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miércoles, 11 de mayo de 2022

TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS. Bohumil Hrabal


 

        Frente a las artes plásticas o audiovisuales que priorizan la percepción estética, la literatura precisa además de comprensión. Esta a su vez depende en general de muchos aspectos sociales y culturales, y en cuanto al lector individual, de su experiencia, vivencias, formación o sensibilidad. Por eso reconozco mi desconcierto ante escritores y obras que no consigo entender a pesar de ser consagradas por la crítica y reconocidas con premios literarios. Como ejemplos más frustrantes en este sentido puedo citar el Ulises de James Joyce y los Versos Satánicos de Salman Rushdie, totalmente incomprensibles para mí. Son estos dos casos extremos, pero siempre que fracaso al asimilar la complejidad de una lectura cuestiono mi propia formación o sensibilidad, y he descubierto que algunas segundas lecturas, separadas en el tiempo, me facilitan la percepción de aspectos antes ignorados.

domingo, 7 de febrero de 2021

EL FANTASMA DE CANTERVILLE. Oscar Wilde

 

    No soy un lector sistemático en cuanto a leer inmediatamente los libros que adquiero, así que muchos de ellos quedan postergados durante meses o incluso años en mi biblioteca. Esto se acentúa en el caso de las colecciones y por ese motivo hace tiempo que renuncié a ellas.  Para rescatar del olvido algunos títulos, suelo revisarlos con cierta periodicidad y ahora encontré éste, en una de aquellas colecciones que se editaban a precios económicos para ser adjuntadas a la prensa dominical, en este caso bajo el epígrafe general de Aventuras. Lo primero que incitó mi curiosidad fue ver incluido en este subgénero narrativo a Oscar Wilde, junto a otros escritores bastante más paradigmáticos del mismo como Julio Verne o Jack London. Lo segundo, comprobar que no se trataba de la típica novela de aventuras sino de una antología de sus mejores cuentos.

martes, 15 de diciembre de 2020

LA TÍA MAME. Patrick Dennis

La novela de humor no es una de mis especialidades preferidas en la narrativa, aunque reconozco su cualidad para la evasión en estos tiempos difíciles que vivimos. La razón es que prefiero buscar en mis lecturas valores más trascendentes que la pura distracción o divertimento, sin renunciar por ello a esto último.  Dicho lo cual, me ha gustado la obra que hoy comento y creo que su autor, hasta ahora desconocido para mí, está a la altura de los grandes maestros del humor contemporáneo, entre los que cuento a los anglosajones Tom Sharpe, John Kennedy Toole o el español Eduardo Mendoza entre otros muchos que merecerían ser citados.

jueves, 5 de diciembre de 2019

EL REY RECIBE. Eduardo Mendoza


Algunos críticos literarios, en un alarde de afán taxonómico, han clasificado la extensa producción narrativa de Eduardo Mendoza (1943) en obras serias o mayores, y obras de divertimento o menores. Entre las primeras se incluyen La verdad sobre el caso Savolta (1975) y La ciudad de los prodigios (1986), las que le dieron fama literaria. Entre las segundas, El misterio de la cripta embrujada (1978), que dio origen a toda una serie de novelas con el mismo protagonista, y El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008), ambas con sendos comentarios en mi blog.
No todos aceptan ésta rígida clasificación, porque sus novelas de humor no carecen de rigor narrativo ni de ese estilo tan propio del escritor, mientras que las llamadas novelas serias están siempre entreveradas de rasgos humorísticos. De cualquier forma, existen elementos comunes y transversales que unifican toda la producción literaria del escritor barcelonés. Entre otros, un estilo directo y sencillo que rehúye los cultismos, y ese escepticismo irónico que en ocasiones deriva hacia la parodia.
Entre las últimas novelas de Eduardo Mendoza, hoy comentamos ésta que es la primera entrega de una trilogía titulada Las tres leyes del movimiento y se continúa con El negociado del yin y el yang (2019), quedando pendiente, según creo, la tercera entrega.
El rey recibe (2018) se puede definir como una memoria novelada, o si se quiere, la crónica de un tiempo pasado inserta en una trama de ficción. Es la historia de Rufo Batalla, un joven de 22 años que ingresa como plumilla en un periódico a finales de los años 60. Las circunstancias le obligan a cubrir la boda de un príncipe desterrado, con una señorita de la alta sociedad. Tras varias peripecias traba amistad con el príncipe Tukuulo, que así se llama el que es Bobby para los amigos. A lo largo de la trama el príncipe aparece en varios momentos, rodeado de cierto misterio, en una extraña e interesada relación con el protagonista sin llegar a definirse una clara línea argumental.
Porque la auténtica razón de la novela es rememorar toda una época a través de las vivencias de Rufo Batalla; la juventud de un joven, rebelde ante el ambiente opresivo y gris de la España del tardofranquismo, que le lleva a viajar a Estados Unidos cuando le ofrecen un trabajo burocrático en Nueva York. Allí conocerá nuevas gentes y ambientes muy diferentes sin llegar a implicarse con nada ni con nadie. Es la historia del viaje, de la búsqueda de algo que dé sentido a la propia vida y también la decepción de no llegar a una meta concreta. El protagonista, que narra su vida en primera persona, parece un claro alter ego del propio escritor y en muchas de sus reflexiones no muestra signos de la apasionada ilusión de la juventud sino del escepticismo propio de la edad adulta. Pero, en el relato, pienso que lo importante no es el retrato psicológico de Rufo Batalla, sino describir los grandes cambios sociales y políticos de los que será testigo en aquella época, que se describen con trazos breves pero muy bien perfilados.
En España, la decadente dictadura franquista, los ministros tecnócratas, el desarrollo económico de finales de los 60, la incipiente y timorata liberación femenina, el conformismo y el miedo de la generación que vivió la guerra, y el asesinato de Carrero Blanco que abortó el último intento del régimen por perpetuarse. En Estados Unidos, la lucha racial por los derechos civiles, el feminismo, el movimiento gay, la aparición de las drogas y el movimiento hippie. 
Para los que fuimos jóvenes entonces, la lectura de esta novela supone un agradable ejercicio de evocación y es fácil sentirse identificado con muchas de los ideales e inquietudes del protagonista, que compartimos en mayor o menor grado, por más que la distancia del tiempo y la perspectiva histórica nos hayan demostrado la falacia de algunas de ellas.
Pero más allá de su carácter de crónica o memoria personal, que es la esencia de la novela, encuentro un claro déficit en la misma. A saber, una trama de ficción que debería envolverla y darle un sentido narrativo coherente. Las esporádicas apariciones del príncipe Tukuulo, y su esperpéntica corte, son insuficientes para mantener la intriga, y el resto de personajes solo representan tipos sociales paradigmáticos sin llegar a ser decisorios en el desarrollo argumental. Si a esto se le añade la ausencia de un claro desenlace, quizás justificado como un continuará, se puede comprender que la lectura sea algo tediosa por momentos, a pesar del humor y la maestría narrativa que despliega el escritor.
En resumen, que buena crónica si oviesse buena historia. No obstante, la novela se lee con agrado, pero en mi opinión no es de las mejores de Eduardo Mendoza.  

jueves, 9 de mayo de 2019

STATIO ORBIS. Juan Eslava Galán


Juan Eslava Galán (1948) es un escritor prolífico y versátil a un tiempo. En su dilatada carrera acumula gran cantidad de obras, agrupadas en distintos géneros tales como narrativa, ensayo y poesía; con temática muy variada en la que predomina la historia, desde algunos estudios muy técnicos (poliorcética) hasta la buena divulgación histórica, en la que mezcla rigor con amenidad sazonada con ironía y cierto grado de escepticismo. Pero fue la ficción histórica y su novela En busca del unicornio (1987), premiada con el Planeta de ese año, la que le procuró fama y lo introdujo en el panorama literario español. También ha escrito biografías, sobre leyendas, viajes, temas sociológicos, sexo y hasta cocina. En algunas novelas, casi todas de ambiente esotérico, ha utilizado el pseudónimo de Nícolas Wilcox, que parece más bien un heterónimo al estilo de Pessoa, porque incluyen foto falsa y se dice que en su estilo son diferentes a las escritas con su propio nombre.
Siempre he simpatizado con Eslava Galán porque siendo un escritor de ámbito nacional con cierta proyección internacional, nunca ha renunciado a sus orígenes, a Jaén, su patria chica, y Arjona, su pueblo natal. En estos lugares ha ambientado muchas de sus obras y en otras siempre aparecen, aunque sea de forma marginal. No creo que ese localismo tenga una intención meramente comercial, sino que el escritor, de alguna forma, extrae de esas raíces la savia de su literatura y rinde homenaje a su tierra con intención de promocionarla, y de eso estamos muy necesitados en nuestra provincia.
Me gusta además su estilo ameno, claro y sencillo, sin abuso de cultismos, dispuesto a caer en vulgarismos cuando se precisa sin perder por eso profundidad conceptual ni estética literaria. En su faceta de conferenciante muestra una oratoria brillante, sin rigidez académica, con frecuentes brotes de espontaneidad e improvisación que no oculta un amplio bagaje cultural. En fin, abandono ya el tono apologético porque ha quedado clara mi afición por el escritor.
Statio Orbis (1995) quizás no sea de las mejores novelas de Eslava Galán, pero es tremendamente divertida. Por eso la he clasificado en mi biblioteca como novela de humor, un subgénero de apariencia insustancial  pero de cierta dificultad, porque no es fácil provocar la carcajada en el lector y ésta ciertamente lo consigue.
Cuenta la historia de Don Cristóbal, un sencillo cura de Arjona que acude a Sevilla encabezando una excursión de feligreses que acuden a una gran misa concelebrada y ecuménica (statio orbis) del Papa en esa ciudad, un hecho verídico que alude al cuarto viaje del pontífice a España en 1993.  De forma casual el cura se ve obligado a custodiar una gran cantidad de hostias consagradas que han sobrado de la comunión de los fieles. En ese punto comienzan sus tribulaciones y su vagar por la ciudad en la que sufre todo tipo de penalidades, atracado por navajeros, rechazado como impostor en el obispado y conventos, detenido por los municipales etc.
El relato en su conjunto es una sátira anticlerical, aunque en el resumen promocional se califica más suavemente como: “de tintes volterianos”. Se emplean aquí todos los recursos de la misma, desde la ironía cuando se refiere a la jerarquía eclesiástica hasta el esperpento con algún matiz escatológico, en lo referente a las aventuras de Don Cristóbal. Un anticlericalismo visceral que no ataca tanto a la institución religiosa como a los defectos humanos de sus servidores, en un ambiente de beatas, curas ignorantes y prejuicios sociales o religiosos, que nos recuerdan más la década de los 60 del pasado siglo que la de los 90, cuando realmente se data la trama argumental. Pero a la postre es una crítica amable y condescendiente, que pretende más ridiculizar que herir. Hacia la mitad de la historia, el cura encuentra a un teólogo irlandés, borracho y desinhibido, que le habla de la inconsistencia y mitos del dogma en una exposición razonada y razonable que pilla desprevenido al inculto sacerdote rural que solo puede contraponer la compasión ante un alma descarriada. En las cinco páginas que dura ese encuentro se resumen todas las conclusiones, fáciles de entender, sin artificios teológicos, a las que puede llegar cualquier católico no practicante del que se dirá desde el púlpito que ha perdido la fe.
Tras ese lapsus de racionalidad, liberada de humor pero también de crítica real gracias a la situación de embriaguez del teólogo, la trama argumental entra en su tercio final, tan enrevesada como insoluble, y se acude en el desenlace al antiguo recurso del deux ex machina, con la aparición sobrenatural de los  patronos locales de Arjona, los santos Bonoso y Maximiano, dos centuriones romanos martirizados en esa localidad por no rendir culto a los dioses paganos en tiempos de la persecución de Diocleciano. Ambos acuden para sacar al cura dignamente de sus apuros. De nuevo aquí el humor hilarante.
En resumen, una novela para pasar un buen rato, con ese estilo tan personal que el escritor aporta a todos sus relatos. Una crítica amable de algunos aspectos de la religión que provoca la risa fácil, pero en la que subyace un profundo conocimiento del dogma cristiano y de la jerarquía católica española. Algo que compartimos en menor medida muchos lectores de su misma generación que fuimos educados en el ambiente del nacional-catolicismo. La juventud actual, descreída pero ignorante de la historia de nuestra religión oficial, no entenderá por este motivo alguna que otra sutileza irónica.

jueves, 2 de febrero de 2017

PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS. Mario Vargas Llosa

Posiblemente no sea ésta la mejor novela de Mario Vargas Llosa (1936) pero es quizás la más popular, una superventas editorial, versionada al cine aunque con escaso éxito y un título ya clásico, de esos dos o tres que todo buen lector puede recordar y citar entre la producción narrativa del escritor.
Sobre su biografía no insistiré por ser muy conocida. En lo literario; el Nobel (2010), el Cervantes (1994), el Príncipe de Asturias (1986) y un sinfín de premios más. Participó en política como candidato a la presidencia de su país en las elecciones de 1990, y aún en la actualidad, ya octogenario, sigue siendo un personaje mediático, muy visible en entrevistas de radio y televisión, participaciones en prensa e incluso protagonizando los ecos de sociedad. Su nación de origen es la impronta que marca la mayoría de sus novelas que reflejan sus propias vivencias o su percepción sobre la sociedad peruana y están ambientadas en las diversas regiones que integran Perú; la selva amazónica, el altiplano andino y la costa. Pero Vargas Llosa ha vivido gran parte de su vida en España, Francia o Suiza, y la dimensión europea también es evidente en su obra y lo convierten, junto con el cubano Alejo Carpentier, en uno de los más cosmopolitas entre los escritores hispanoamericanos, y quizás por eso uno de mis preferidos. De sus novelas peruanas he leído La ciudad y los perros (1963), Lituma en los Andes (1993) y ésta que comento hoy. De su última etapa, más abierta a nuevas ideas y ambientes, de temática más diversa y menos sujeta a ataduras localistas, destacaré La fiesta del Chivo (2000) y El sueño del celta (2010), la que más me ha gustado hasta ahora y también la más europea, si se acepta este calificativo aclaratorio aunque algo simplista.
Pantaleón y las visitadoras (1973) es una novela de humor, así lo reconoce el propio autor en el prólogo. Basada en hechos reales datados en 1958, cuando el ejército peruano organizó un “servicio de visitadoras”, eufemismo que servía para encubrir a un grupo de prostitutas destinadas a mitigar las ansias sexuales de las aisladas guarniciones amazónicas. A partir de esa realidad el escritor construye una genial farsa que roza el esperpento y encubre los aspectos morbosos de la historia con una gruesa capa de ironía. La comicidad y los aspectos ridículos del relato no ocultan sin embargo una velada crítica de la hipocresía en la sociedad peruana y sus instituciones más dignas, la militar, la iglesia, autoridades civiles y prensa, ante el hecho de la prostitución, rodeado de prejuicios morales, condenas religiosas y aparente rechazo social al tiempo que tolerado a condición de permanecer en la ilegalidad.
El protagonista de la historia es Pantaleón Pantoja, un capitán de intendencia del ejército con fama de eficiente, al que encargan la tarea de organizar a las visitadoras manteniendo oculto el carácter militar del servicio. A pesar de su inicial rechazo, por ser hombre de firmes convicciones morales, se entrega a la tarea, mantiene en secreto la misión ante su familia, se introduce en los ambientes  prostibularios, organiza de la mejor forma posible ese mundo de prostitutas y proxenetas e intenta evitar como puede la publicidad. Pero una organización eficaz en medio de un ambiente corrupto e hipócrita tiende al colapso, y pronto el capitán será desbordado por la magnitud que adquiere su obra y una serie de acontecimientos lo conducirán al fracaso. La trama argumental queda patente desde el principio y su desenlace es previsible, pero lo importante aquí es la comicidad inherente en su desarrollo y las situaciones ridículas que aparecen conforme avanza la acción.
Otro aspecto importante a destacar en la novela es su original estructura. A Vargas Llosa se le considera un innovador en la experimentación técnica de nuevas posibilidades narrativas y estilísticas y en esta ocasión demuestra de nuevo su maestría. La acción trascurre de forma lineal en el tiempo pero se enfoca de forma simultanea sobre distintos personajes y lugares, que se suceden en escenas de forma alternante mediante pequeños párrafos, a modo de flash cinematográficos. Los diálogos son abundantes y la voz narrativa, en tercera persona, se limita a introducir entre ellos pequeñas acotaciones, que recuerdan mucho a las que se hacen en los textos teatrales, para describir con frases cortas, los gestos, acciones o sensaciones del personaje que habla, siempre utilizando el presente como tiempo verbal. Un ejemplo ilustrativo es el siguiente: “Calma, mamacita, no llores, te suplico, no tengo tiempo ahora – le pasa el brazo por los hombros, la acariña, la besa en la mejilla Panta – .Perdóname si te levanté la voz. Ando un poco nervioso, no me hagas caso”. Tampoco es el narrador quien describe los hechos que se suceden en la trama sino que se presentan, de forma parecida a la epistolar, a través de partes militares, artículos de prensa, entrevistas de radio o cartas entre los distintos personajes. Y a pesar de la aparente complejidad estructural, el relato es fluido y fácil de seguir por el lector. Los pocos términos propios del argot peruano no son una dificultad añadida porque no se abusa de ellos.
Se trata en suma de una historia amena y divertida, amable en la crítica, que nos introduce en el ambiente de la selva amazónica y en la mentalidad de sus gentes, con el sello estilístico propio del escritor peruano. Para finalizar, no me resisto a mostrar un ejemplo de su humor irónico cuando, en uno de los grandilocuentes artículos de prensa, se cita una funeraria de nombre “Modus vivendi”
En fin, novela muy recomendable para pasar un buen rato y disfrutar al mismo tiempo de su calidad literaria. 

martes, 3 de junio de 2014

EL ASOMBROSO VIAJE DE POMPONIO FLATO. Eduardo Mendoza

Cuando hablamos de libros es frecuente diferenciar entre dos tipos de literatura, la seria y la divertida. Una división quizás demasiado simple pero fácil de entender y asumir por su rotundidad. Aunque no fue siempre así, ahora prefiero los libros que enseñan algo o dan que pensar frente a los que sólo entretienen,  por más que aquellos precisen de un mayor esfuerzo o puedan parecer aburridos. Y aún así pienso que ambas categorías no son excluyentes sino complementarias, y en muchas ocasiones pueden ser amenas y relajantes esas obras cuya única pretensión es la de distraer al lector, justamente calificadas por ello como literatura de evasión.
         En este tema comparto la opinión de nuestro escritor de hoy que, en una entrevista de prensa en el pasado año, se declaraba partidario de “una dieta literaria equilibrada” que combine libros serios y divertidos. Por eso, después de varias lecturas, complejas por su dificultad, he aceptado con agrado esta propuesta cuyo título y portada sugieren un contenido humorístico confirmado por la breve sinopsis promocional.
         Eduardo Mendoza (1943) sin duda ha sido fiel a ese equilibrio que recomienda a los lectores, porque casi la mitad de su producción narrativa son novelas en clave de humor. En efecto, sí bien es cierto que se dio a conocer y se consagró como escritor con títulos como La verdad sobre el caso Savolta (1975) y La ciudad de los prodigios (1986), ficciones históricas con toques de realismo social, entre estas dos escribió, a modo de divertimento, El misterio de la cripta embrujada (1978) (entrada de 9/7/2012), mezcla de novela gótica y policiaca cuyo protagonista es un detective anónimo que vive en un manicomio. El éxito de esta novela le indujo a seguir esa línea de humor y a escribir otras tres más que formaron una tetralogía dedicada al mismo personaje. En todos esos títulos, y en otros como el que hoy comentamos, el escritor catalán se ha revelado un maestro de la parodia y la sátira humorística utilizando como instrumento la mezcla de géneros narrativos.
         A este mismo patrón se ajusta El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008). En la sinopsis antes mencionada se califica de: “Cruce de novela histórica, novela policíaca, hagiografía  y parodia de todas ellas” y ciertamente participa de todos esos elementos este relato corto ambientado en Nazaret, a principios de nuestra era, que tiene como eje argumental un crimen del que se acusa a José el carpintero, padre del niño Jesús. El protagonista, implicado en la investigación del mismo, es una especie de filósofo, o fisiólogo, de cómico nombre alusivo a una dispepsia que le aqueja y a sus desagradables consecuencias.
         En la primera parte de la novela, que se corresponde con la exposición de la trama, percibimos ya toda una serie de recursos humorísticos que van desde lo fácil y escatológico –en su acepción peyorativa- hasta la más fina ironía. Entre los primeros, la comicidad implícita en los nombres de personajes, tanto romanos como judíos, a menudo relacionados con la tipología de los mismos; o la parodia del latín en frases originales aplicadas a contextos cómicos, o simplemente inventadas,  en la línea y estilo de Golfus de Roma, aquella antigua comedia interpretada por Buster Keaton. El protagonista, Pomponio Flato, cuenta la historia en presente histórico, es decir, utilizando el presente al narrar hechos pasados, para reforzar y enfatizar la misma. Utiliza un lenguaje retórico plagado de cultismos y alusiones mitológicas que denotan  pedantería. Tanto él como el resto de personajes, usan en los diálogos frecuentes paráfrasis, tanto evangélicas como clásicas grecolatinas, muy evidentes las primeras por nuestra educación cristiana, y algo menos las segundas que parodian el estilo de los antiguos himnos homéricos o epopeyas griegas,  todo con pretensión satírica que afecta tanto a parábolas (el rico Epulón y el pobre Lázaro) como a mitos o fábulas esópicas (la zorra y el cuervo). El relato está dirigido a Fabio, paródica alusión al interlocutor  de Rodrigo Caro en su Elegía a las ruinas de Itálica, y también una clara sátira del género epistolar.
         En la segunda mitad de la obra, el nudo y desenlace de las comedias, el humor deriva de la propia investigación que se torna  disparatada hasta el esperpento en una trama que va sumando personajes hasta llegar incluso a los marginales de ficción como Ben-Hur, y termina con la feliz resolución del caso, la epifanía mitológica apolínea -la pedantería es contagiosa- y la despedida del protagonista que prosigue su viaje por los confines del Mare Nostrum.

         Se ha dicho que El asombroso viaje de Pomponio Flato es una parodia de las novelas pseudo-históricas al estilo de El código Da Vinci de Dan Brown. En mi modesta opinión lo es del mundo clásico grecolatino, pero más aún del judaísmo mesiánico y de la historia evangélica sin que esto deba interpretarse como burla rayana en lo blasfemo sino más bien como un ejercicio de irónico escepticismo que recuerda en mucho aquella película de los años 70, La vida de Brian del grupo inglés Monty Python. En resumen, un libro ameno y muy divertido.

miércoles, 12 de marzo de 2014

LA TESIS DE NANCY. Ramón J. Sender

El aragonés Ramón J. Sender (1901-1982) es quizás uno de los escritores más representativos de la literatura española en el exilio, del pasado siglo. Fue un joven de carácter rebelde, de formación en parte autodidacta, lector empedernido y con una temprana vocación literaria. Participó en la Guerra de Marruecos en la que alcanzó el grado de alférez. Esta experiencia la reflejó en su primera novela, Imán (1930) de orientación anti-belicista. Durante la República militó en las filas anarquistas y al comienzo de la guerra civil se vio implicado en las luchas de éstos con los comunistas. En este periodo bélico quiero  destacar un cruel episodio biográfico que me ha impresionado; atrapado durante el alzamiento militar en la zona de los sublevados, atravesó las líneas enemigas para incorporarse al ejército republicano después de  separarse de mujer e hijos creyendo ponerlos a salvo en Zamora junto a la familia de ella, que era de ideas conservadoras, pero los represores de retaguardia fusilaron a su esposa al no poderlo apresar a él.  Con la derrota republicana inició un largo exilio que comenzó en Francia, pasando después a México, y a partir de 1942 fijó su residencia en Estados Unidos donde ejerció como profesor de literatura y escribió la mayor parte de su obra, aunque ni siquiera en el supuesto país de la libertad y la democracia dejó de sufrir por sus ideas políticas ya que en San Diego, durante la “caza de brujas” del senador MacCarthy, se vio obligado a firmar un manifiesto anticomunista para no perder su empleo en la universidad. Volvió a  España en 1969 cuando recibió el Premio Planeta por En la vida de Ignacio Morel, y a partir de 1975 pasó largas temporadas en nuestro país. En 1980 solicitó la recuperación de la nacionalidad española, posiblemente con vistas al retorno definitivo que se vio truncado por su muerte.
         Ramón J. Sender me parece un autor difícil de encuadrar en alguno de los movimientos literarios o generaciones de nuestra literatura del siglo XX. Su producción fue abundante e incluye ensayo, teatro, y hasta lírica, pero es en la narrativa donde demuestra más versatilidad  cultivando distintos géneros y temática. Desde las novelas con fuerte carga ideológica de su juventud, a las autobiográficas en la trilogía Crónicas del alba (1942-1966). También hay que destacar sus novelas de postguerra en la línea del realismo social, cuyo mejor exponente es Réquiem por un campesino español (1960) y las novelas históricas como La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964) y El bandido adolescente (1965). Estas tres últimas las leí en distintas épocas, sin orden cronológico ni otro criterio preconcebido, y  en mi opinión ilustran bien la calidad literaria del autor.
         La tesis de Nancy (1962) fue un auténtico éxito de ventas durante los años 60 y 70, tanto que dio pie al escritor para publicar en estas dos  décadas hasta cuatro novelas más con la misma protagonista. Se trata de una novela humorística en la que se utiliza la forma epistolar, una técnica narrativa no muy frecuentada en la actualidad pero sí por los escritores románticos del XIX, entre otros el alemán Goethe (Werther) o nuestro  Gustavo Adolfo Becquer (Cartas desde mi celda). El argumento es simple y muy conocido: Nancy es una americana que viene España, la de los años 60, para documentar una tesis doctoral sobre folklore español, se establece en Alcalá de Guadaira y toma contacto con distintos ambientes de la sociedad sevillana y lo más granado de la gitanería local. Sus impresiones se las cuenta en diez cartas a su prima Betsy.
         La protagonista es joven, inexperta, e ingenua. A pesar de su formación académica, es totalmente ignorante sobre las costumbres españolas y ese contraste es una continua fuente de humor, basado inicialmente en los malentendidos provocados por los dichos y giros del argot sevillano, y calé en particular, los juegos de palabras y los términos mal traducidos. A medida que estos recursos  se van agotando el escritor incide más en  la oposición y el desfase entre la mentalidad liberal de Nancy y el relativo conservadurismo de los españoles de aquella época lo cual da lugar a un sinfín de situaciones cómicas quizás exageradas hasta llegar a lo grotesco. Se busca deliberadamente la explotación jocosa de los tópicos, principalmente los hispanos, pero también los referidos a otras nacionalidades. Puede que haya una crítica velada a esa forma superficial de mirarnos unos a otros, basada en unas pocas ideas simples y preconcebidas, por más que expresen una verdad parcial,  que nos llevan a destacar sólo el exotismo y el tipismo y a no profundizar en el verdadero carácter de los pueblos.
Para terminar, se trata de una novela muy divertida que por desgracia ha sufrido el inevitable desgaste  del tiempo y adolece de cierto anacronismo. Después de más de cincuenta años la sociedad española ha  evolucionado y cambiado en política, ideas, forma de vida, y mentalidad, hasta el punto de que algunos de los gag cómicos (el anglicismo es intencionado) pueden resultar confusos, cuando no incomprensibles, para nuestros jóvenes actuales situados lejos de aquel contexto histórico. Para los que vivimos esa época  sigue siendo una novela graciosa, que provoca la risa fácil. En ella vemos reflejados aspectos y facetas de un pasado al que no renunciamos pero que tampoco nos mueve a la nostalgia. Mejor no generalizar, es sólo mi opinión personal que se comprenderá mejor valorando la ilustración de la portada del libro.


miércoles, 8 de mayo de 2013

YO, MI, ME...CONTIGO. David Safier


La relación entre literatura y cine  siempre fue estrecha desde la aparición del llamado séptimo arte. Muchas de las grandes obras literarias  han tenido su correspondiente versión cinematográfica y actualmente es habitual que los autores escriban sus novelas pensando en una futura traducción al formato audiovisual. El trasvase de libro a película se suele producir en esa dirección pero es menos frecuente que funcione a la inversa y con esta novela tengo la sensación de que vamos a contracorriente.  Para empezar, los diálogos  son tan dominantes en el texto que se intuye la representación escénica. Están construidos a base de frases cortas muy próximas  al lenguaje coloquial, y se utilizan como recursos humorísticos una ironía poco elaborada y unas comparaciones hiperbólicas alusivas a personajes de actualidad que pretenden conseguir cierta complicidad del lector. La utilización de la técnica cinematográfica del flashback no es demasiado demostrativa a este respecto porque  es también un instrumento literario muy utilizado por los novelistas actuales.  En fin, cuando revisé la biografía del  autor resulta que David Safier es un guionista  que alcanzó fama con varias series  escritas para la televisión alemana y desde 2007 ha iniciado su nueva faceta como novelista. Con estos datos no hay que ser  Sherlock  Holmes para sospechar que estamos  frente a un guión convertido en novela o cuando menos una novela con estructura de guión. Y no dudo  que de una buena novela  pueda surgir una buena película pero insisto, en mi opinión, el resultado a la inversa puede ser más dudoso.
Tampoco ha de valorarse negativamente lo dicho hasta ahora.  “Yo, mi, me…contigo” me parece una  buena novela si se la considera bajo  la etiqueta de literatura de evasión , es decir, esa categoría sin otra pretensión que la de entretener y divertir al lector, algo muy deseable  y hasta necesario en estos tiempos problemáticos  para evadirnos de nuestras preocupaciones cotidianas.  Se trata de  una novela humorística  que en su trama argumental explota una situación  ya de por sí cómica por lo absurdo, la convivencia de un hombre y una mujer dentro de un mismo cuerpo. La protagonista, Rosa, una profesora algo carente de autoestima, sufre  mediante hipnosis un fenómeno parapsicológico conocido como regresión en virtud del cual es transportada al pasado quedando atrapada temporalmente en el cuerpo de William Shakespeare. Aunque ambos personajes se ven envueltos en una intriga palaciega en la Inglaterra isabelina del siglo XVI, el interés y la comicidad que justifican el relato deriva de estos dos personajes compartiendo un mismo cuerpo, lo cual genera continuos  equívocos de tipo  sexual y grotescas complicaciones con matices escatológicos. Estamos ante  un humor  basado en recursos simples que pretende provocar la risa inmediata y fácil y por eso mismo, y por su estructura  y lenguaje,  pienso que  este argumento hubiera sido preferible como  guión cinematográfico escrito para una buena comedia.  En cambio el formato novelesco hace que  ciertas situaciones parezcan repetitivas y así la obra va  perdiendo  interés  hacia su final.
         Mas cosas; los personajes  se dibujan con trazos psicológicos que le aportan ternura y humanidad, con virtudes y defectos que todos podemos comprender y compartir. Aprecio cierta tendencia a lo comercial con guiños quizás pensados para las versiones en distintos países, así entiendo por ejemplo las alusiones a las borracheras  estudiantiles en Lloret de Mar o  a la canción y baile de la Macarena.  La comedia fracasa cuando se hacen reflexiones serias sobre  cosas como el paso del tiempo, lo efímero de la existencia humana etc. Particularmente simplistas son las relacionadas con el amor, expresadas con frases e  ideas tópicas como aquello de las almas predestinadas a unirse, y cosas por el estilo.  No obstante   comparto otra de las  moralejas del relato; que hombres y mujeres no somos tan diferentes, tenemos distinta sensibilidad y perspectiva sobre la vida  pero podemos comprendernos  superando la barrera del sexo, cosa bien difícil por cierto y a lo mejor no deseable según la mayoría.
         Una pregunta final a platear es si la calidad literaria es  exigible en  la  literatura de evasión. No olvidemos que las novelas de aventuras  de  Jack London o las policiacas de  Dashiell  Hammett  también pertenecen a esta categoría.  En fin, dejaremos esta cuestión para mejor ocasión.
         En resumen, novela divertida,  de mediana calidad, que cumple con el objetivo de entretener.  En vez de leerla  yo hubiera preferido verla en en las sobremesas televisivas de las tardes de sábado. 

lunes, 16 de julio de 2012

EL ABUELO QUE SALTÓ POR LA VENTANA Y SE LARGÓ. Jonas Jonasson


Parece indudable el auge actual de la novela negra y policiaca sueca que autores como Henning Mankell o Stieg Larsson (trilogía Millennium) llevaron a la cumbre, al tiempo que han  conseguido definir una auténtica escuela nacional con estilo propio. A favor de su éxito han aparecido nuevos escritores y novelas, no todas de calidad, que hasta cierto punto han saturado a los aficionados de este subgénero literario. Por suerte la literatura sueca no se agota en la novela negra y esta obra que comentamos hoy es un buen ejemplo. Desde el principio me llamó la atención su título, la portada antiestetica de forma deliberada, contradictoria hasta lo absurdo, e incluso el nombre del escritor (Jonás, hijo de Jonás) que parece una parodia del tópico genealógico de muchos apellidos suecos. “El abuelo que saltó por la ventana y se largó” es la primera y única novela de  Jonas Jonasson (1961) un periodista sueco, también consultor de medios y productor de televisión que, obligado por circunstancias  profesionales o bien tocado por la inspiración, liquidó sus negocios y se retiró a Suiza para hacer lo que parecía desear, escribir un libro. Su empeño se ha visto coronado por el éxito porque la novela editada  en 2010  es ya un superventas que se ha traducido a varios idiomas.
Se trata de un relato original, de un humor inteligente y bastante surrealista, que nos engancha desde el primer capítulo.  El protagonista es  Allan Karlsson, un anciano que antes de celebrar su centenario decide largarse de la residencia donde está internado y  a partir de ese  momento  inicia una aventura trepidante y alocada, a la que se van sumando otros personajes, que genera multitud de situaciones inesperadas capaces de sorprender continuamente al lector.
          La trama argumental contiene dos planos narrativos que al final se juntan en un desenlace común. De una parte  las disparatadas aventuras  del protagonista que van  generando situaciones extremas y que dan lugar a una investigación y seguimiento policial con tintes de parodia. De la otra  se pasa revista al pasado del protagonista, un hombre  apolítico, falto de prejuicios, de un gran sentido común, que no teme a la muerte ni renuncia al placer de estar vivo, que a lo largo de su vida tiene relaciones inverosímiles con multitud de personajes históricos, Franco, Stalin, Truman,  Churchill, De Gaulle, entre otros, y se ve envuelto sin quererlo en peripecias históricas como la  invención de la bomba atómica, el triunfo del comunismo chino, la guerra de Corea etc.  Estas  memorias del protagonista dan lugar a un repaso humorístico de la convulsa historia del pasado siglo XX. En ambos planos  de la narración  el escritor  satiriza y se ríe de casi todo; de la lógica policial, de los políticos y la prensa, de la rigidez burocrática y de otros muchos aspectos.
Para resumir, un libro original, bien escrito, que nos hace pasar un buen rato de diversión y entretenimiento.  Termino  destacando una frase que el escritor pone en boca de su abuelo, en el prefacio de la novela:  “quienes sólo saben contar la verdad no merecen ser escuchados”

lunes, 9 de julio de 2012

EL MISTERIO DE LA CRIPTA EMBRUJADA. Eduardo Mendoza


Estamos de nuevo en verano, y este año el estío climático  se nos  ha adelantado al solsticio astronómico porque ya en junio hemos sufrido una agobiante primera ola de calor africano. No sé si a los lectores en general  les pasa lo mismo pero a mí en esta estación se me embotan las entendederas e instintivamente rechazo los tratados de historia y los ensayos de cualquier tipo, y me acomodo en la literatura fácil, la de entretenimiento, también llamada “de  evasión” y nunca mejor que ahora  que nos viene al pelo para evadirnos de la dura realidad que nos rodea y amenaza. Y cuando hablo de lecturas fáciles no me refiero a las novelas de  Marcial Lafuente Estefanía, tan populares en su tiempo, sino a literatura amena pero de calidad, y esta que comentamos hoy cumple esos criterios.  Se trata de la segunda novela del barcelonés Eduardo Mendoza, autor de moda en el actual panorama literario español, de vocación tardía y producción abundante en este género, que se dio a conocer con  “La verdad sobre el caso Savolta” (1975) y se consolidó con “La ciudad de los prodigios” (1986) que ha sido considerada por la crítica su obra cumbre.
          “El misterio de la cripta embrujada” (1979) tuvo un éxito tan rotundo que dio lugar a una tetralogía de novelas protagonizadas por el mismo personaje. El título resulta engañoso porque sugiere una narración de misterio y si bien es verdad que contiene algunos elementos  góticos  es más bien una novela  policíaca, o para ser más exactos una parodia de este subgénero novelesco, plena de ironía y humor que en muchos momentos provoca la hilaridad del lector.
          El relato está protagonizado por un personaje anónimo y  marginal, de pasado delictivo, ingresado en un manicomio. Un loco muy cuerdo que es obligado por las circunstancias a iniciar una investigación referente a un caso que afecta a miembros de la burguesía industrial catalana, con el incentivo de la libertad si lo resuelve.  Se inicia de esta forma una aventura con tintes de picaresca cervantina en la que el improvisado investigador se mueve en el terreno de la ilegalidad, suplanta personalidades, viola domicilios, engaña, se disfraza, todo justificado por la  buena finalidad. Unas peripecias con frecuentes desenlaces cómicos propios de un antihéroe de esperpento. La historia la narra el propio protagonista en primera persona en un lenguaje elaborado, cuidado, y hasta encopetado, más propio de un  abogado o político que de un marginal educado en la calle. Este contraste  lo justifica  el propio personaje cuando  afirma que  el lenguaje culto es el instrumento que los poderes públicos utilizan para engañar al pueblo, y él, con su capacidad histriónica devuelve el engaño.
          La  novela está ambientada, como casi todas las del autor, en Barcelona y es además una sátira moral de la burguesía catalana, la Iglesia y el poder judicial en la época de la transición española, cuando las instituciones del postfranquismo aún convivían con las nuevas de la democracia. Al fondo de la trama  de ficción  se destaca el plano real en el que aparecen políticos como Adolfo Suarez o Felipe  González, la incipiente corrupción, el destape y la liberalización de las costumbres sexuales etc. También quedan  bien retratadas las  aspiraciones de las distintas clases sociales de la época.
          En resumen se trata de una farsa burlesca y satírica, una novela divertida  que nos hace reír y nos anima. Muy buena.