca. En mi opinión es historia con algunos toques de ficción.
Parece que el escritor ha indagado en los archivos históricos y recopilado  abundante documentación sobre los sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid, y con este material ha escrito una crónica detallada de los mismos que nos recuerda un reportaje periodístico. Y es que Reverte cuenta los principales eventos del levantamiento popular como si estuvieran ocurriendo o hubieran ocurrido hace pocas horas, minuto a minuto y con profusión de detalles. La técnica narrativa utilizada es la del narrador omnisciente, es decir, un narrador que está fuera de la historia y la cuenta en tercera persona, no participa de la acción pero conoce el pasado y el futuro de los protagonistas de la misma. Este recurso narrativo le sirve para reforzar la sensación de crónica objetiva de los hechos al tiempo que le permite salir ocasionalmente de la misma y anticiparnos el destino final de algunos personajes que sobrevivieron a la tragedia.
          El libro se complementa con un mapa antiguo del Madrid de 1808 en el que podemos localizar y seguir el comienzo de la algarada popular, los puntos de resistencia y el despliegue de las tropas francesas. En fin, “Un día de cólera” es la historia vivida como un relato cercano. Igual que en otras de sus novelas, Pérez Reverte exalta el patriotismo ciego del pueblo español, de los madrileños en esta ocasión, malogrado por políticos corruptos y reyes ineptos. Frente a los afrancesados adopta una postura neutral; hubieran podido ser un núcleo de regeneración y modernización del país como portadores de los ideales ilustrados y liberales, pero el devenir histórico los convirtió en traidores.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

DIEZ DÍAS QUE ESTREMECIERON AL MUNDO. John Reed


“Diez días que estremecieron al mundo" no es estrictamente un ensayo histórico, entendiendo historia en su sentido de ciencia, como análisis e interpretación de los hechos históricos utilizando criterios de objetividad. No obstante, esta obra tiene, en mi opinión, valor y consideración de auténtica fuente histórica referida a la revolución rusa de octubre de 1917.
           El norteamericano John Reed (1887-1920) no es desde luego un historiador objetivo. Era periodista, poeta, y desde joven simpatizó con las ideas marxistas militando en algunos grupos activistas de su país. Como corresponsal de guerra siguió los principales eventos de la revolución mexicana iniciada en 1910 y después de 1914 los acontecimientos de la Gran Guerra europea. En 1917 llegó a Rusia justo a tiempo para ser testigo de la revolución bolchevique en octubre de ese año. Acreditado como periodista hizo un seguimiento diario y minucioso de  aquellas jornadas revolucionarias y las dejó plasmadas en la obra que nos ocupa. El propio autor reconoce en la introducción sus simpatías por el movimiento de los soviets pero eso no menoscaba la objetividad del relato de los sucesos de esos diez días en Petrogrado; una narración detallada, que se pretende lo más objetiva posible y apoyada por abundante material de discursos, proclamas y artículos de prensa insertados en el texto o como notas en el apéndice final. Son escasas las opiniones personales del autor, testigo directo de los acontecimientos. Con la perspectiva histórica actual podemos criticar un cierto grado de ingenuidad idealista respecto a los logros futuros de la revolución, pero hay que recordar que en aquellos momentos el movimiento comunista fue la gran esperanza de las sociedades oprimidas. El triunfo bolchevique fue el segundo acto de la Revolución Rusa que pasó de ser antimonárquica a anti-burguesa. No es este el sitio donde analizar las causas profundas y complejas de esta revolución, pero los hechos de octubre del 17 pusieron de manifiesto algo que me parece claro, la burguesía rusa estaba poco desarrollada como clase y su implicación con el zarismo hubiera hecho casi imposible la instauración de una democracia de tipo occidental.
Insisto en la idea inicial, esta crónica periodística, tiene el interés de la experiencia histórica, de los hechos vividos personalmente, en este caso con cierto grado de entusiasmo y emoción. Para mí es también historia. A fin de cuentas, la objetividad e imparcialidad total es una pretensión casi utópica de la historia, una cualidad valorable en el escritor; pero es sin duda el lector quien, en última instancia, debe utilizar su capacidad crítica para discernir sobre el grado de imparcialidad de cualquier historia. Y a fin de cuentas, se pueden obtener conclusiones válidas incluso de la parcialidad de una fuente histórica.

viernes, 12 de agosto de 2011

LOS GODOS EN ESPAÑA. E.A. Thompson


El historiador inglés E.A. Thompson  es reconocido como una autoridad  en la historia de los bárbaros, y en particular de los visigodos en Hispania. Esta es además una de las obras más destacada en su bibliografía.
La dificultad de estudiar este periodo de casi dos siglos de dominación goda en la península radica en la escasez de fuentes fidedignas, ya que casi ningún historiador de la época escribió sobre el mismo. Se les suele dar valor de fuente a  los escritos de San Isidoro de Sevilla que sólo son, como es conocido, de carácter teológico y doctrinal. También pueden considerase como tales, algunas cartas entre obispos, las actas de los Concilios de Toledo y los códigos de leyes de Alarico, Leovigildo y Recesvinto. Estas últimas suponen una abundante información jurídica pero aportan poca información sobre las costumbres y forma de vida de los visigodos o el grado de integración con la población hispano-romana. De algunos reyes se conoce apenas el nombre, de ahí que la lista de los mismos fue lo único que pudimos estudiar en el bachiller.
          Con este escaso material Thompson desarrolla una amplia panorámica de la historia de los visigodos en España, aunque reconoce y especifica claramente las limitaciones del  estudio. Las conclusiones pueden resumirse en las siguientes: Los visigodos entran en Hispania a finales del siglo V como aliados o federados de algunos generales, usurpadores del poder imperial ante el derrumbe del mismo en Roma; también debe considerarse la presión que sobre ellos ejercieron los francos en las Galias. Aprovechan las estructuras administrativas romanas, sobre todo en lo tocante a la recaudación de impuestos. A nivel jurídico siempre existió una separación entre godos e hispano-romanos aunque parece que nunca hubo rechazo entre ambas poblaciones o al menos entre las oligarquías nobiliarias respectivas. Los godos conservaron el poder político y militar mientras que los cargos eclesiásticos se reservaron para los romanos. Inicialmente arrianos, se convirtieron al catolicismo sin grandes traumas quizás para aprovechar la influencia de la Iglesia sobre la población. Las actas de los Concilios demuestran que dicha Iglesia siempre estuvo subordinada al poder real lo que en algunas ocasiones la llevó a enfrentarse al Papa de Roma. La monarquía visigoda tenía en su carácter electivo un punto flaco que propició frecuentes rebeliones e intentos de usurpación. A finales del siglo VII el poder militar visigodo se fue debilitando, entre otros factores porque el grueso de sus tropas estaban integradas, en ese tiempo, por esclavos. No se conocen con claridad las causas del derrumbe del poder visigodo pero, en cualquier caso, la leyenda en torno a Don Rodrigo, la Cava y el conde Julián carece de cualquier realidad histórica.